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Del dengue a la bronquiolitis: una patología infantil que puede complicar a los adultos

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Dr. Mario F. Bruno
Dr. Mario F. Bruno
Presidente de la Sociedad Argentina de Periodismo Médico; Vicepresidente de la Sociedad Argentina de Cancerología; Presidente del Comité de Cuidados Paliativo de AMA (Asociación Médica Argentina); Presidente del Comité AntiTabaco de AMA Vicepresidente de UATA (Unión Antitabáquica Argentina); Director de los cursos anuales de 1) Periodismo Médico 2) Cancerología, 3) Cuidados Paliativos (AMA); Miembro Emérito de ASCO (American Society Clinical Oncology); Miembro Titular de ESMO (European Society Clinical Oncology); Director Médico de Medicron S.A. (Centro Oncológico)

Hace muy pocos días, la patología de la que todos hablamos era la del Dengue. Esta afección decreció bruscamente pero no significó un período de calma.

Ahora, en el escenario de la salud, ha hecho su brusca aparición la bronquiolitis. Es una infección respiratoria que afecta, sobre todo, a los menores de 2 años, provocada por el Virus Sincicial Respiratorio (VSR), y que puede originar una infección severa en adultos mayores con enfermedades subyacentes. Con la llegada prematura de los fríos, esta afección se ha incrementado exponencialmente debido al aumento de la circulación del citado virus. Comienza y transcurre con síntomas leves parecidos a los de un resfriado, pero puede terminar siendo la causa más común de bronquiolitis y neumonía en menores de 1 año.

La bronquiolitis es un proceso inflamatorio de las vías respiratorias pequeñas (bronquiolos) del pulmón, que origina diferentes grados de dificultad para respirar. Los síntomas más frecuentes son: inicialmente signos de resfriado, como por ejemplo goteo nasal, tos leve y fiebre. Luego de 1 o 2 días, la tos suele empeorar y el bebé comenzará a respirar con mayor rapidez. A su vez, puede deshidratarse si no toma líquidos. Y si la dificultad para respirar se acrecienta, provoca la sensación de falta de aire. Hay que tener en cuenta que la fiebre puede o no estar presente.

La mayoría de las infecciones por este virus se resuelven por sí solas en el término de una o dos semanas. Si la tos, el decaimiento y la falta de apetito como la dificultad para dormir crecen, podemos estar ante la presencia de una bronquiolitis. Es para destacar que los síntomas aparecen por etapas y no todos a la vez, de allí la importancia que adquiere la consulta precoz con los miembros del equipo de salud.

En los estadios más avanzados de la infección por el VSR en niños, es frecuente  encontrar dificultad para comer y respirar, respiración rápida y quejosa, hundimiento de los espacios entre las costillas, coloración azulado de la piel y labios, todos síntomas que indican la necesidad de un tratamiento más intensivo que incluye la internación para administración oxigeno adicional, y fluidos endovenosos para mejorar y mantener la hidratación, además de broncodilatadores.

Los grupos poblacionales más expuestos a la bronquiolitis son los menores de 6 meses y los adultos, especialmente los mayores de 65 años con comorbilidades, que pueden presentar formas clínicas muy severas y requerir hospitalización. Los niños más expuestos a complicaciones son los nacidos prematuros o de bajo peso; los que padecen enfermedades cardíacas o respiratorias previas; los que no recibieron lactancia materna; los que viven en ambientes contaminados (especialmente humo de cigarrillo) o en condiciones de hacinamiento; los que concurren a jardines y guarderías; los que padecen enfermedades neuromusculares; y aquellos con afecciones del sistema inmune.

Respecto a los adultos, las infecciones por el VRS logran ser peligrosas porque puede desembocar en cuadros graves como la neumonía. Si bien los datos estadísticos en Argentina son escasos, en los Estados Unidos cada año se estima que entre 60.000 a 160.000 adultos mayores son hospitalizados y entre 6.000 a 10.000 de ellos mueren debido a una infección por el VRS.

Los adultos que tienen el mayor riesgo de contraer una infección grave por el VRS son también aquellos que tienen disminuido el sistema inmunológico:  adultos mayores, especialmente los de 65 años de edad o más porque el sistema inmunitario se debilita cuando envejecemos, los adultos con enfermedad cardiaca o pulmonar crónicas, y con el sistema debilitado, como ocurre en pacientes oncológicos, afectados por VIH o trasplantados.

En cuanto a la terapéutica, no existe un tratamiento específico para el virus. Se tratan los síntomas intentando evitar la progresión de la enfermedad y las consiguientes complicaciones. En el bebé es fundamental estar atento a la frecuencia respiratoria y asegurarse de que pueda alimentarse e hidratarse lo suficientemente bien, pese a la dificultad en la ingesta.

Sobre las medidas de prevención, debe tenerse en cuenta que los niños son los principales portadores de bronquiolitis en la población. Por lo tanto, es necesario intensificar las rutinas de limpieza y desinfección para evitar la propagación de infecciones respiratorias y evitar extender el contagio hacia otros lugares como el hogar y las familias. El primer punto a tener en consideración es el lavado de manos, que constituyen el principal agente transmisor de estas enfermedades, dado que el contagio se produce fundamentalmente por contacto directo con superficies y objetos contaminados; lavarse frecuentemente las manos con agua y jabón contribuye a disminuir las posibilidades de contagio. Dentro de este mismo contexto, y especialmente en el adulto, se aconseja no llevarse las manos a la cara, no tocarse los ojos, la nariz y la boca con las manos sin lavar, y evitar el contacto cercano con personas enfermas. También se desaconseja el contacto cercano, como dar besos o compartir vasos, tazas o cubiertos con las personas que tengan síntomas similares a los de un resfriado. Para evitar ser un agente de propagación de la afección, debe cubrirse la nariz y la boca cuando tosa o estornude. Otro punto clave en la prevención es la desinfección de las superficies y los objetos que las personas tocan frecuentemente, como los juguetes, las manijas de las puertas y los dispositivos móviles. Cuando las personas infectadas con el virus respiratorio sinsicial tocan superficies y objetos, pueden dejar allí los microbios.

El consejo final es quedarse en la casa cuando uno esté enfermo y no concurrir al trabajo, la escuela ni a lugares con alta concentración de público.

Ilustración: Matías Roffe

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