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Las vides brillantes

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Alejandro Galay
Alejandro Galay
Periodista, escritor y docente universitario.

La Riojana Cooperativa Vitivinifrutícola de La Rioja Ltda. es una bodega que nació en 1940, cuando un grupo de cooperativistas de Colonia Caroya identificó a los Valles del Famatina, la zona vitivinícola más rica de la provincia de La Rioja, como un espacio con alto potencial productivo. Hoy exporta vinos y aceites convencionales. La bodega principal está ubicada en la Ciudad de Chilecito. Produce anualmente cerca de 2 millones de cajas de vino convencionales, orgánicos y certificados Fairtrade. Mario González, un histórico dirigente, decidió contar esta bella historia de 83 años de existencia en un libro que se presenta al público el 30 de este mes.

¿Cómo es su relación con la cooperativa La Riojana?

– Ingresé a la cooperativa en 1982, como miembro del Consejo de administración de lo que en ese momento era La Caroyense, que luego, en 1989, se dividió en dos, constituyendo La Riojana. O sea, que hace 41 años que vivo desde adentro el crecimiento de la institución, compartiendo la dirección de este proyecto. Tuve la suerte de aprender de muchas personas, como el ingeniero Julio Martínez, entre tantos otros, que fue nuestro primer presidente, y luego de otros dirigentes y compañeros de ruta dentro del gremialismo agrario. También participé de la Unión Vecinal de San Miguel en Chilecito y de la Cámara provincial de nuestra provincia. Desgraciadamente, hay muchos grandes dirigentes que ya no están. Pero esta es una oportunidad para recordarlos.

¿Qué cosas te entusiasmaron para emprender el proceso de escritura de este libro?

– Creí importante plasmar en un libro la historia de La Riojana para dar cuenta de una experiencia muy rica que no debe perderse. Aquí hay testimonios muy importantes que pude rescatar. Es importante que las nuevas generaciones conozcan el pasado, sin quedar atrapados en él, sepan de dónde venimos y hacia dónde vamos, fijando nuevas metas. Quise mostrar el esfuerzo que hicieron varias generaciones.

¿Su relación con el cooperativismo nació en el mismo momento de su ingreso a la cooperativa o ya tenía una experiencia anterior?

– Al cooperativismo lo aprendí en mi familia, especialmente con mi padre español, que fue integrante de cooperativas como de distintas asociaciones, y además con mi madre, que era italiana. Ambos traían ideas similares del Viejo Continente.

¿Alguna anécdota jugosa del libro que nos pueda adelantar?

– Bueno, Don Guillermo Iribarren, que fue gobernador de La Rioja, y que transformó la `provincia con su plan productivo, fue también vicepresidente y un gran cooperativista, algo que no muchos saben. Lo que quiero decir es que hubo dirigentes políticos importantes de nuestra provincia que ocuparon cargos dentro de la cooperativa en su larga historia y que aquí están mencionados. El libro es un homenaje a los trabajadores de La Riojana, esa es la parte fundamental del proyecto. Todos fueron y son importantes con su compromiso. El progreso se construyó con gente humilde y capaz. Hoy tenemos trescientos cuarenta productores asociados y doscientos ochenta empleados.

¿Qué elementos te resultan más interesantes del libro para motivar el acercamiento de un lector?

– Los cooperativistas y toda la gente que me dejó sus testimonios dan cuenta de lo que ha hecho el cooperativismo. Esos testimonios son muy interesantes. Los productores empezaron siendo trece, y han sabido dejar de lado el individualismo y unirse, velando por ser útiles a la sociedad, incluso creando una escuela agrotécnica en Chilecito que hoy tiene más de quinientos alumnos y doscientos empleados. Y un campo de deportes, y ahora además un campo de salud que se pondrá en marcha prontamente.

¿Qué significa La Riojana en el ámbito enológico?

Es un ejemplo en el mundo vitivinícola que está presente en el país y en el extranjero. Podemos presentar vinos de muy buena calidad. A su vez, la cooperativa también produce aceite de oliva. Diría que se trata de un modelo de democracia, donde nadie mezcla la política partidaria ni la religión, y todos trabajamos por el bien común. Ser cooperativista es un sacerdocio, donde nadie es más que otro y donde prima la solidaridad porque todos son importantes. Así hacemos una sociedad más justa.

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