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Reseña del filme La sociedad de la nieve (España, 2023)[1], que aborda la tragedia/milagro de los Andes de 1972

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Ramiro González Gainza
Ramiro González Gainza
Profesor y psicólogo social. Universidad Nacional de Luján e ISTLYR. Autor de “Para la libertad” (2023) y “Crónicas de una nave de madera” (2019). Integrante de la Cooperativa Espíritu Guerrero Editor.


[1] En pequeñísimo homenaje a Ramoncho Marino, que supo motivar a los diálogos y a mi escritura por sobre todas las cosas. Y que le hubiera encantado discutir esta peli, pues hablamos de esta historia algún día en Parque Chas, y para contar todo lo que se lo extraña en medio de tanta realidad.


“La sociedad de la nieve” es una película basada en el libro[1] homónimo de Pablo Vierci, que llegó para narrar, una vez más, algo mil veces contado: el accidente aéreo de los uruguayos en la montaña. Pasaron más de 50 años. Y esta producción, que contó con 70 millones de dólares de presupuesto, tenía insumos para hacer las cosas bien, y los aprovecharon: lo hicieron mostrando lo humano de la trama. Los matices. Ahí está su mayor acierto. Narrar desde uno de los protagonistas que murió, y eso tiene un valor que empodera al espectador en la mezcla de sensaciones que va teniendo a lo largo de una trama que uno sabe, como en Titanic, el final, pero igual esta expectante y tenso.


Hace 30 años en el departamento de la calle Rivadavia en Buenos Aires, con mi amigo Pablo Navarro, esta historia nos llevaba una y otra vez a plasmarla en eternos e interminables diálogos adolescentes, teníamos la misma edad que los protagonistas. Para colmo Hollywood hizo “Viven” y como siempre que meten mano, arruinan todo, sobre todo por no entenderlo, no comprender lo latinoamericano del proceso de esta supervivencia (igual se fueron superando, haciendo un desastre, más adelante, de “Nueve reinas”). De esas refritadas conversaciones y lecturas hacíamos hipótesis, suposiciones y tomábamos partido.

Como si fuese un clásico griego, ese avión, esos muchachos, esas historias, esa nieve, van y vuelven cien veces y cada una es diferente. Pero lo relevante es poder (intentar) ponerse en los pies de esos jóvenes que tenían todo por delante, pertenecientes a una clase social que daba para pensar que les faltaría poco en su vida, que encajarían. Y que una situación tremenda les haría tener que enfrentar situaciones impensadas, muchas de ellas sin los conocimientos de base para resolverlas. El frío, la inmensidad de la montaña, el hambre, el vacío, la muerte.

El impulso por vivir, la energía por avanzar, los problemas del azar y las cornisas del destino van permitiendo que los sobrevivientes sigan a pesar de adversidades impensadas. La cordillera de los Andes y su belleza imponente acompañan los más de dos meses que insólitamente, y de manera obstinada, sostienen su vida transformando su resistencia en una pequeña sociedad.


En cada uno de los libros publicados (más de 18) y en cada filme y documental. aparecen trazos que muestran particularidades que engloban algo que merece decirse con la voz de otro célebre uruguayo, Obdulio Varela[2]: “los de afuera son de palo”. Esos 210.000 hinchas brasileños que quedaron paralizados en el Maracanazo de 1950 y no comprendían ese Uruguay campeón del mundo cuando les alcanzaba con un empate para coronar. Ese uruguayo, negro y al que sus compañeros trataban de usted, que se metió esa noche en los bares cariocas a tomar con los perdedores, y que al llegar a Montevideo del aeropuerto de Carrasco se esfumó entre la gente y no llegó al festejo del estadio Centenario[3]. Era humilde, había sido parte de una huelga histórica, murió con lo puesto, como le dicen. Poquísimas veces fue reconocido en la inmensidad de su legado.

Dios aparece en diversas maneras en la historia, incluso en la ceremonia de salir por un agujero en la nieve blanca, después del alud que los entierra, hay algo de místico, de encuentro con el Ser, de posibilidad de anclar una refundación de ese grupo minúsculo con las inmensidades de sus creencias. Algunos lo pierden, otros lo encuentran. Vienen de un equipo de rugby, de clases pudientes, de una formación religiosa. Ese punto de partida creo que va a acompañar la manera que resuelven colectivamente las situaciones y el desarrollo posterior de su vida cotidiana. Hay lugar para lo milagroso, hay lugar para varias resurrecciones.

Uruguay era un país convulsionado que vivía la lucha de una parte significativa de su sociedad por un mundo mejor a inicios de los 70. En 1971 ocurrió la fuga de 106 tupamaros en la cárcel de Punta Carretas. Esos militantes comprometidos, que luego serían derrotados militarmente y pasarían, en su mayoría, años encerrados en condiciones tremendas, eran jóvenes que miraban el mundo diferente que los jugadores de rugby del Old Christians, aunque en muchos casos su origen social fuera similar. Entre quienes escaparon estaba quien sería presidente cuatro décadas después, Pepe Mujica, y el Raúl Sendic, entre otros.

Walter Weyerstall plantea que “El hecho es mencionado como una acción grupal de “los sobrevivientes” donde la unión entre pares fue clave; sin personalidades destacadas ni lugares de privilegio, sino un grupo de personas. Entonces, un grupo está formado por personas cohesionadas sin jerarquías entre ellas. El liderazgo o los liderazgos no son jerarquía.”[4]

La conformación grupal fue asumiendo roles y tareas en un proceso que duró el tiempo en la montaña. Lo excepcional fue la supervivencia y conseguir un entramado de grupo. Donde había dependencia, interdependencia, asunción y adjudicación de roles y movilidad en los mismos.

Numa – en cuya voz se narra la película- lideró la segunda resurrección y, con ello, tuvo una lesión cuya infección lo llevó a la muerte. Uno guardo los objetos de cada muerto, las cartas e insistió para subirse con ellos al helicóptero de rescate y fue, al regreso, a llevarlos a cada familia, una por una. Otro cortó los cuerpos que dieron la energía para seguir.

Los relatos caen muchas veces en focalizar la antropofagia como eje temático de la experiencia. Los sobrevivientes narran como llegaron allí. Y considero que nunca como en este caso son válidas las palabras del Negro Jefe[5] “los de afuera son de palo”. Sostener opiniones desde la distancia que implican nuestras comodidades ante la angustia y el miedo de ese grupo en esa situación suena por lo menos osado. Hubo diálogos y estrategias para tomar ese camino, fue luego de varios días y de no tener ningún alimento disponible. Luego del hambre. Antes de hablar del tema era algo que resonaba en el ambiente, cuentan los sobrevivientes. El film aborda esto narrativamente de manera impecable y resuelve una clave para dar veracidad a la obra en conjunto.

Viene y me resuena ese poema de Mario Benedetti “Consternados, rabiosos” (1967) que ante la ofrenda de lucha en las montañas bolivianas dice

“vergüenza tener frío
y arrimarse a la estufa como siempre
tener hambre y comer
esa cosa tan simple
abrir el tocadiscos y escuchar en silencio
sobre todo si es un cuarteto de Mozart”

La religiosidad de los protagonistas aparece en la película en los rezos y en esta decisión de eucaristía. Uno a uno se va convenciendo a los indecisos e incluso ponen palabra para el uso de sus cuerpos si muriesen. Una ofrenda que universaliza el acto, un permiso que habilita la acción como sagrada comunión. Jesús que había puesto su cuerpo, que se había entregado. Esta acción se ejemplifica en la nota que deja Numa al morir pidiendo el uso de su cuerpo.

Cuando le tiran la nota al arriero chileno, en que preguntan “¿Dónde estamos?” implica una profunda carga de espacio y tiempo, de síntesis entre la vida y la muerte, de ese no-lugar del que están emergiendo. Será la tercera vez que emergen hacia un mundo desconocido. Luego del accidente y después del alud debieron confrontar con un nuevo nacimiento, y a la vez, muertes cercanas.

¿Cuántas veces nos preguntamos “donde estamos” en el camino de nuestro hacer? ¿Cuántas veces necesitamos de otro que nos ayude a construir esa respuesta en profundidad? ¿Cuántas veces no nos hacemos esta pregunta cuando deberíamos?

Mirar arriba, al cielo, esperar de allí. De los rescatistas o de Dios, de lo humano o de lo divino. Pero en las nubes, de allí podría venir la salida. Allí la fe. Y, a la vez, abajo, en el lazo construido, en los vínculos, en los que están en conjunto luchando por salvarse. La fuerza del cielo, la fuerza del lazo, ambas en diálogo.

16 cordilleras diferentes. El sobreviviente Pedro Algorta dice en una entrevista[6] que hay distintas visiones, de cada uno una, y la mirada propia como forma, que da paso a su libro[7]. Le costó más de 30 años abrirse para entablarla con los otros, entramarla. Lo que aparece en sus charlas las clasifica en ocho ideas centrales[8], una justamente referida a distintas percepciones. “Todos somos sobrevivientes” dice, plantea que tenemos situaciones para ver nuestras propias cordilleras y ver como las enfrentamos, que aprendemos y como resolvemos la propia vida, la cotidiana.

Nando Parrado aporta, en otra entrevista[9], esa devolución de los espectadores luego de ver el filme que sintieron: “yo estuve ahí con ustedes”, y sintetiza: “eso es lo que hace grande la película”. Valora la veracidad y los movimientos que hace el director, borrar cierta grieta entre los sobrevivientes y los que no volvieron, al poner en Numa Turcatti, el narrador como eje del relato, que el filme logra resolver con mucha soltura una latente tensión que existía en los filmes anteriores y en muchos de los libros. Los vivos y los muertos. Los que llegaron a la otra orilla y los que no. Y todas las miradas en esos tránsitos para salir de un último pozo, de una nueva resurrección que los lleva a Montevideo a vivir una vida. Y a honrarla. Un viaje que implica renacer, pues para la sociedad y muchos de los familiares estaban muertos. Revivir, resurrección, volver de allá, de la cordillera y de la muerte, acogerlos, sincerarse, compartir la felicidad y el duelo, la cofradía de 16 y de todas las familias.

Si a los 116 el escape de la cárcel les permitió volver a la acción política y a la lucha por un mundo mejor, el agujero que devolvió a estos 16 desde los Andes permiten valorar el vivir una vida y hacer de ella lo mejor posible, en un acto de resiliencia y adaptación. Superación y soporte con/en el propio grupo. Algo que mantienen hasta hoy.

El relato coral que logra la película es una invitación al buen cine, a las reflexiones y a las profundidades filosóficas que lleva esta experiencia límite. Narrada con una autenticidad extrema, filmada de manera exquisita y con actuaciones estupendas, sobre todo a partir del accidente. Filmada con muchísima dificultad, en medio del COVID, el resultado de Jota Bayona como director es espectacular. Cuidado, filoso y penetrante, un artista que pudo sostener una obra universal sacándola del lugar del cine catástrofe y de la autoayuda.

Las primeras funciones, para los sobrevivientes y para familiares y amigos de los 45 que abordaron el avión, terminó con aplausos y abrazos, logrando zanjar la invisible franja que había de una historia inmensa.

Otro acierto es incorporar a algunos de los sobrevivientes en escenas, en roles acotados, pero que dan la completud al círculo que empieza a cerrar esta maravillosa película.

El milagro que superó a la tragedia fue por ese hacer grupal, todo es posible con ese otro que supera la individualidad para hacerla grupo. Los tres casos uruguayos deben ayudarnos, y mucho, para este tiempo de altares al individualismo, al consumismo y al sálvese quien pueda. Los sobrevivientes de los Andes crearon una fundación[10], los familiares una biblioteca[11], sendas objetivas de que hay otros caminos[12].

La manera de entender al Uruguay, y a los uruguayos, requerirá ir a estos lugares donde se constituye la mitología, entramada en personas comunes que hacen acciones espectaculares, en grupo. Obdulio y esa selección del 50, los tupas que pudieron escaparse de la cárcel en banda en el 71 y esta tragedia y milagro, de este grupo que sobrevive en la nieve[13] y constituye una pequeña sociedad.

No necesita el Oscar para quedar inmortalizada como película, será un clásico. De esos que uno mira más de una vez y que, en cada una, encontramos nuevos vericuetos, diálogos y preguntas.

Pablo Navarro encontró su camino como actor, en mi caso fui docente, pasaron 30 años de aquellos diálogos juveniles en el departamento de Rivadavia, cada uno buscó su senda. Somos sobrevivientes de un tiempo histórico que creímos todo era posible. Esta película es un canto para valorar la vida y luchar por ella, ahí su valor inmenso. Nuestros hijos y sobrinos hablarán de ella, como se habla de los hechos que en ella se cuentan. Un placer visual que nos convoca a la épica. Lo mismo que esos futbolistas y aquellos guerrilleros, creer y saber que en grupo (casi) todo es posible.


[1] Vierci, P. (2008) “La sociedad de la nieve”. Editorial Alrevés: Barcelona.

[2] Obdulio Varela, uno de los grandes olvidados del fútbol mundial, ha dado pocos reportajes. Para tener una idea de su magnitud sugiero este reportaje: https://www.youtube.com/watch?v=yG83pkEy3DU&t=540s&ab_channel=JulioPelossi

“se va perdiendo… según las circunstancias de la vida, hay gente que lo convidan a uno…”. Las palabras de Jacinto son parte de la manera humilde y oriental que puede acoplarse a lo ocurrido en esos otros uruguayos en esa montaña.

[3] Para ampliar ver: https://www.youtube.com/watch?v=ZSUQQVmmXiU&ab_channel=TNUUruguay

[4]. Weyerstall, W. (2023). Los grupos no se construyen, se tejen. Tecnología Y Sociedad, (11). Recuperado a partir de https://erevistas.uca.edu.ar/index.php/TYS/article/view/4599

[5] Forma en que se apodaba a Obdulio Varela.

[6] https://www.youtube.com/watch?v=7gxxmPy6Qj4&ab_channel=Televisi%C3%B3nP%C3%BAblica

[7] Algora, Pedro (2014). Las Montañas Siguen Allí: La Tragedia de Los Andes Contada Como Nunca Por Uno de Sus Protagonistas. Editorial Sudamericana: Montevideo.

[8] Estas son las ideas fuerza que surgen en mis conferencias y talleres;
1. La extraordinaria capacidad del ser humano para sobreponerse a las situaciones más adversas. Cuando uno está prácticamente derrotado o muerto, sacamos fuerzas de nuestro interior más profundo para continuar luchando por nuestra vida.
2. Nosotros somos personas normales. Cualquiera en circunstancias parecidas habría hecho lo mismo y probablemente sobrevivido. No hicimos nada extraño, dejamos que se desarrollaran nuestros más básicos instintos de supervivencia personal y grupal. Todos tenemos nuestras montañas y todos podemos con ellas.
3. No podríamos haber sobrevivido individualmente. Sobrevivir fue una experiencia grupal, pero requería a cada uno de nosotros estar enfocados en lo suyo y manteniéndose lo mejor posible. Había que trabajar para el grupo y para uno mismo.
4. No había líderes absolutos. Distintos líderes emergieron en circunstancias distintas. Los lideres y los roles varían según las necesidades. Pero lo más importante, poder ser líder de uno mismo, y vivir la vida al 100% desde donde nos toque vivir.
5. La caminata final, como objetivo de grupo, sin perder el foco en sobrevivir cada uno, un día más.
6. No teníamos todas las respuestas. Queríamos vivir, trabajamos para sobrevivir, pero no estábamos seguros de que lo lograríamos.
7. La enorme capacidad de recuperación. La capacidad de resiliencia. Después de esta tragedia, todos los sobrevivientes estamos vivos y hemos hecho una vida normal. La necesidad de poner nuestra tragedia
en la mochila y mirar para adelante
8. Las distintas percepciones. Para nosotros es un hecho normal, forma parte de nuestra vida. Por 35 años no ha sido un tema para mí.

Citado en https://survivorwalk.blogspot.com/

[9] https://www.youtube.com/watch?v=sdZbT2k44Oo&ab_channel=EnPerspectiva

[10] Fundación Viven: https://www.viven.com.uy/

[11] Biblioteca Nuestros hijos: http://bibliotecanuestroshijos.org.uy/

[12] La biblioteca y el equipo de la película en el encuentro (imperdibles palabras de J. Bayona, registrado en: https://www.youtube.com/watch?v=UeI-JHKRabc&t=610s&ab_channel=ElPa%C3%ADsUruguay

[13] Puede servir para ampliar de manera pertinente lo ocurrido el excelente capítulo de Historias innecesarias (2020) de Damián Kuc en Youtube: https://www.youtube.com/watch?v=nFna3BNxr2A&ab_channel=HistoriasInnecesarias

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