Bajo denominación de “cáncer” se engloban más de 200 enfermedades distintas que solo tienen como denominador común la aparición de células con patrones de crecimiento y desarrollo diferentes a las normales, que le dan un aspecto monstruoso. Así, un cáncer de mama y uno de pulmón, por ejemplo, tienen origen, pronóstico, evolución y terapéuticas distintas. Aclarado este punto, trataremos en esta nota una reciente publicación sobre un estudio elaborado por la Universidad de Lund de Suecia que detalla una posible relación entre los tatuajes humanos y la aparición de linfomas.
Los linfomas son un tipo de cáncer de las células del sistema linfático (linfocitos) que son las encargadas de combatir los gérmenes y las enfermedades. Los factores de riesgo conocidos para esta afección incluyen un sistema inmunitario debilitado a causa de enfermedades o trastornos como el sida, algunas infecciones virales, la edad o antecedentes familiares de la enfermedad, así como cierta exposición a sustancias químicas como pesticidas y herbicidas, que también pueden aumentar el riesgo de linfoma. Pero los investigadores suecos, aunque aseveran que hay que confirmar lo hallado con más investigaciones para establecer una causa directa entre los tatuajes y los linfomas, advierten que, según sus estudios, las personas tatuadas tienen un riesgo 21% mayor de padecer un linfoma en comparación con personas no tatuadas.
Los tatuajes se utilizan desde tiempos ancestrales. El tatuarse alguna parte del cuerpo ha tenido diferentes connotaciones a través de la historia. En décadas pasadas, la práctica era rechazada por identificarse con prisioneros, marineros y personas de baja condición moral, pero desde hace años los tatuajes viven un boom y están adquiriendo una tendencia cada vez más al alza. El sector de los tatuadores se convirtió en un negocio lucrativo que mueve millones por todo el mundo, pese a que hay diferentes estudios que relacionan los tatuajes con posibles efectos nocivos para la salud. Los tatuajes se llevan a cabo inyectando pigmentos de tinta en la dermis que es la segunda capa de piel. Si bien la mayoría de las tintas actuales contienen pigmentos orgánicos, también tienen metales pesados como titanio, bario, aluminio, cobre, antimonio, arsénico, cadmio, cromo, cobalto, plomo y níquel. Entre los inconvenientes originados se hallan las limitaciones en el uso de la resonancia magnética, estudio de imágenes esencial para el diagnóstico de varias enfermedades.
Los equipos de resonancia magnética emplean potentes imanes para generar imágenes del cuerpo. Estos imanes pueden interactuar con los metales presentes en los tatuajes, pudiendo provocar ciertas complicaciones. Algunos de los metales presentes en las tintas, como el hierro, el cobalto o el titanio, pueden calentarse durante la resonancia, provocando quemaduras en la piel del paciente. Además, los fragmentos de metales presentes en las tintas pueden desprenderse y causar daño a los tejidos internos del cuerpo. Además, diferentes estudios han demostrado que la tinta puede viajar por el cuerpo a través del sistema linfático, alcanzando algunas partículas, los ganglios linfáticos, donde permanecen alojadas. Los posibles efectos de esta situación en la salud humana no se han estudiado hasta la fecha. En la comunicación de los investigadores suecos, que citamos al principio de esta nota, los autores especulan que una de las causas que aumentaría el riesgo de linfoma podría estar en la tinta, que contiene sustancias químicas consideradas carcinógenas, como metales e hidrocarburos aromáticos policíclicos. La llegada de estos elementos a los ganglios modificaría a los linfocitos que allí se originan, dando lugar a la formación de estos transformados en células cancerosas. Esta situación, sumada a un aumento global de la incidencia de linfoma maligno, ha hecho sonar las alarmas.
Curiosamente, los investigadores no encontraron pruebas que sugirieran que el riesgo aumentaba aún más cuanto más tatuajes tuviera la piel de las personas. La magnitud de esta problemática debe dimensionarse teniendo en cuenta datos europeos: uno de cada 10 habitantes tiene algún tatuaje; el 20% de ellos son jóvenes y, la mayor parte, mujeres. Según denuncia de la Comisión Europea, tan sólo el 30% de los colorantes que se emplean en las tintas están autorizados para ser utilizados en productos cosméticos sin ningún tipo de restricción. Asimismo, las tintas tienen más de 100 colorantes y aditivos, y muchos expertos afirman que algunos se fabrican con otras finalidades que no son las de ser introducidas en nuestro cuerpo. La Comisión llega a señalar que determinados productos que se utilizan en los tatuajes se emplean también para productos como ropa, coches o plásticos, porque dan más brillo al dibujo.
Conocer estas situaciones, y nuevas investigaciones, permitirán aclarar con mayor precisión los datos aportados por los investigadores suecos.
Ilustración: Matías Roffe