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Presbicia: la manifestación más frecuente del paso del tiempo en nuestro organismo

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Dr. Mario F. Bruno
Dr. Mario F. Bruno
Presidente de la Sociedad Argentina de Periodismo Médico; Vicepresidente de la Sociedad Argentina de Cancerología; Presidente del Comité de Cuidados Paliativo de AMA (Asociación Médica Argentina); Presidente del Comité AntiTabaco de AMA Vicepresidente de UATA (Unión Antitabáquica Argentina); Director de los cursos anuales de 1) Periodismo Médico 2) Cancerología, 3) Cuidados Paliativos (AMA); Miembro Emérito de ASCO (American Society Clinical Oncology); Miembro Titular de ESMO (European Society Clinical Oncology); Director Médico de Medicron S.A. (Centro Oncológico)

El ojo es el primer órgano donde el paso del tiempo deja sus huellas. La presbicia (proveniente de las palabras griegas presbys: viejo, anciano y el sufijo ia: cualidad), es la pérdida gradual de la capacidad de los ojos para enfocar objetos cercanos. No es una enfermedad sino una parte natural, aunque incómoda, del envejecimiento. Las primeras manifestaciones comienzan entre los 40 y 45 años y continúa empeorando hasta alrededor de los 65. Afecta al 95% de la población mayor de 50 años y al 81% de la población a partir de 45.

Para entender de qué hablamos, podemos comparar el ojo con una cámara fotográfica. La córnea es la primera “lente” que encuentra la luz del exterior. Es la parte transparente y abombada que se encuentra en la parte más anterior del ojo. El cristalino es la segunda “lente” que hace converger los rayos de luz sobre la retina. Y tiene la capacidad de enfocar las imágenes (acomodación). Ambas estructuras desvían (refractan) la luz que ingresa en el ojo para enfocar la imagen en la retina, ubicada en la pared posterior del ojo. El cristalino es ligeramente flexible y puede cambiar de forma con la ayuda de un músculo circular que lo rodea. Cuando se mira a la distancia, el músculo circular se relaja. Cuando se observa algo que está cerca, el músculo se contrae, circunstancia que permite que el cristalino, que es relativamente elástico, se curve y cambie su capacidad de enfoque. El cambio fisiológico se produce en el músculo circular, produciendo una pérdida progresiva de la capacidad de acomodación.

Con estos conceptos previos, podemos interpretar que, para formar una imagen el ojo depende de la córnea y el cristalino para enfocar la luz que reflejan los objetos. Mientras más cerca esté el objeto, más se flexiona el cristalino. Debido a que este es una lente que modifica su potencia gracias a la fuerza contráctil del músculo ciliar, al perder esta competencia de forma progresiva, el ojo pierde parcialmente su capacidad de enfocar. Esta es la explicación del cambio fisiológico que desemboca en la presbicia.

Existen factores de riego que pueden hacer adelantar y/o incrementar la aparición de la de la visión de imágenes fuera de foco. Ellas son afecciones propias del ojo o enfermados generales. Dentro del ojo se halla la hipermetropía, que es un error de refracción que hace que los objetos cercanos se vean borrosos. Se presenta cuando la forma del ojo hace que la luz se enfoque por detrás de la retina, en lugar de directamente en la retina. Las enfermedades generales que favorecen la presbicia son: diabetes, esclerosis múltiple o enfermedades cardiovasculares que pueden aumentar el riesgo de presbicia prematura, que es la de personas menores de 40 años.

Algunos medicamentos están asociados con síntomas de presbicia prematura, entre ellos, los antidepresivos, los antihistamínicos y los diuréticos. El primer síntoma es la necesidad de alejar los objetos del rostro para poder ver las imágenes cercanas. Eso provoca que la persona cierre los ojos para ver de cerca, esfuerce la vista y eso le genere, por ejemplo, dolores de cabeza. También aparecen sensación de cansancio o fatiga ocular tras realizar trabajos que requieran esfuerzo visual de cerca, enrojecimiento ocular, visión borrosa y cambios en el enfoque cuando ve de lejos a cerca.  

El examen oftalmológico que se suele realizar el especialista es una revisación completa de la parte ocular, de la agudeza visual de cerca y de lejos, y de los posibles vicios de refracción. Luego se realiza un fondo de ojos para determinar la graduación que tiene el paciente con las pupilas dilatadas y también se revisa la retina central y periférica. La corrección puede realizarse mediante el uso de lentes de contacto o con anteojos convencionales, a través de un par de lentes progresivos para las tareas normales y otro que enfatice los rangos intermedios para trabajar más cómodamente en la computadora. Como los ojos son diferentes uno del otro, las correcciones son distintas para cada uno. Además, la buena iluminación es clave para una buena lectura.

También puede realizarse una corrección quirúrgica. Antes de realizarse se debe evaluar la salud ocular para determinar si es factible la operación. La técnica es una cirugía de cristalino usando ultrasonido o láser, en la que se lo fragmenta dentro del ojo, se lo absorbe y se coloca en su lugar una lente intraocular que permite enfocar de lejos y de cerca.

Como cualquier otro órgano, el ojo requiere un examen periódico. Quienes no presenten síntomas y con sólo bajo riesgo de ciertas enfermedades oculares, como glaucoma, deben realizar un examen a los 40 años. De allí en adelante, entre los 40 y los 54 años, se recomienda un examen cada dos o cuatro años; entre los 55 y los 64 años, cada uno a tres años; y a partir de los 65 años, cada uno o dos años. Si se tiene antecedentes familiares de glaucoma, otras enfermedades oculares o factores de riesgo para problemas de los ojos, entonces hay que examinarse con más frecuencia. Concurrir al médico en salud, ayuda a prevenir afecciones.

Ilustración: Matías Roffe

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