En esta columna, desde hace tiempo, he tratado de aportar información acerca de mujeres que se destacaron en distintas áreas de actividades con el objetivo de salir del remanido argumento esgrimido por algunos sectores feministas de la postergación y sometimiento, sin tener en cuenta a aquellas que se empeñaron seriamente en superar las dificultades y tener un lugar preminente en la sociedad.
Ahora comienzo una serie de notas dedicadas al conocimiento de varones, principalmente argentinos que, a pesar de sus valores, quedaron olvidados o simplemente recordados por una de sus acciones, a pesar de otras contribuciones a nuestra sociedad y al mundo.
Inicio con Ramón Carrillo, quien, para el gran público, salió recientemente del lado oscuro de la historia al aparecer su imagen en los billetes de $ 2.000,- junto a Cecilia Grierson, sobre la cual me referí en una nota anterior.
Nació Carrillo en la ciudad de Santiago del Estero el 7 de marzo de 1906 en el seno de una familia de raigambre histórica ya que entre sus antepasados figuran Marcos Carrillo, oficial español que enfrentó al general Manuel Belgrano en la batalla de Salta y las familias Ibarra y Taboada, poderosos caudillos santiagueños.
Terminados sus estudios secundarios en la provincia natal se trasladó a la ciudad de Buenos Aires para estudiar medicina en la Universidad, recibiéndose de médico en 1929 con medalla de oro. Obtuvo una beca para especializarse en neurología y neurocirugía con los mejores médicos europeos y regresó a Buenos Aires donde trabajó en la Escuela Neurobiológica Argentina activa en el Hospicio de las Mercedes y en el Hospital de Alienadas, luego llamados Hospital José T. Borda y Hospital Braulio Moyano, respectivamente. También se dedicó a la investigación y la docencia.
En 1939 se incorporó como titular del Servicio de Neurología y Neurocirugía del Hospital Militar Central en Buenos Aires, lo que le permitió conocer, a través de los aspirantes al servicio militar obligatorio, el estado real de la salud del país, ya que los mismos procedían de distintas regiones de la Argentina. El contacto con esa realidad le llevó a dedicarse al desarrollo de la sanidad pública y abandonó su carrera de neurólogo.
A pesar de pertenecer al Partido Demócrata Nacional, formó parte del gobierno de Juan Domingo Perón como Ministro de Salud Pública y Asistencia Social de la Nación, desde 1946. Desde ese cargo priorizó el desarrollo de la medicina preventiva, a la organización hospitalaria, e impulsó conceptos tales como centralización normativa y descentralización ejecutiva, fundamentales para llevar adelante una planificación sanitaria nacional en un país federal.
La gestión de Carrillo se caracterizó por atacar y erradicar enfermedades crónicas y endémicas con sus programas de vacunación obligatoria contra la viruela, la difteria y sus campañas contra la fiebre amarilla, el paludismo, las enfermedades venéreas, el paludismo, la tuberculosis, el tifus y la brucelosis.
Frente a una fuerte escalada de precios de los laboratorios medicinales, impulsó la creación de la Empresa Medicinal del Estado (EMESTA), la que se concretó mediante el decreto 23.394/46.
Nuevos centros de salud
Durante su ministerio se inauguraron numerosos centros de salud en todo el país, como los hospitales de Roque Sáenz Peña (provincia de Chaco), de Jobson-Vera (provincia de Santa Fe), de Pinto (provincia de Santiago del Estero), de Chos Malal (provincia de Río Negro), de Valcheta (provincia de Río Negro), de Cruz del Eje (provincia de Córdoba), y el Instituto de Gastroenterología, Hemoterapia y Dermatología (en la ciudad de Buenos Aires). Entre 1946 y 1954 el número de camas en los hospitales tuvo un incremento de 65.700 unidades, llegándose a un total de 132.000 en el país.
El doctor Carrillo contó con el apoyo de la esposa del presidente Perón, María Eva Duarte, para la construcción de tres grandes hospitales: el de Niños y Lactantes en el barrio La Paternal,[1] el conocido como Elefante Blanco en el barrio Villa Lugano[2] y el Posadas. De los tres, luego del alejamiento de Carrillo del ministerio y del derrocamiento del presidente Perón, el único que quedó en pie y fue terminado fue el Hospital Posadas, ubicado en el Gran Buenos Aires.
No obstante el apoyo recibido por el gobierno, Carrillo fue muy crítico de la gestión que realizaba el vicepresidente de la Nación, Alberto Teisaire, y el secretario de Prensa y Difusión, Raúl Apold, y exigía al gobierno, de manera constante, una mayor apertura política. Debido a ello en 1954 el Presidente le exigió la renuncia y se exilió, primero en los Estados Unidos y luego en Belém do Pará, donde falleció el 20 de diciembre de 1956.
Discípulos de Carrillo
Carrillo ganó por concurso la titularidad de la cátedra de Neurocirugía de la Facultad de Ciencias Médicas de Buenos Aires. Allí formó una escuadra de talentosos discípulos, entre ellos:
Jacobo y León Zimman
Los amigos de Carrillo
Homero Manzi, letrista de tangos fue su compañero en la escuela primaria.
Arturo Jauretche, pensador, escritor y político argentino, militante relevante de la Unión Cívica Radical y luego del peronismo. Raúl Scalabrini Ortiz, historiador, filósofo, periodista
[1] Su estructura fue conocida como Albergue Warnes. Se lo demolió en 1991.
[2] Se había iniciado como hospital de tuberculosos en 1930. Fue demolido en 2018.