Si bien el cáncer de piel es más frecuente después de los 50 años, estudios recientes muestran un incremento en la incidencia de esta patología en menores de dicha edad. Este dato es sumamente importante, especialmente en esta fecha, donde al acercarse el verano la gente comienza a exponerse al sol, cuyos rayos ultravioletas son la causa principal que origina las tres variantes de cáncer de piel: el carcinoma basocelular, el cáncer espino celular y el melanoma.
El carcinoma basocelular representa el 80% de los casos de cáncer de piel, y frecuentemente aparece en las zonas de mayor exposición solar como el rostro, el cuero cabelludo, las manos y brazos. Suele crecer lentamente y no hace metástasis a otras zonas del cuerpo. El carcinoma espinocelular representa el 12% de los tumores dérmicos y suele originar metástasis. Finalmente, el melanoma, que es el más grave de todos, representa el 5%, y se origina en los melanocitos, las células destinadas a protegernos del sol. Para ello, segregan la hormona melanina, que es el pigmento que protege a las células epidérmicas de los efectos de la radiación solar, formando una capa que recubre al núcleo de las células y absorbe las radiaciones obscureciendo la piel. El melanoma se propaga con gran facilidad a otras partes del cuerpo. El 3 % restante son tumores originados en el tejido más profundo, que se halla por debajo de la primera capa de la piel. Son muy poco frecuentes y no se relacionan con la exposición solar. Trabajos científicos del año 2022 refieren que el 40% de los melanomas, que es la patología oncológica más seria de las tres citadas, se diagnostican en nuestro país antes de los 55 años. Según un informe publicado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) en el año 2020, la radiación solar genera alrededor de 1,5 millones de cánceres al año. El rayo ultravioleta emitido por el sol causa el 90% de los canceres de piel y los emitidos por las camas solares originan el 5%; ambos son acumulativos, es decir que la piel tiene “memoria” y va sumando radiaciones cada vez que nos exponemos a las mismas.
Los cambios en la forma de vida, relacionada con una mayor exposición al sol a través de los deportes, el mayor tiempo de vida al aire libre y el uso de ropa que deja más piel sin cubrir, constituyen las causas principales de este incremento. Es frecuente encontrar bebes expuestos al sol en la playa, sin ningún tipo de protección, razón por la cual la piel de los mismos está sometida a una exposición inadecuada a los rayos ultravioletas desde muy pequeños. Asimismo, la presencia de lunares es un factor predisponente para la aparición de cáncer de piel. Otro factor predisponente es el color de la piel. La piel clara, el pelo rubio o pelirrojo y ojos claros tienen mayor tendencia a la quemadura solar y a la formación de pecas, debido a que las pieles claras tienen menos cantidad de pigmento protector y esto deja a las células más expuestos a los rayos cancerígenos.
Aquellos que se exponen al sol y se queman con enrojecimiento y sin bronceado, tienen mayor predisposición a desarrollar este mal. Específicamente para el melanoma, las quemaduras provocadas por el sol constituyen un importante factor de riesgo. La exposición al sol en horarios inadecuados también constituye un factor de riesgo.
Existen varias medidas preventivas sencillas para reducir la incidencia del cáncer de piel. El primer factor pasa por el uso de protectores solares. La indicación es emplear los de amplio espectro con protección para los rayos UVA y UVB. El factor no debe ser menor a 30 y es necesario aplicarlo 20 minutos antes de la exposición, así como reaplicarlo cada dos horas o después de que la piel se haya mojado o humedecido. Estadísticas recientes de la Sociedad Argentina de Dermatología muestran que en nuestro país el porcentaje de mujeres que se protege a diario del sol es del 32,7 %, y el de los hombres del 19,7%. Indudablemente es un porcentaje bajo. El segundo factor es la consulta con el dermatólogo para controlar manchas o lunares. De esta forma, es más probable la detección precoz. Un tercer factor es concurrir al dermatólogo en salud para saber si somos una persona de riesgo o no y nos advierta sobre cuidados específicos. Finalmente, el cuarto factor es exponerse menos y evitar el horario del sol cuando nuestra sombra es corta, es decir, horarios cercanos al medio día. Para Buenos Aires, en verano, el horario de no exposición es de 10 a 16 hs.
Ilustración: Matías Roffe
