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Sobre Economía Social: ¿sabías que…? (parte III)

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Prof. Oscar Bastidas Delgado
Prof. Oscar Bastidas Delgadohttp://bit.ly/39J1bh0
Consultor en Emprendimiento y Diseño Organizacional. Experto en Economía Social, Cooperativismo, Responsabilidad Social y Balance Social. Whatsapp: +58-424 1725665

La Economía Social no es solo un término, es una realidad socio-económica con expresiones históricas y geográficas construidas a lo largo de la humanidad, catapultada con los impactos de la Revolución Industrial. Esas realidades, verificables, han recibido diversas denominaciones, la más antigua, Economía Social, tiene origen europeo y data de principios del siglo XIX pero se ha expandido por el planeta.

Desde siempre han existido fórmulas de entreayuda y solidaridad mediante las cuales individuos, grupos y poblaciones enteras han logrado soluciones de variadas magnitudes ante problemas comunes; en ese panorama, las utopías, escritas o no, entendiendo por tales solo planteamientos factibles y referidos a sociedades, contribuyeron y aún lo hacen grandemente.

Paul Lambert, estudioso del cooperativismo, resaltó en su libro “La Doctrina Cooperativa”, las asombrosas analogías entre ciertas instituciones con esquemas colectivos de la Antigüedad y de la Edad Media, con las cooperativas de nuestro tiempo[1], él menciona algunas, se agregan otras; las confraternidades de sepultura y las de seguros en Grecia y Roma; las lecherías comunes en Armenia; las sociedades de arrendamiento de tierra en común en Babilonia; los collegia funeralitia de artesanosde la antigua Roma; las confraternidades de drenajes, riegos y construcción de diques en Alemania; los ágapes de los primeros cristianos como formas cooperativas; las organizaciones agrarias y de trabajo entre los pueblos eslavos;

Continúa. el mir entre los rusos; los artels de pescadores y cazadores de la antigua Rusia; la zadruga de los serbios; las queserías de los armenios y de los campesinos europeos de Los Alpes, del Jura y del Saboya; las conocidas Fruitières du Jura en Francia consideradas verdaderas cooperativas de colecta y transformación de derivados de leche; las sunedrias y hetedrias griegas y las asociaciones de ahorro y Guildas medievales de artesanos y trabajadores por oficios, que en su momento fueron semillas de mutualismo; y otras como los equipos de construcción que recorrían Europa en la época de las catedrales o “compagnons”; las cofradías, hermandades de socorro y montepíos.

Experiencias de este tipo también las hubo en América como el calpulli de los aztecas, de aprovechamiento colectivo de la tierra para usufructo individual y comunal; los consejos de ancianos de los nahuas que dirigía la organización de la comunidad con el pariente mayor como “jefe”; y los positos, suerte de almacenes comunales en los que los indígenas del México precolombino depositaban sus cosechas en prevención de malas temporadas.

Siguen, los ayllusde la cultura inca; las cajas de comunidad de la colonización española; las colonias de los inmigrantes de Norteamérica con alto carácter religioso; las reducciones de los jesuitas en el Paraguay; las cofradías religiosas en casi todo el continente; y expresiones de trabajo asociado como la minka yla waki como entrega de labor agrícola a cambio de comida y parte de la producción en Bolivia, Colombia, Ecuador y Perú; el tequioen México; las juntas de los borucas en Costa Rica; el ayni en de ayuda mutua y recíproca de servicios o bienes entre dos familias en los países andinos; el apthapi o compartir comida de manera comunitaria; los ejidos colectivos de México y el convite, la manovuelta y la cayapa en Venezuela.

En la actualidad son infinitas las expresiones espontáneas o permanentes que individual o colectivamente son utilizadas para enfrentar problemas; se encuentran en todos los espacios humanos y son consecuencia lógica de nuevas necesidades urbanas y rurales que con creatividad e innovación generan nuevos sistemas económicos y modelos organizacionales con base en novedosas formas de gobernanza, redes de comunicación y sistemas de intercambios.

La gama de términos que cobijan estas organizaciones es variada, algunos son genéricos como tercer sector, tercer sistema, cuarto sector; otros intentan señalar el sector que construyen: economía social, economía popular, economía indígena, economía familiar, economía comunitaria, economía del trabajo; algunos se refieren a los espacios en los que actúan: economía urbana, economía campesina, economía marginal, economía vecinal, economía comunal, economía colectiva, economía naranja, economía informal; otros apuntan a lo que se pretende hacer con ellas como economía alternativa, economía circular, economía inclusiva; otros denotan el valor que supuestamente desarrollan: economía colaborativa, economía de autoayuda, economía participativa, economía asociativa, economía cooperativa, economía autogestionaria, economía democrática, economía de la solidaridad, economía solidaria y otros que señalan condiciones de funcionamiento como Non profit organisations (NPO) u Organizaciones Sin Fines de Lucro (OSFL).

Durante la Edad Media, Europa vio nacer organizaciones de beneficencia constituidas por clases pudientes para realizar acciones de caridad hacia sectores pobres; dominaron ese espacio organizacional los montes de piedad, las cofradías, los hospitales benéficos, destacando las Friendly Societies, siendo la más conocida por su amplia composición femenina la York Female Friendly Society fundada en York en 1788. Desde finales de esa época, grupos poblacionales decidieron organizarse en variados países para enfrentar sus problemas directamente.

Las rupturas de tradiciones por la crisis social y las migraciones poblacionales estaban en la agenda, numerosas personas se manifestaban de manera violenta mientras otras explosionaron posteriormente, en paralelo se buscaban y multiplicaban las expresiones de solidaridad; las acciones colectivas emergían con dificultades sumándose a las previas, conformando un abanico extraordinario de propuestas organizacionales centradas en las personas. Bajo esta lógica, a finales del Siglo XVIII se constituyó la primera cooperativa moderna del mundo, la Compañía Común de Ampelakia (Grecia), según una cita de José Luis Monzón y Rafael Chaves:

“Se fundó entre 1750 y 1770 cuando las pequeñas asociaciones (syntrofies) cultivadoras de algodón y productoras de hilo rojo de 22 aldeas de la zona de Tempi se unieron en 1772 para evitar una rivalidad y competencia innecesarias. Se convirtió en una gran empresa, con 6 000 socios, 24 fábricas y 17 sucursales en toda Europa, desde San Petersburgo y Londres hasta Esmirna. Sus socios se beneficiaron de seguros sociales, instalaciones sanitarias, escuelas y bibliotecas y de la Universidad Libre de Ampelakia. Se disolvió en 1812 por la presión combinada de los elevados impuestos y la evolución económica y técnica de la industria del hilo”[2].

En 1793 la inglesa Ley de Rose dio el primer estatuto a las mutuales y ellas, que destacaban desde mediados de siglo con grupos que pactaban el compromiso común de sufragar los gastos por enfermedad o entierro de sus miembros, tendrían auge al alcanzar mayores dimensiones impactos por su propia dinámica y por la influencia de diversos pensadores. La Francia de finales del Siglo XVIII destacaba con experiencias asociativas como los clubes de los Feuillants y de los Cordeliers y la famosa asociación jacobina de los Amigos de la Constitución a partir de 1790, que se impulsan con la Revolución Francesa que a su vez se apoya en ellas para gobernar.

Desde principios del Siglo XIX se suman rasgos emergentes de mutualismo que se nutrirían de la autonomía de asociaciones de base y de las relaciones diversas entre profesiones y territorios y hasta surgirían propuestas doctrinarias como el “solidarismo”, doctrina oficial de la construcción de la III República Francesa como vía alterna al individualismo y el socialismo[3].

Al respecto:

 “La historia de la sociedad francesa y la dificultad persistente a admitir el derecho de asociación, favorecieron al contrario, el enraizamiento de esta soberanía. El impulso dado desde la base hacia lo alto en el desarrollo institucional de la mutualidad convirtieron ese fenómeno en irreversible” [4].

Es de destacar que los cooperativistas ingleses entablaron estrechas relaciones con el movimiento obrero y sus sindicatos desde 1824, de tal manera que de uno de los ocho Congresos Cooperativos celebrados en Inglaterra entre 1831 y 1835 por cooperativistas y obreros surgió la Grand National Consolidated Trades Union que unificó la totalidad de los sindicatos británicos[5]

En paralelo surgieron otras experiencias cooperativas como la de consumo en Zabaikalie, Rusia, una de construcción en Filadelfia y una avícola en Irlanda, las tres en 1831. Siguió la primera cooperativa de producción en Francia: “l’Association chrétienne des bijoutiers en doré”, fundada por cuatro obreros parisinos en 1834 y una de consumo en Lion, “Le commerce veridique et social” de 1835, por cuya fundación el lionés Michel Derrion fue condenado en 1840.

Posteriormente se constituiría, como se verá en líneas posteriores, la Sociedad de los Equitativos Pioneros de Rochadle que, no siendo la primera cooperativa si lo fue en sistematizar y escribir pautas de funcionamiento que originaron los conocidos Principios Cooperativos. En paralelo a Rochadle prosperaron en Francia las cooperativas de producción y trabajo conocidos como “familisterios” fundado en Guisa por Juan Bautista Godin.

Como se observa, las ideas y prácticas cooperativas se extendían con velocidad, así, Checoslovaquia funda su primera cooperativa en 1845 y el cooperativismo de vivienda y de seguros toma presencia en los países escandinavos junto a experiencias de consumo que dieron lugar, entre otras expresiones, a la Federación Sueca de Cooperativas (K. F. Cooperativa Forbundet).

Sintetizando, en claro enfrentamiento con los valores e intereses del naciente sistema capitalista y como consecuencia de la ebullición social y la necesidad de concentrar fuerzas con visión política y de gobierno para dirigir procesos de largo plazo a nivel de sociedades enteras, surgieron sindicatos y partidos con visión transformadora de largo plazo como los socialistas y los comunistas (Manifiesto Comunista de 1848), que contribuyeron a crear un clima revolucionario en el seno de una clase trabajadora también creciente, comprometiendo la viabilidad del capitalismo.

Fue entonces como respuesta a las fatales consecuencias del capitalismo surgieron modalidades especificas por parte del Común o “la gente” con claro perfil de autodefensa, iniciándose la construcción de un sector económico de organizaciones con rasgos específicos con actividades económicas como las asociaciones, las mutuales con obvios fines de previsión social y cooperativas como organizaciones socio-económicas de mayor fortaleza, todas agrupables bajo la denominación de ES. Esas manifestaciones de entreayuda en diversos ámbitos fueron apoyadas concomitantemente por propuestas políticas de largos alcances como las de los nacientes partidos obreros, socialistas y comunistas particularmente, los movimientos feministas y los gremios; observándolas, los economistas de la época fundaron una corriente de estudio que denominaron Escuela de Economía Social.

Desde ese momento y hasta ahora, las OESs enfrentarían problemas con el capitalismo y sus variantes como el capitalismo de Estado y otros sistemas que pretendieron sustituir al capitalismo como los socialismos reales; con el tiempo, nuevas situaciones y coberturas jurídicas harían más complejo el universo organizacional de las OESs.

He acá la base de toda OESs, son constituidas por grupos de personas que voluntaria y directamente, sin intermediación, enfrentan sus problemas comunes, aportando recursos propios. Como conjunto, poseen una estructura organizacional especial que las diferencia de las organizaciones de capital y de las públicas.

Junto a las OESs, surgirían organizaciones con propuestas de sociedades alternas como los partidos socialistas y comunistas y los sindicatos para la defensa de los trabajadores en las empresas; estas organizaciones se constituirían en canales de luchas socio-económicas, en alianzas en ciertos casos con las OESs, alcanzando niveles nacionales y hasta mundiales. Las cooperativas por ejemplo, según un estudio de la Organización Internacional de Cooperativas de Producción Industrial, Artesanal y de Servicios (Cicopa), organización internacional adscrita a la Alianza Cooperativa Internacional (ACI), organismo cúpula de integración del cooperativismo a nivel mundial, ellas constituyen el mayor movimiento socioeconómico del planeta con un número de cooperativas de 2,94 millones y 1.217,5 millones de asociados en todo tipo de cooperativas sobre una población mundial de 7.324 millones, el 16,62%, la sexta parte[6].

El empleo en el ámbito de las cooperativas comprende por lo menos 250 millones de personas en el planeta, el 8,73% de la población ocupada mundial, distribuidos asì: 10,8 millones de trabajadores – asociados; 15,6 millones de empleados; y 223,6 millones de personas, pertenecientes en su mayoría de ellos al sector agrícola[7]. Si se considera que cada asociado tiene una familia promedio de tres personas, el total de personas vinculadas al movimiento, sobrepasa los cuatro mil millones.

Para completar el panorama puede afirmarse que las 300 cooperativas más grandes han generado ingresos anuales de 2,2 billones de dólares, equivalente al PIB de la séptima economía más grande del mundo[8]. Estas cifras deberían nutrirse de informes gubernamentales pero son numerosos los estados que conceden mayor importancia a otros sectores económicos que a las OESs, particularmente las cooperativas.

Fuente:


[1] Ver Paul Lambert. La Doctrina Cooperativa. Edición fotocopiada. S/f.

[2] Comité Económico Social Europeo. La Economía Social en la Unión Europea. Informe Elaborado para el Comité Económico y Social Europeo por el Centro Internacional de Investigación e Información sobre la Economía Pública, Social y Cooperativa (Ciriec). Bélgica.2012.124 págs.

[3] Ver Javier de Lucas. El Concepto de Solidaridad. Biblioteca de Ética, Filosofía del Derecho y Política. Distribuciones Fontamara, S. A. México, 1998.

[4] Ver Web del Museo de la Mutualidad francesa: http://www.musee.mutualite.fr/musee/musee-mutualite.nsf/windex

[5] Cepes. El impacto socioeconómico de las entidades de Economía Social. Identificación, medición y valoración de los efectos vinculados a los principios de actuación de las empresas de la Economía Social. Sept.2011.16 págs.

[6] Roelants, Bruno et Al. Cooperativas y Empleo: Un Informe Mundial. Cicopa. Informe ante la Cumbre Internacional de Cooperativas 2014, Quebec, 6 al 9/10/2014.

[7] Roelants, Bruno. Ob. Cit.

[8] Roelants, Bruno et Al. Ob. Cit. pp.148.

http://www.cicopa.coop/IMG/pdf/cooperativas_y_empleocicopaesweb_

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