Las situaciones difíciles en lo socio-económico, claman por soluciones sólidas. Muchas veces se cae en la desesperación. Muchas otras –inteligentemente- en la ACCION. Así se planteó la crisis Sanjuanina de 1983, en la que se estaban desintegrando entidades económicas pequeñas y no se veía futuro para mejorar las condiciones de vida, producto todo del trance vitivinícola.
Asimismo, como se planteó la acción, se optó por buscar fortalezas para generar la solución eficaz. Desde lo humano se tuvo la oportuna y experimentada mirada técnica, pero sobre todo solidaria del entonces Párroco del Municipio de Angaco. El INGENIERO PADRE JORGE LUIS LONA. He ahí parte de la salida sustentable y trascendente. El factor humano.
A partir de la preocupación para solucionar los problemas, se acompañaron medidas de corte cooperativo, provenientes del Ing. Lona, que había sido el Primer Presidente del INTA en San Juan. Ese, el INTA, fue uno de las instituciones pilares. El otro pilar es el aporte de “tecnología blanda”, oportuna y eficiente. La solidaridad, la asociatividad y la participación, instituciones propias de la ECONOMIA SOLIDARIA, y promovidas por la DOCTRINA SOCIAL DE LA IGLESIA (DSI), la que JORGE LONA siempre había incitado.
A partir de esas bases se impulsaron los “SISTEMAS COOPERATIVOS AGROPECUARIOS DE SAN JUAN”, coordinados por la Agencia de Extensión Rural San Martín del Instituto Nacional Tecnología Agropecuaria (INTA) y el 18 de diciembre de 1992 se consolidó con la conformación de la FEDERACIÓN DE COOPERATIVAS AGROPECUARIAS DE SAN JUAN LTDA., FECOAGRO.
Partiendo desde su creación, FECOAGRO promueve la venta directa de lo producido. Comenzando en el 2011, se sumó a la Red Justa, una iniciativa de comercialización de alimentos reconocidos por la normativa nacional Emprendimiento Justo Reconocido (EJR) desarrollada por la Fundación Fortalecer-Federación Agraria Argentina.
La base cooperativa, respaldada y coincidente con la DSI, induce: a) al trabajo digno y por la cultura de la comunidad en la cual se inserta; b) al respeto medioambiental; c) a la solidaridad con las familias de los consumidores en cuanto al respeto de sus reales necesidades y mediante la oferta de alimentos nutritivos y d) a la generación de un sólido y creciente capital social.
La impronta de Mons. Ingeniero LONA queda plasmada en esta solución permanente de Economía Social, al trascender su oportuno y prudente protagonismo. De una sola manera muestra la factibilidad de la aplicación de los aportes doctrinarios cristianos y la conveniencia de la creación y difusión de instituciones solidarias, basadas en la personalización de la gestión institucional.
Ordenado sacerdote en 1979 y obispo de la Iglesia el 20 de diciembre 2000 no deja un legado de fe, corazón y mente como pastor de la Iglesia y como constructor de acciones cooperativas inteligentes que debemos recordar y emular en favor de un vivir mejor para todos.
