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Protectores solares y osteoporosis

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Dr. Mario F. Bruno
Dr. Mario F. Bruno
Presidente de la Sociedad Argentina de Periodismo Médico; Vicepresidente de la Sociedad Argentina de Cancerología; Presidente del Comité de Cuidados Paliativo de AMA (Asociación Médica Argentina); Presidente del Comité AntiTabaco de AMA Vicepresidente de UATA (Unión Antitabáquica Argentina); Director de los cursos anuales de 1) Periodismo Médico 2) Cancerología, 3) Cuidados Paliativos (AMA); Miembro Emérito de ASCO (American Society Clinical Oncology); Miembro Titular de ESMO (European Society Clinical Oncology); Director Médico de Medicron S.A. (Centro Oncológico)

La Organización Mundial de la Salud define a la osteoporosis como una enfermedad general del esqueleto, caracterizada por una disminución del calcio en el interior óseo, con un aumento en la fragilidad de los mismos, hecho que aumenta la posibilidad de fractura.

Si bien la mayor incidencia ocurre en mujeres, a partir de los 50 años, puede darse en hombres y en gente joven.

La osteoporosis es llamada la “enfermedad silenciosa”, porque su progreso no es detectado por muchos años y el primer signo de esta afección usualmente es una fractura.

Las fracturas de las vértebras espinales pueden ser indoloras, pero a menudo acompañan dolores severos en la espalda que pueden durar por muchas semanas.

Las fracturas por compresión de la columna ocurren, porque el hueso debilitado se colapsa bajo el peso del cuerpo. Esto ocasiona una pérdida de la altura corporal, y una curvatura, que se manifiesta como joroba.

La mayoría de las fracturas de la cadera también son el resultado de la osteoporosis y pueden tener devastadoras consecuencias, las cuales pueden incluir hospitalización, capacidades funcionales reducidas e incluso la muerte.

Más de un tercio de las mujeres mayores de 50 años y casi la mitad de los mayores de 70 años de edad, se ven afectados por esta enfermedad. Hasta un 20 % de las víctimas de fractura de cadera mueren, en alrededor un año; el 15 a 25 % requerirá hospitalización, y menos de la mitad recuperará la capacidad funcional completa.

La osteoporosis, está en directa relación con la concentración de Vitamina D en la sangre. La vitamina D, llamada también antirraquítica, se encuentra en cantidades importantes en alimentos como la leche y los huevos. También puede formarse en la piel, luego de la exposición al sol. Esta vitamina es esencial para que el calcio pueda integrarse a los huesos y fortalecerlos, evitando la osteoporosis.

Algunos estudios han señalado la posibilidad que la vitamina D, sea importante también en la regulación del sistema inmunológico e intervendría también en el control de ciertos tipos de cáncer y enfermedades respiratorias. Además, dicha vitamina también participa en otras funciones corporales, tales como la correcta función muscular y nerviosa. Si bien algunos alimentos contienen vitamina D, como los pescados, grasas, el hígado de ternera o algunos tipos de cereales, las cantidades obtenidas por la dieta son insuficientes. Es necesario someterse a la exposición solar para poder sintetizar la vitamina, ya que el sol provoca que la piel produzca una sustancia precursora de la vitamina D, la cual al activarse acabará formando vitamina D3 tras pasar por el metabolismo del hígado y el riñón.

Se ha establecido que la mayor cantidad de vitamina D (aproximadamente el 90 %) proviene de su formación en la piel, luego de la exposición al sol. Por otro lado, se halla vastamente difundido que la protección solar, resulta imprescindible para disminuir el riesgo de diversas enfermedades de la piel, incluyendo el peligroso cáncer de piel o melanoma. Sin embargo, nuevos trabajos sugieren que dicha protección puede tener como efecto colateral evitar la correcta síntesis de vitamina D.

A la luz de estos estudios, se plantean actualmente controversias entre síntesis de vitamina D principalmente al exponerse al sol y el énfasis que hacemos hoy en la importancia del uso de protectores solares para evitar cáncer, envejecimiento prematuro y otras afecciones cutáneas.

La organización Mundial de la Salud considera que para una adecuada formación cutánea de la vitamina D, es recomendable tomar baños de sol entre el momento que asoma, hasta las 10 de la mañana y después de las 3 de la tarde, durante 20 minutos diariamente, exponiendo áreas amplias como la piel de las piernas y los brazos, recomendaciones que no están dispuestas a seguir muchas personas, bien sea por falta de tiempo o porque padecen de manchas en la piel, alergia solar y enfermedades como lupus, entre otras. Otros estudios consideran que sólo 10 minutos es suficiente. Pese a la discusión al respecto, recientes estudios del Instituto Nacional de salud de Estados Unidos, han concluido en que el uso de protectores solares, no reduce significativamente los niveles de vitamina D, probablemente porque nunca protegemos lo suficiente todas las áreas corporales expuestas al sol.

Un aspecto que constituye una ventaja en los países tropicales, es la indumentaria usual, que puede dejar al descubierto áreas como piernas.

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