El Hanta es un virus capaz de producir una afección aguda grave. El nombre del género Hantavirus proviene del río Hantan, al norte de las ciudades de Dongducheon y Paju, cerca de donde se aisló originalmente el miembro prototípico: el Virus Hantaan. Ya en el decenio de 1930 se notificaron en Europa y Asia brotes, aunque se desconocía la causa. Fue en 1978 cuando se aisló el Hantaan, y se confirmó que algunos roedores servían de reservorio de los virus. El ratón infectado elimina la ponzoña a través de la orina, las heces y la saliva, y le transmite al ser humano, principalmente por medio de la vía respiratoria. La enfermedad se contagia, en la mayor parte de los casos, por respirar las toxinas que desprenden las heces o la orina de los animales infectados, tanto en lugares abiertos o como cerrados (galpones, huertas, pastizales).
Existen también otras vías de contagio: por contacto directo o al tocar las heces u orina y por mordeduras de roedores infectados. También se han visto casos por medio del contacto estrecho con una persona contagiada durante los primeros días de los síntomas. Esta forma de trasmisión es la que ha preocupado en esta oportunidad, pues a través del contacto interhumano podría diseminarse la enfermedad con más facilidad.
Respecto a las las distintas especies de ratones que transmiten la enfermedad, los mismos tienen como característica anatómica principal una cola muy extensa. Es por esto que se los llama “colilargo”. Únicamente el 5% de los ratones colilargos están infectado por el Hanta Virus.
En Argentina se han identificado cuatro regiones endémicas: Norte (Salta, Jujuy), Centro (Buenos Aires, Santa Fe y Entre Ríos), Noreste (Misiones) y Sur (Neuquén, Río Negro y Chubut). Solo en esta última se detectó el contagio de persona a persona.
Asimismo, los síntomas de la enfermedad remedan un estado gripal: fiebre, escalofríos, dolores de cabeza, náuseas, vómitos, malestar abdominal y diarrea. En general no presentan congestión nasal o resfrío, como lo hace la gripe. Luego de algunos días puede aparecer una dificultad para respirar que podría agravarse produciendo lo que se conoce como “síndrome cardiopulmonar por hantavirus”, un cuadro grave en el que la persona no puede respirar y comienza con una falla cardíaca y presión muy baja. Si la persona no es tratada a tiempo, puede generar complicaciones graves, e incluso la muerte. Por lo tanto, aquellos que presenten algún síntoma deben concurrir rápidamente a un establecimiento de salud para la consulta y evitar el acercamiento con otros.
Respecto al tratamiento, no existe uno concreto. Las personas con síndrome cardiopulmonar por hantavirus deben ser asistidos en establecimientos hospitalarios, de preferencia con unidades de terapia intensiva que cuentan con asistencia respiratoria mecánica. Se están investigando los anticuerpos que generaron las personas infectadas, que son específicos contra la enfermedad, y que, manipulados en el laboratorio, podrían ser utilizados en defensa de los nuevos contagiados. Esta investigación es muy promisoria y de comprobarse su utilidad, podrían usarse en los próximos años.
En relación a la prevención: a saber, evitar la convivencia con roedores y el contacto con sus secreciones; impedir que los roedores entren o hagan nidos en las viviendas; si se realizan actividades debe usarse calzado cerrado y circular solo por sendas habilitadas; deben taparse los orificios en puertas, paredes y cañerías para evitar la entrada de estos ratones; hay que realizar la limpieza (pisos, paredes, puertas, mesas, cajones y alacenas) con una parte de lavandina cada nueve de agua (dejar 30 minutos y luego enjuagar; se recomienda humedecer el piso antes de barrer para no levantar polvo). Si la vivienda está instalada en zonas rurales, deben colocarse las huertas y almacenar la leña a más de 30 metros de distancia, cortando pastos y malezas hasta dicho radio alrededor del domicilio; ventilar por lo menos 30 minutos antes de entrar a lugares que hayan estado cerrados y cubrirse la boca y la nariz con un barbijo antes de ingresar. Es clave lavarse las manos con agua y jabón al finalizar estas tareas. Al acampar, hacerlo lejos de matorrales y sumideros, no dormir directamente sobre el suelo y consumir agua potable. Si se encuentra un roedor vivo, hay que usar veneno adecuado o tramperas para capturarlo (no intentar tocarlo o golpearlo). Si se encuentra un roedor muerto, hay que rociarlo con lavandina junto con todo lo que haya podido estar en contacto y esperar un mínimo de 30 minutos. Luego hay que recogerlo usando guantes y enterrarlo a más de 30 cm de profundidad o quemarlo.
Si nos ocupamos de la prevención, evitaremos preocuparnos por la enfermedad.
Dr Mario Bruno