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Fertilidad comprometida, una situación inquietante

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Dr. Mario F. Bruno
Dr. Mario F. Bruno
Presidente de la Sociedad Argentina de Periodismo Médico; Vicepresidente de la Sociedad Argentina de Cancerología; Presidente del Comité de Cuidados Paliativo de AMA (Asociación Médica Argentina); Presidente del Comité AntiTabaco de AMA Vicepresidente de UATA (Unión Antitabáquica Argentina); Director de los cursos anuales de 1) Periodismo Médico 2) Cancerología, 3) Cuidados Paliativos (AMA); Miembro Emérito de ASCO (American Society Clinical Oncology); Miembro Titular de ESMO (European Society Clinical Oncology); Director Médico de Medicron S.A. (Centro Oncológico)

Algunos informes médicos han encendido las alarmas en relación a la fertilidad humana. En el último medio siglo, tanto la cantidad como la calidad de los espermatozoides han bajado a la mitad.

En la década de los 70, la concentración de espermatozoides en el semen era de 101 millones de células reproductivas por mililitro de semen. Ese promedio cayó a 49 millones en el momento actual, es decir, una reducción del 50% con cifras cercanas al umbral de infertilidad. El descenso se está acelerando, y de continuar el ritmo, en una década los hombres tendrán problemas para fecundar.

También la calidad del esperma de los varones ha bajado a la mitad en el último medio siglo. Son los datos de un estudio que incluyó hombres de América del Norte, Europa y Australia pertenecientes a 53 países. A su vez, la calidad de los espermatozoides ha descendido (el volumen de semen eyaculado es parte de la calidad).

Según la OMS, se considera normal una eyaculación a partir de 1,5 mililitros. Y en la  última actualización se observó un promedio de 1,4 ml. Un factor importante para medir la calidad es la morfología, y otro la capacidad de movilización progresiva que tiene los espermatozoides para llegar hasta el ovulo y fecundarlo. Esta propiedad se denomina motilidad.

En base a dicha cualidad, los espermatozoides se clasifican en 4 grupos: A, B, C y D. Los A son los que se mueven en línea recta y velocidad rápida; los B se mueven en línea recta, pero de forma más lenta; los C se mueven, pero muchas veces no avanzan o se mueven en círculos, y por lo tanto no llegan a ningún sitio; y los D no se mueven.

La movilidad progresiva hace alusión a los que se mueven, ya sea rápido o lento, pero progresan (los A y B) en su avance para llegar al ovulo. La vitalidad espermática indica el número de espermatozoides vivos presentes en una muestra de lo eyaculado.

Lo que está ocurriendo es no solo la disminución del número de espermatozoides, sino una merma en la motilidad y en la vitalidad espermática. El número de espermatozoides, además de ser un indicador de la fertilidad humana, también revela la salud masculina. En tal caso, los niveles reducidos están ligados con un mayor riesgo de enfermedades crónicas, cáncer testicular y una menor expectativa de vida. Esta constante disminución en cantidad y calidad ocurre a razón del 1% anual. La reducción precipitada genera preocupación por las amplias implicaciones para la supervivencia de la especie humana, y sobre el posible fin de la procreación tal como la conocemos.

Nuevos estudios detectan que la tasa de disminución se está acelerando, hecho que reducirá el tiempo calculado de la aparición de una crisis global de fertilidad, si no se toman medidas. La raíz del problema se encuentra en determinados hábitos de vida y en la exposición a tóxicos, como a contaminantes químicos. Factores como la obesidad, las alteraciones hormonales, enfermedades genéticas, el consumo de tabaco, drogas y alcohol, constituyen las razones principales. A esto debe sumarse el consumo elevado de cafeína, el exceso de actividad física, o, por el contario, el sedentarismo. También influyen la mala o pobre alimentación, el estrés psicológico y la edad a la que los hombres buscan ser padres. Este dato tiene mucho que ver en la calidad seminal; a medida que se progresa en edad, disminuyen significativamente el número y la vitalidad de los espermatozoides.

Entre las causas, la obesidad parecería ocupar un lugar primordial. Por un lado, reduce los niveles de testarrona, hormona esencial, en la producción de los gametos. En la obesidad influye el sedentarismo y la alimentación desbalanceada. Además, el exceso de peso también genera el denominado estrés oxidativo, un proceso que afecta a varias células del organismo, principalmente a los espermatozoides. Así es que la OMS estima que un 39% de los hombres tienen sobrepeso.

En cuanto a los tóxicos, que tienen gran importancia en esta situación, se hallan: alcohol, cigarrillos, vapeo (uso de cigarrillos electrónicos), marihuana, cocaína y esteroides anabólicos. Estos últimos implican el agregado indiscriminado de hormona al organismo, que entiende que no tiene que producir más la propia. La consecuencia es la atrofia testicular y un conteo de espermatozoide que puede llegar a cero.

Otro causante son las infecciones de trasmisión sexual, como el HPV, la clamidia y la gonorrea. Estas dos últimas son causadas por bacterias que inflaman el epidídimo, estructura que se halla en la parte superior de los testículos y es responsable de almacenar el esperma. La OMS estima que, solo en 2020, hubo 129 millones de nuevos casos de clamidia y 82 millones de gonorrea.

Para sumar a lo citado, se estima que la trasmisión genética provoca entre el 10 y el 30% de los casos de infertilidad masculina. Es importantísimo tomar conciencia ahora del problema de reducción de fertilidad masculina, modificando individualmente las causas que, de continuar, llevarán en corto plazo a una crisis severa y dificilísima de revertir. Solo depende de nosotros. ¡Despertemos!

Ilustración Matías Roffe

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