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Carta a los padres sobre el consumo de drogas

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Estimados padres y madres:

La tremenda expansión que ha tenido el consumo de drogas en los últimos años debido, entre otras causas, al gran negocio que es el narcotráfico, y el daño que está causando a la sociedad, hacen necesario que estemos alertas cuidando a nuestros hijos en lo siguiente:

Amistades:

Debemos conocer a sus amigos y saber cómo son los lugares a los que concurren.

Conducta:

Estar alertas ante cambios de conductas y de estados de ánimo como la depresión, la tristeza, el desánimo, etc., ya que pueden revelar que están en serio riesgo de contraer adicciones.

Estamos ante una nueva generación de jóvenes que, en general, no tienen pasiones, no se sienten motivados, son víctimas de la apatía y la desorientación, pero somos los adultos los responsables de que eso les suceda al no estar atentos a sus gustos y no estimularlos en todo aquello que pueda hacerlos felices. Y también contribuyen de una forma muy directa las malas acciones que se publican en los medios de comunicación masiva, ya que rara vez difunden los buenos ejemplos, que sin duda son muchos más que los que se ocupan de hacer daño, porque la mayoría de los seres humanos construyen diariamente un mundo mejor estudiando para prepararse para el futuro; trabajando para lograr un mejor nivel de vida y dando buenos ejemplos a través de la realización de buenas acciones.

Comunicación:

Es muy útil que nos ganemos la confianza de los jóvenes manteniendo permanentemente el diálogo con ellos para que nos permita conocer sus inquietudes, sus preocupaciones, sus gustos, sus dudas, sus ideales y sus miedos. Esto no significa que los padres deben ser “amigos” de sus hijos, se debe ejercer el rol de padres, pero siempre brindando la oportunidad de que nos transmitan sus inquietudes para lo que debemos ganarnos su confianza y estar dispuestos a escucharlos sin censurarlos, pero orientándolos y guiándolos por el camino de la vida. La falta de comunicación entre padres e hijos es uno de los factores más influyente para que los adolescentes, ante estados depresivos, recurran al consumo de drogas.

Los límites:

Es imprescindible orientar a los jóvenes acerca de lo que se les va presentando en la vida y responder a sus inquietudes y dudas, pero todo ello debemos hacerlo fijando los límites a sus conductas, a sus preferencias, a su deseo de probarlo todo con el pretexto de su necesidad de conocer, etc.

Aunque no lo expresen directamente, ellos necesitan que se les fijen límites, porque eso les significa que nos interesa lo que les sucede y que queremos evitar que sufran daños o decepciones.

No tenemos que darles todos los gustos por el solo hecho de que nosotros no pudimos hacer o disfrutar de determinadas cosas, porque de este modo los dejaremos a la deriva ante la vida sin ninguna orientación ni protección, ya que se acostumbrarán a no hacer ningún esfuerzo para lograr lo que desean. Además, al facilitarle todo, se les quita la posibilidad de disfrutar de la satisfacción que se siente con los propios logros.

Esto no significa ejercer un rol dictatorial y permanentemente severo sobre los jóvenes, ni aplicarles prohibiciones o sanciones sin explicación alguna, sino que se trata de marcarles el mejor camino para ellos y enseñarles que deben conducirse con la libertad responsable que les permita desarrollarse como buenas personas.

El afecto:

Es fundamental brindarles y demostrarles cariño. Hacerles saber que difícilmente alguien los pueda querer tanto como los propios padres, y desearles lo mejor para ellos en todos los aspectos de la vida.

El ejemplo:

No nos desliguemos de nuestra responsabilidad de educar a los niños y jóvenes pretendiendo que sean educados en las escuelas, porque las escuelas están para que les den conocimientos, y además los docentes no pueden educar las conductas de todos los alumnos que tienen a cargo.

La educación es la que tenemos que darles los adultos y la manera más efectiva es con nuestro propio ejemplo. Nadie puede convencer a otra persona de que el cigarrillo es malo para la salud, mientras tenga un cigarrillo en su propia mano. Es inútil pretender que hagan algo, cuando nos ven a nosotros hacer lo contrario. La mejor y más efectiva escuela de educación son los buenos ejemplos que se les da en el propio hogar.

Debemos hacerles que las adicciones a las drogas provocan:

Deterioro y debilitamiento de la voluntad:

El que consume se vuelve un esclavo de la droga, pudiendo cometer actos contrarios a su educación para conseguirla y hasta perder su salud, porque pierde totalmente el control de sus actos.

Deterioro de las relaciones personales:

El consumidor ya no es capaz de mantener relaciones estables, tanto con familiares como con amigos, pues rechaza que quieran imponerle que deje las drogas, razón por la que en general, sus únicos amigos son también consumidores. Muchas veces roba o engaña para poder conseguir droga, lo cual deteriora aún más sus relaciones. Suele ser agresivo y propenso a generar conflictos.

Disminución del rendimiento en el estudio y en el trabajo:

Se llega al grado de abandonar metas y planes, recurriendo a la droga como una “solución”, que en realidad no les resuelve nada, sino que les provoca un grave daño a su salud y tienen un nuevo y grave problema.

Pérdida de disfrutar de los placeres reales de la vida:

El alcohol y las otras drogas impiden percibir las más hermosas sensaciones que tiene la vida, porque solamente se siente el efecto de la drogadicción que es falso e insalubre.

Actuar con sentido común:

Si una persona se considera inteligente, jamás creerá que el alcohol y las drogas pueden darle felicidad, porque el estado a que se llega con el consumo de drogas es falso ya que no puede actuar de acuerdo a su voluntad, sino que actúa por los efectos que las drogas provocan en su cerebro.

Informarlos:

Hacerles saber que es muy fácil contraer adicciones pero que es muy difícil, y muchas veces imposible, salir del consumo del alcohol, del tabaco y de las drogas en general. Que cualquier adicción provoca un falso estado de ánimo, y en lugar de ayudar a resolver los problemas, da una falsa visión de la vida y crea otro problema peor, que además de enfermar, quita capacidades y hasta puede hacerles perder la vida.

Con ello, se anulan las posibilidades de ser realmente felices; de cumplir con el sueño de hacer lo que verdaderamente les gusta para su futuro, por ejemplo con los estudios; el trabajo; los ideales; las preferencias en cuanto al deporte; las artes; la sana diversión y cualquier otra buena actividad que se quiera disfrutar.

Probar todo es una trampa: Los narcotraficantes han instalado en los jóvenes la creencia de que para conocer y tener nuevas experiencias, todo hay que probarlo, porque en eso también están incluidas las drogas. Por supuesto que siendo joven, se necesita adquirir nuevos conocimientos y descubrir el hermoso mundo en que vivimos, pero probar qué ocurre cuando se bebe alcohol en grandes cantidades o probar una droga para saber lo que provoca, es una trampa de la cual no se puede salir.

Hagamos todo lo necesario para evitar que nuestros hijos cometan el error de consumir drogas, protejámoslos, no sea que mañana nos preguntemos ¿y yo dónde estaba?

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