Podemos definir las caídas como hechos involuntarios que hacen perder el equilibrio y golpear el cuerpo contra el piso o contra superficie dura. La OMS nos informa: “Las caídas son la segunda causa mundial de muerte por traumatismos involuntarios. Anualmente fallecen en todo el mundo unas 684 000 personas debido a caídas”. Esta cifra ubica a las caídas como la segunda causa mundial de defunción por traumatismos involuntarios, por detrás de los accidentes de tránsito. Cada año se producen 37,3 millones de caídas cuya gravedad requiere atención médica. Las personas mayores de 60 años son quienes padecen más caídas mortales. En Argentina, es una de las principales causas de hospitalización y discapacidad entre los adultos mayores. Si bien las caídas pueden causar daños, la magnitud y tipo de los mismos dependen de cuatro factores: la edad, el sexo, el estado de salud de quien se cae y las condiciones socioeconómicas.
La edad constituye uno de los factores más importantes de riesgo de sufrir caídas. Los ancianos son quienes corren con mayor chance de morir y de sufrir lesiones graves, lo cual se incrementa a medida que aumenta la edad. Aproximadamente un 30% de las caídas en ancianos se produce en personas mayores de 65 años, y el porcentaje aumenta al 50% cuando están institucionalizados. Las lesiones más graves pasan por las contusiones, las fracturas de cadera y los traumatismos craneoencefálicos. Las fracturas de cadera están asociadas con una alta tasa de mortalidad y morbilidad, ya que pueden causar complicaciones postoperatorias (como infecciones o trombosis) o limitar la movilidad de la persona, lo que aumenta la posibilidad de otras complicaciones como infecciones respiratorias o úlceras por presión. La magnitud del riesgo está en íntima relación con los trastornos físicos, sensitivos y cognitivos propios del envejecimiento, y también en factores extrínsecos como son las barreras arquitectónicas en el hogar (obstáculos como muebles, alfombras o tapetes, cables, suelos resbaladizos, pisos en desnivel o con roturas iluminación deficiente, calzado en mal estado) o en el entorno (uso y presencia de algunas escaleras o veredas en mal estado, inestabilidad y falta de equilibrio en medios de transporte por el movimiento del vehículo, altura de los escalones, tiempos que otorgan para subir y bajar) que pueden contribuir al 50% del problema.
Otro grupo de riesgo de caídas son los niños. En general, ocurren por la curiosidad propia de esta edad, por el entorno y la autonomía que van adquiriendo. Esto los lleva a adoptar conductas de más peligro. Además de la insuficiente supervisión de los adultos, existen otros factores de riesgo como la pobreza, la monoparentalidad y los entornos particularmente peligrosos.
El segundo factor a tener en cuenta es el sexo. Si bien el riego es similar. Las mujeres de edad y los varones pequeños son más propensos a sufrir caídas y a que estas resulten de mayor gravedad. Respecto a la salud, las enfermedades subyacentes, como los trastornos neurológicos (demencia, Parkinson y alteraciones cognitivas), las cardiopatías ((hipotensión arterial, arritmias cardiacas o infarto agudo de miocardio) u otras afecciones discapacitantes como las de músculo esqueléticas (artritis, fracturas, deformidad de la columna vertebral) juegan un rol fundamental.
Otras causas de caídas son la inactividad física y las patologías visuales (disminución o deterioro de la agudeza visual) y de movilidad, sobre todo en las personas que viven en establecimientos como las residencias de ancianos o los centros de atención a pacientes crónicos. A las patologías también se unen el consumo de fármacos. Los más estrechamente relacionados con este hecho son los hipnóticos, los antidepresivos, los hipotensores y los neurolépticos. De ahí la relación tan estrecha de la polifarmacia como factor de riesgo en los golpes y las caídas en ancianos.
Respecto a los factores socioeconómicos, deben tenerse en cuenta el trabajo en alturas o bajo condiciones peligrosas, el consumo de alcohol o de sustancias, la pobreza, la alta densidad de hogares y la corta edad de la madre. ¿Qué podemos hacer para prevenir esta causa de muerte y discapacidad?
En el caso de los niños, se necesitan programas de educación para los progenitores de familias con bajos ingresos y marginadas, e información sobre los riesgos de caerse que corren los niños (para ayudarles a reducirlos en casa). Para los mayores y de forma general, se recomienda: ejercicios para mejorar la marcha y el equilibrio, entrenamiento funcional, adecuar el diseño de las viviendas y reducir o eliminar del consumo de psicótropos. Cada situación deberá valorase individualmente y aplicar la prevención propia del caso.
Ilustración Matías Roffe