Es sabido que la educación constituye un factor determinante para lograr el desarrollo económico y social, entendiendo como educación al sistema de capacitación que se dicta en los establecimientos escolares de todos los niveles.
Muchas veces hemos escuchado hablar de inclusión social, pero difícilmente se ha mencionado que para lograr la inclusión, la primera herramienta efectiva es el lenguaje, y en especial la oralidad, porque no es posible lograr pertenecer a ningún ámbito social si se carece de la capacidad de expresarse oralmente.
En nuestro país la decadencia del nivel de la enseñanza pública es alarmante, y no es de responsabilidad exclusiva de los docentes, porque es imposible que con el solo esfuerzo de quienes están al frente de un aula, pueda superarse esta situación.
Tenemos que aceptar que se ha quebrado el pacto educativo. Partiendo de que en otros tiempos, los padres apoyaban la labor de los docentes, compartiendo las inquietudes que les expresaban respecto de sus hijos y ayudándolos a ambos a superar las dificultades en un tácito acuerdo, a lo que es hoy el comportamiento de los adultos que se asocian a sus hijos en contra de los docentes, y logrando de este modo un gran perjuicio para los alumnos, ya que de este modo no es posible colaborar con ellos para que superen las dificultades.
Es conocido que en nuestro país, más del 50 % de los alumnos que ingresan al nivel secundario, no finalizan sus estudios. También que en el transcurso de 10 años contados desde el principio del siglo XXI, las encuestas han demostrado que los adolescentes perdieron el 50 % del vocabulario. Además se ha comprobado que una persona de aproximadamente 40 años con un nivel intelectual medio, maneja 2.000 palabras, mientras que un adolescente cuenta con solamente 200 vocablos.
Queda muy en claro que de seguir esta tendencia, en no mucho tiempo deberemos afrontar una crisis educativa sin precedentes por la falta de conocimientos y capacitación de la población más joven que será alarmante. Mientras que en sentido contrario, el acelerado progreso de la tecnología, exige mayores conocimientos en todas las tareas, es decir aumentan las exigencias laborales a un ritmo inusitado y nunca visto antes.
A propósito de lo antedicho y ante el impulso que se le está dando en el sector a la creación de mutuales y cooperativas escolares, cuando aún no es obligatorio aunque así lo determina la Ley de Educación Nacional que ya tiene diez años de antigüedad, este tipo de entidades puede marcar una epopeya importante en el ámbito educativo, porque si bien tradicionalmente la escuela debe cumplir la finalidad de capacitar a los educandos, el ejercicio de formar parte de una mutual o de una cooperativa escolar, les aumenta a los alumnos la capacidad y habilidades para el “hacer”, pero a la vez, y este es un aporte sumamente importante, a través de la práctica de los valores y de los principios contribuye a la formación del “ser”. Porque con la participación en estos emprendimientos aprenden formando parte de las asambleas, a dialogar; a debatir; a aceptar la decisión de la mayoría aunque no coincida con la propia; a ejercer la virtud de la responsabilidad al desempeñar cargos de conducción de fiscalización; a hacerse cargo de rendir cuentas al resto de los asociados; a tratar de convencer a sus compañeros para lograr su voto y ser elegido consejero o fiscalizador; es decir que todo eso, además de dotarlos de conocimientos específicos que tienen una estrecha relación con el desarrollo personal y también colectivo, les aumenta sensiblemente el vocabulario, porque es con las palabras que deben afrontar la diferentes situaciones. Y no cabe duda de la importancia que tiene la oralidad cuando un ser forma parte de una sociedad.
Es tan importante la oralidad que las ideas se forman con palabras; a mayor cantidad de palabras, mayor es la cantidad de ideas que pueden crearse; por el contrario a menor cantidad de palabras, mayor es la dificultad para expresarse, y ante un conflicto, al no poder expresarse, nace la violencia.
No son los discursos y las promesas que no se cumplen de los políticos lo que nos va a dar el impulso necesario para iniciar el camino del desarrollo. De ese camino que históricamente hemos transitado en forma zigzagueante nos ha quedado un exacerbado engreimiento que nos hace pensar que en todos los temas somos los mejores, mientras simultáneamente vamos retrocediendo y el resto de los países continúan progresando.
Esa falsa creencia que nos hace tanto daño, de que por los importantes éxitos individuales de algunos compatriotas que nos honran con sus logros como son los casos, por nombrar solamente a algunos contemporáneos como Maradona; Messi; del Potro; el Papa Francisco y seguramente bastantes más, todos en mayor o menor medida, nos sentimos alguno de ellos, cuando demostramos con los hechos que no sabemos actuar en conjunto. Tenemos que tomar conciencia de nuestras reales posibilidades, pero muy especialmente de nuestras debilidades para poder superarlas.
En el sector mutual tenemos la enorme ventaja de haber recibido de los pioneros este tipo de organización. Es imprescindible que utilicemos esta formidable herramienta para educar, para desarrollar económica y socialmente a nuestro país; para que nuestra generación en algún momento modifique el curso decadente que nos ha llevado hasta el presente, y podamos dar el ejemplo de que tuvimos la visión, la sabiduría y la voluntad de dejar un país mejor.