Organizando el trabajo del cuidado de adultos mayores desde hace 22 años, contribuyen al fortalecimiento de la comunidad, al desarrollo local y a la creación de oportunidades para todxs
Soltrecha, la primera cooperativa de cuidados del país, fue creada en 2001 en la provincia de Chaco, y surgió como un proyecto de la Asociación Trentinos en el Mundo, una ONG proveniente de la ciudad de Trento, Italia. Josefina Sánchez, quien actualmente preside la cooperativa Soltrecha, define el verbo cuidar: significa “ayudar al otro”.
Cuidar “es acompañar respetando su individualidad, gustos y tradiciones”, agrega Josefina. “Pueden tardar horas en abrocharse los botones de la camisa, pero si les hace bien, los espero. Todo lo que hace la persona por sí misma le da sentido a su vida”, dice. Y propone que se incorpore a los cuidadores desde una perspectiva preventiva: ¿Por qué una obra social no cubre a un cuidador o cuidadora que pase dos o tres veces por semana a ayudar que el adulto se organice antes de que se lastime?
En la actualidad la cooperativa está compuesta por 94 socios que se dedican al cuidado exclusivamente y a las capacitaciones en esta materia. Once son varones.
Desde la cooperativa brindan un curso de formación profesional con certificación oficial. Es una capacitación anual que está abierta a la comunidad, y además se ofrecen cursos de especialización en temas específicos para reforzar en quienes atienden a adultos mayores.
Las certificaciones son muy importantes para aquellos socios que ingresan a la cooperativa con experiencia pero sin acreditación de su especialización laboral, pero también lo son abiertos para aquellas personas que buscan trabajar como cuidadores independientes. De esta manera, además de formar cuidadores de calidad para dar mayor seguridad a los y las pacientes, se fomenta la profesionalización en el sector.
“Este año vamos a cumplir 22 años de trabajo ininterrumpido brindando soluciones al cuidado de las personas. Esa es nuestra tarea primoridal y siempre estamos tratando de mejorar para destacarnos por la calidad, la eficiencia y la calidez del servicio que brindamos. Siempre estamos con los oídos abiertos para recibir los comentarios que los clientes nos hacen porque eso nos ayuda a crecer. Desde ya que recibimos muchos comentarios positivos, pero también solicitamos y tomamos los comentarios negativos porque eso nos permite a nosotros reveer la forma en que trabajamos y poder mejorarla”, señala Josefina respecto de la relación con las personas cuidadas y sus grupos familiares.
“Esto también sucede con los socios de la cooperativa: los socios pueden opinar, manifestar lo que piensan, brindar ideas. Hemos creado a lo largo del tiempo espacios que nos permiten estimular esta participación. Al ser muchos a veces es difícil, y entonces lo que hacemos es armar grupitos de cinco personas, donde el socio cada 15 días participa brindando su opinión, conociendo las cuestiones de la cooperativa, su historia, las áreas y todo lo necesario para que tenga el sentido de pertenencia”, remarca.
— ¿Qué necesidades resuelve la cooperativa?
— Podría decirte que resuelve las necesidades de las dos partes: la comunidad, quienes necesitan cuidados; y el cuidador, los cuidadores. Hemos creado algunos dispositivos para cuidar a nuestros compañeros. Y creo que eso es lo mejor que tiene el cooperativismo, que es el único que está cuidando a la dos partes del cuidado. También el tema de la capacitación, creo que eso es fundamental. Y estamos detrás del proyecto de ley para regular la actividad de los cuidadores domiciliarios.
— ¿Qué implica el desafío de la profesionalización del trabajo del cuidado?
— La tarea del cuidado no es solamente la higiene, la alimentación y la vestimenta: implica mucho más que eso. Implica conocer, observar, escuchar a la persona; crear estrategias de trabajo para estimularla, para rescatar esas aptitudes que las personas mayores todavía tienen, pero que por la vorágine del día, a las familias, que generalmente trabajan, y cuidan hijos y nietos. Muchas veces el apuro hace que los mayores pierdan capacidades, porque por ahí la familia los cuida pero en pos de apurarse… o de ayudarlos pero con los tiempos que demanda el día, le cortan la comida por ejemplo, y esto hace que pierdan esa capacidad. En cambio el cuidador está totalmente a disposición del paciente, y si detecta que el paciente puede todavía cortarse la comida, lo esperan; si pueden cocinar, lo pueden hacer en conjunto, puede picar la cebolla, o pelar la papa, o revolver la olla. Así sea algo mínimo que puede hacer se trata de su autonomía.
Se trata de defender la autonomía de cada persona para decidir que va a comer hoy o para prenderse un botón, y sin importar que se haga tarde. Para prender botones podemos crear dispositivos muy caseros que le ayuden a lograr seguir haciendo esa actividad, porque la autonomía es muy importante. Las personas cuando perdemos la autonomía perdemos el sentido que tenemos en nuestras vidas. Conservar niveles de autonomía, mejora significativamente la calidad de vida. A eso apuntamos.
— ¿Cómo se organiza el servicio que ofrecen?
— En la cooperativa las familias encuentran un servicio que está preparado para darles asistencia las 24 horas del día, y que se adapta a los días y horarios que las personas necesitan. Por tu rutina, o por tu forma de vida, vos podés necesitar un servicio de 8 de la mañana a 10 de las noche, o hasta las 12 del mediodía o las 24 horas, y entonces trabajará un equipos rotativo. Todo depende también de la patología que tenga la persona, si es que tiene alguna, porque también podemos cuidar a una persona autovalida que sólo necesita compañía.
Esto a veces se ve muy minimizado, porque la persona está bien, y sólo necesita no estar en soledad, y las familias dilatamos el momento de incorporar al cuidador, pero esto no es aconsejable, ya que sirve para prevenir accidentes. No es lo mismo incorporar a una persona cuando todavía se está saludable, con autonomía intacta, o con una semidependencia, que cuando la persona ya es un dependiente total, y es una situación más vulnerable y una situación más complicada. Nosotros creemos que si el cuidador ingresa un poco antes de esa situación, se pueden prevenir enfermedades o caídas, u otras situaciones.
— ¿Trabajan también con los lazos sociales de las personas cuidadas?
— Siempre. Desde las cooperativas de cuidado, no solo desde Soltrecha, se adapta este servicio a las necesidades y los modos de vida de las familias. Siempre la mirada del cuidador va a traer observaciones, sugerencias, porque tenemos la mirada entrenada para pensar cómo mejorar la calidad de vida. Por ejemplo, vemos en la casa las barreras, los potenciales riesgos. Hay cosas que puedan significar un peligro y en las casas no nos damos cuenta, y nosotros lo vemos porque estamos preparados para esto y tenemos una visión aguda sobre el trabajo que hacemos. Por decir, pueden faltar barrales en el baño que eviten caídas, o las típicas alfombritas que están delante de la cama y son un peligro para el adulto mayor. Es decir, hay cuestiones sobre las cuales los cuidadores hacemos sugerencias siempre es pos de mejorar la vida del adulto mayor o la persona cuidada. Y trabajamos también para mejorar sus relaciones: tratamos de crear una red alrededor del adulto mayor, contactarlo con sus vecinos o con sus familiares, porque a veces los adultos tienden a encerrarse. Hablamos con su grupo con el que iba a la iglesia, o con la salita de su barrio. O sea, tratamos de crear una red de contención.
— ¿Qué ventajas tiene el trabajo cooperativo por sobre el independiente?
— Cuando empezamos a trabajar en el proyecto de ley con (la diputada del Frente de Todos) Mónica Macha empezamos a escuchar a las cuidadoras que trabajan independientes que estaban solas, que no tenían apoyo, que no tenían a poyo psicológico, y esto las llevaba a estar en un lugar muy vulnerable. En la cooperativa eso no nos pasa, porque fuimos buscando herramientas para ayudarnos entre todas, y por el sólo hecho de ser un grupo que vas a tener con quien contar para solucionar el problema que tengas, laboral o personal. Lamentablemente las cooperativas contamos con pocos recursos, pero sí contamos con imaginación, y entonces le damos estrategias ingeniosas a nuestras compañeras. Al principio, cuando no teníamos plata para pagarle a una psicóloga hacíamos grupos de contención, así le decíamos nosotros, y cada 15 días nos juntábamos y hablábamos sobre nuestros casos. Y entre nosotras nos íbamos dando pautas de trabajo para mejorar las guardias, hacíamos un poco de catarsis sobre las situaciones del día a día, y entre todos nos íbamos ayudando. El sólo hecho de tener a quien contarle es importante, porque el trabajo de cuidado es desgastante psicológicamente, físicamente, mentalmente, es muy importante.
–¿Y cómo está organizado el cuidado de la salud mental de las cuidadoras hoy?
— Hoy en día contamos con una psicóloga, y si las chicas tienen un problema las chicas piden un turno y lo hablan con ella, o se hacen reuniones grupales para pensar estrategias en conjunto. También se creó en la cooperativa un área solidaria para recaudar fondos para ayudar a las compañeras que estén pasando por alguna situación especial, o porque algo les impide trabajar, o porque necesitan un apoyo financiero puntual. Por eso, con los recursos que tenemos tratamos de crear estrategias para apoyar a nuestras compañeras.
— ¿En qué cambiará la nueva ley que están impulsando para regular al sector?
— El cuidador no está reconocido como un trabajador porque no hay una ley que reconozca a las tareas del cuidado como una profesión, y entonces se toma como dentro de servicios domésticos. Nosotras estamos convencidas de que esa no es el área que nos representa, porque tenemos más que ver con él área de salud. Entonces estamos mal regulados, mal categorizados. Necesitamos que se apruebe este proyecto de ley que regule, jerarquice y visibilice esta profesión.
No hay que olvidar que esta profesión nació con un mandato social dirigido exclusivamente a las mujeres. O sea, si había que cuidar alguien en la familia, ese era un mandato para las mujeres, como es todavía. Pero nosotras logramos transformar esto en un oficio, que fue teniendo un conocimiento especializado, y podíamos ver que era un trabajo, que se podía vivir de esto, y que el oficio se iba transmitiendo de persona a persona de manera informal, y luego con las formaciones constantes y permanentes se fue transformando en una profesión.
Nosotras tenemos todo hoy para ser reconocidas como profesionales: tenemos compromiso con la actividad, y eso lo comprobamos en la pandemia, cuando salimos a trabajar igual aunque no nos vacunaron (nos declararon esenciales pero no nos vacunaron), tenemos altos valores éticos y morales por nuestro trabajo, tenemos roles y actividades bien definidas, tenemos capacidad de gestión, y mucha formación. Todo esto describe a un rol profesional.
–¿Cómo viene siendo la incorporación de varones al rubro?
— Costó y cuesta porque el mandato del cuidado nunca fue dirigido a los varones, y por eso al principio los clientes no querían varones no querían varones, y durante muchísimo tiempo tuvimos un solo varón, que trabajaba en el interior con un solo paciente, y después pudimos incorporar otro varón pero también nos costaba un montón conseguirle trabajo. Preferían cuidadoras mujeres porque pensaban que los varones no podían hacer este trabajo de cuidado que implica la higiene, conversar, estimular, prepararle la comida, todas tareas entendidas como de mujeres. Fue un trabajo de hormiga que fuimos haciendo convenciendo, concientizando, demostrando que esto es una profesión como es la enfermería, la kinesiología o la medicina. Somos profesionales que conocemos nuestras tareas y las sabemos realizar. En los mismos varones había una resistencia en no saber si podrían hacer esta tarea.
Estuvieron los valientes que se animaron, y la gente empezó a ver que es un trabajo como tantos otras que pueden hacer todos los géneros. Después empezaron a anotarse en los cursos de cuidadores, y creo que fue un autodescubrimiento para ellos también, como fue para nosotras al principio descubrir que este trabajo que ya hacíamos era hecho de manera profesional
Trabajo digno y el derecho a la autonomía
La organización en cooperativa fue la manera que Soltrecha encontró de sortear esta precarización laboral que caracteriza el trabajo de cuidados. “La cooperativa nos da trabajo y también contención”, dice Josefina. “Todas estamos mejor que cuando empezamos. Algunas pudieron recibirse, otras salir de situaciones de violencia porque tenían un respaldo atrás”.
Y para los adultos mayores la obras sociales sólo tiene como alternativa a la internación. Y eso implica perder autonomía, perder la relación con todo el mundo construido, elegir que comer, qué hacer. A veces gastando lo mismo se podría integrar un servicio de cuidado a domicilio y proteger este derecho tan importante y que tanto significa, que es la autonomía.
La organización de los cuidados es un problema colectivo, y requiere de una ley que ponga el eje en los derechos de las personas, desde una mirada preventiva e integral.
Proyectos para el futuro
El proyecto de Ley de Cuidadores Domiciliarios busca formalizar y jerarquizar este trabajo. La iniciativa promueve la profesionalización, la capacitación y la creación de un Registro Nacional con una nómina de cuidadores. Además, incorpora a las cooperativas de trabajo que presten el servicio de cuidados.
Las cuidadoras domiciliarias carecen de seguridad social, aportes jubilatorios, obra social, sindicatos, vacaciones, regulación de horarios ni referencia tarifaria. Vienen pensando en políticas públicas cómo resolver estos problemas, y quisieran ser parte de una pesa con el Estado para desarrollarlas.
Por eso además de la ley hace falta una política pública integral que organice un sistema de cuidados pensando en todas las partes involucradas. “El cuidado es una actividad que se está diversificando: adultos mayores, niñeces, personas con discapacidad, cuidados comunitarios, etc. Y cada parte merece una mirada especial contemplando a la parte trabajadora y a la persona cuidada”, dice.
“Como trabajadora cooperativista necesitamos de un Estado que nos integre verdaderamente. Porque el monotributo no es un sistema que nos favorezca”, plantea. Opina que los trabajadores autogestionados deberían ser reconocidos por una ley.
Comisión directiva
En la Asamblea Ordinaria del 25 de febrero se reunieron todos los socios y socias para analizar lo recorrido y decidir cómo seguir construyendo una cooperativa democrática, equitativa y solidaria.
Presidenta: Josefina Sánchez, Tesorera: Alicia Alegre, Secretaria: Laura Maciel, Vocales: Andrea Maciel y Florencia Bellini, Síndico Titular: Norma Flores y Síndico Suplente: Gricelda Gutierrez
Se aprobó el balance y la elección de autoridades del Consejo de Administración.
A su vez la gestión administrativa brindó una exposición de su trabajo anual, resumiendo en eso la memoria de la Cooperativa.
Tomaron la palabra, la Presidente Josefina Sánchez, Alicia Alegre Tesorera, Patricia Pacheco Contadora de la cooperativa, Andrea Maciel, Florencia Bellini y Mariela Pereyra del Área de Coordinación de Guardias, Laura Maciel del Área Educativa, Soledad López del Área Solidaria, Griselda Gutiérrez del Área de Supervisión de Guardias y Norma Flores Secretaria Administrativa.
Esta nota periodística es producto del convenio INAES-CGCyM, en busca de la visibilidad de entidades destacadas de la Economía Social y Solidaria de todo el territorio argentino.
