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Solidaridad y asistencialismo

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Felipe Rodolfo Arella
Felipe Rodolfo Arella
Lic. en Cooperativismo y Mutualismo (UMSA). Magíster en Animación Sociocultural (Universidad de Sevilla). Ex-Presidente del CGCyM. Periodista, docente e investigador especializado en Economía Social y Solidaria, Género y Desarrollo Local.

A veces a uno se le da por pensar algunas cosas sin haberlo pretendido. Aparecen recuerdos, imágenes, conceptos que de manera impertinente asaltan nuestra mente y nos impelen a reflexionar sobre ellos o, simplemente, a emocionarnos con alegría o tristeza cuando se trata de acontecimientos que vivimos en algún tiempo. Muchas veces, son estampas inciertas de un pasado tal vez nunca ocurrido. Pero cuando el tema que se nos presenta a la mente trata de conceptos, sobre todo de carácter ético, podemos comenzar a discernir qué cosa es verdadera y cuál otra resulta falsa.

Con el ajetreo de la vida no nos resulta fácil detenernos a pensar con rectitud, es decir, de manera ordenada para establecer los alcances de las palabras (y las prácticas a ellas ligadas) que utilizamos en lo cotidiano. Dos de ellas tienen que ver con nuestro sector: solidaridad y asistencialismo, que muchas veces son usadas como sinónimos cuando sus respectivos significados son diametralmente opuestos.

La solidaridad es la acción colaborativa entre personas integrantes de un determinado grupo de afinidad. Se puede tratar de una mutual, cooperativa, asociación civil como los clubes, en las que sus asociados ingresan sabiendo que se debe practicar la solidaridad recíproca.

José Ingenieros*, hoy día olvidado, decía que la solidaridad es la simpatía actuante que da fuerza a los que persiguen el mismo objetivo:

Hay solidaridad en una comunión de hombres, cuando la dicha del mejor enorgullece a todos y la miseria del más triste llena a todos de vergüenza. (…) Donde falta justicia, no puede haber solidaridad; sembrando la una, se cosecha la otra. Gobernar un pueblo no es igualar a sus componentes, ni sacrificar alguna parte en beneficio de otras: es propender hacia un equilibrio que favorece la unidad funcional, desenvolviendo la solidaridad entre las partes que son heterogéneas sin ser antagónicas”.

El pensador vinculaba el ejercicio de la solidaridad con la justicia y la falta de solidaridad con la violencia. En otro párrafo señalaba: “El odio y la hostilidad entre las partes, son reflejos de viejas carcomas que perturban el equilibrio de la sociedad y rompen la armonía de sus funciones. Esos funestos sentimientos sólo podrán extinguirse poniendo la Justicia como fundamento de la ética social, la Verdad, como base de la cultura colectiva y el Trabajo como primera condición del mérito. El privilegio, la superstición y la ociosidad, son los enemigos de la paz social”.

Por su parte, el asistencialismo está dirigido a toda persona necesitada que recibe algún beneficio sin tener el compromiso de reciprocidad con otros necesitados ni con la organización que le brinda auxilio. El asistencialismo lo practica el estado y organizaciones confesionales organizadas con el fin de ayudar a los carenciados sin que estos tengan la obligación de brindar contraprestación alguna.

Resulta interesante conocer las opiniones de un asesor del Papa sobre el asistencialismo que se practica en nuestro país, en una nota de Silvia Stang publicada por el diario La Nación el 18 de agosto de 2010:

“La Argentina está concentrada, desde hace décadas, en políticas sociales de base asistencialista, con el enfoque de mejorar las condiciones de vida y no las capacidades de las personas. Y ése es el camino equivocado si se busca la erradicación de la pobreza y una mayor equidad social.”

La observación fue hecha por el economista italiano Stefano Zamagni, profesor de la Universidad de Bologna y asesor papal en cuestiones sociales, que dialogó con el matutino antes de participar de un encuentro del foro nacional “De habitantes a ciudadanos”, integrado por varias instituciones empresariales, sindicales y sociales, que se realizó en la sede de la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA).

Para Zamagni, si las políticas sociales se basan en el asistencialismo como enfoque central, “se produce endógenamente más de lo que se quiere combatir”. En otras palabras: más pobreza. “¿Y por qué los políticos, en todo el mundo, prefieren ese enfoque de mejorar las condiciones y no las capacidades de vida?”, se preguntó y respondió: “Hasta los niños saben la respuesta… Si yo te ayudo así, mañana votarás por mí”.

Considero que es importante tener claro que las mutuales y cooperativas tienen como finalidad principal la ayuda mutua entre sus asociados, o sea, la solidaridad orgánica de la cual hablaba Durkheim. Una solidaridad basada en la justicia equitativa, la que se logra igualando responsabilidades y derechos de los miembros como lo establecen las respectivas leyes, y que deben estar reflejados, además, en el estatuto y reglamentos de servicios que presta cada entidad.

Cuando la mutual ayuda a terceros no asociados está haciendo asistencialismo, lo que está bien porque es una acción ética que enaltece a la organización que está en condiciones de brindar auxilio en circunstancias catastróficas como inundaciones, terremotos o accidentes masivos.

Según la RAE:

Asistencia

  1. f. Acción de prestar socorro, favor o ayuda.

Solidaridad

  1. f. Adhesión circunstancial a la causa o a la empresa de otros.
  2. f. (Derecho) Modo de derecho u obligación in solidum.

in solidum

(Locución adverbial del derecho) Por entero, por el todo. Usada más para expresar la facultad u obligación que, siendo común a dos o más personas, puede ejercerse o debe cumplirse por entero por cada una de ellas. Juan y Pedro son deudores in solidum.

Nota: la palabra asistencialismo no está registrada en el Diccionario de la RAE.

*José Ingenieros fue un médico, psiquiatra, psicólogo, criminólogo, farmacéutico, sociólogo, filósofo, masón, teósofo,​ escritor y docente. Se destacó por su influencia entre los estudiantes que protagonizaron la Reforma Universitaria de 1918. Los párrafos transcriptos corresponden a su obra “Las fuerzas morales”, edición de Santiago Rueda, 1954, pág. 44 y sig.

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