por Alejandro Galay
Impuestos, políticas de género, avances institucionales e integración, crisis recurrentes, el pasado año estuvo marcado por los cimbronazos económicos y la imperecedera apuesta a un mañana mejor. He aquí un racconto de otro período que vivimos en peligro.
Como en un corolario del eterno retorno de lo mismo, el 2018 arrancó con la celebración de parte de las entidades de la Economía Social y Solidaria por la omisión de la aplicación del impuesto a las ganancias que se había girado al Parlamento a fines de 2017 para el Presupuesto, y terminó – casi un año después – con la victoria pírrica por la aplicación de una alícuota de 3 y 4 por ciento a una fracción de las cooperativas y mutuales que entra en vigor a partir del año entrante, con la nueva ley de Presupuesto ya aprobada. De enero a diciembre, en suma, el tiempo estuvo marcado por el regreso de la sombra de esa guadaña que el Estado ha buscado una vez más aplicar como tributo extraordinario a un sector que representa un rol fundamental en el PBI, y que constituye una parte neurálgica de las economías provinciales. Se sigue de ello, a fin de cuentas, una equívoca interpretación acerca del concepto de “ganancias”, lo que ha sido desarrollado en estas y otras páginas que versan sobre el sector mutual y cooperativo.
Pantallazo general
Huelga decirlo, pero es difícil hacer un balance 2018 sin tener en cuenta el derrotero de una macroeconomía que venía más o menos bien hasta fines de 2017, con un crecimiento del 3%, del PBI y un moderado pronóstico de otro tanto para el 2018, con una inflación clavada en 25% (alta, malsana pero no torrencial) y algunos datos estadísticos apenas alentadores que permitían augurar una suerte de “normalización” que permitiera al país unirse a la tropa virtuosa de Uruguay, Paraguay, Chile, Perú y Colombia, con crecimiento sostenido en el largo plazo y en tren de desarrollo.
Sin embargo, el destino metió la cola el mismísimo Día de los Inocentes del 2017, cuando una intervención ipso facto de la Jefatura de Gabinete sobre el Banco Central, que forzó a la institución monetaria a bajar las tasas de interés (en ese entonces dos tercios más bajas que hoy día), alteró formalmente su independencia y Argentina perdió en pocos días el acceso a los mercados de capitales para financiar su gasto corriente con deuda externa. Esta decisión ejecutiva fue leída como una falta de credibilidad por parte de los tenedores de bonos de la deuda pública, por lo que empezó así un desbarrancadero financiero que tuvo varias etapas pero que, grosso modo, entre mayo y septiembre produjo una corrida cambiaria con una maxidevaluación que trastornó todos los índices económicos, financieros, cambiarios y monetarios casi hasta el paroxismo. El resultado es conocido: duplicación del valor del tipo de cambio, espiral inflacionaria ascendente y recesión con final abierto. Cerca se estuvo de un 2001, cuando no, si acaso, de un 1989.
En ese marco hay que decir que las entidades de la Economía Social y Solidaria han hecho lo mismo de siempre: resistir y salir adelante con una voluntad homérica de emprendimiento y una defensa numantina de sus principios y valores, que afloran como de costumbre en momentos de aguas turbulentas. Vale subrayar entonces que el año pasado fue asaz problemático y que nos encuentra hoy con la esperanza renovada de alcanzar el 2019 en busca de nuevas expectativas, que tampoco son exultantes ni mucho menos. Pero son.
De sol a sol, el año tuvo de todo
Las malas noticias empezaron a fines del verano pasado con la muerte de Blas José Castelli, un nombre resonante en el ámbito cooperativista y mutualista, un intelectual que con su inmensa trayectoria dejó un sinfín de conocimientos para que las generaciones venideras reciban un legado maravilloso. Pasarán muchas décadas más y los noveles de la Economía Social y Solidaria seguirán aprendiendo sobre el funcionamiento del sector gracias a los libros de Castelli.
Entre los hitos del año puede destacarse el ingreso de la CAM en la mesa de diálogo de la AFIP, un paso más que importante para que las mutuales sean parte definitiva de una integración que las tiene en un rol preponderante.
Casi a mitad del 2018, se vivió otro hecho sustantivo, que fue el anuncio de la realización del Noveno Foro Intercontinental de Mutualismo, organizado por ODEMA, con la participación de dirigentes mutualistas de América y África. Los lectores de MM podrán encontrar en la edición correspondiente un amplio dossier al respecto.
Y el otro punto álgido del año que pasó fue sin duda el Primer Encuentro de Dirigentes y Profesionales de la Economía Social y Solidaria en Bahía Blanca durante el clímax invernal, organizado por el CGCyM. Se trató de un hecho inédito en una apuesta que resultó más que exitosa por donde se la mida. La ciudad que hace de zona contigua entre la Pcia de Bs As y la Patagonia fue esta vez la anfitriona para unir a vastos sectores de la Economía Social y Solidaria de todo el país, en una serie de acontecimientos perdurables que significaron un claro avance institucional de integración y comunión entre pares, con mesas de diálogo, actividades varias, entrevistas y debates que congregaron a múltiples actores dentro de un megaespacio a nivel nacional.
En la segunda mitad del año, se dictó la Ley 27.401 de responsabilidad penal de las personas jurídicas, por la cual las mutuales pueden ser responsabilizadas por delitos de corrupción, algo que otorga un marco legal más claro en el mundo del Derecho.
Pero si tuviéramos que enfatizar cuál ha sido el punto más alto del período que acabamos de dejar atrás, no caben dudas que habría que hablar del gran aporte que hizo y que está haciendo el mutualismo a las políticas de género y a la lucha contra la discriminación como de cualquier forma de violencia contra las mujeres. En ese sentido, las Confederaciones han dado un salto exponencial y las Comisiones de Género son ya un hecho ineludible en la actualidad de la vida de las mutuales. En busca de más mujeres en más cargos dirigenciales con más participación y en igualdad de condiciones que los hombres, el objetivo que debemos alcanzar es hoy un norte cercano y ya no un lejano cielo de utopías minoritarias. Valga esta apuesta como leitmotiv para el futuro de la ESS.
Cuando una persona mira su pasado tiende a ser autocrítica (sic), decía Ortega y Gasset. La posibilidad de revisitar el año que pasó con la debida distancia y agudeza es a la vez la mejor opción para reconstruir a partir de ahora un 2019 que nos encuentre unidos y solidarios.
Buen año. Seguimos juntos.