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Los números ocultos de la salud argentina

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Dr. Mario F. Bruno
Dr. Mario F. Bruno
Presidente de la Sociedad Argentina de Periodismo Médico; Vicepresidente de la Sociedad Argentina de Cancerología; Presidente del Comité de Cuidados Paliativo de AMA (Asociación Médica Argentina); Presidente del Comité AntiTabaco de AMA Vicepresidente de UATA (Unión Antitabáquica Argentina); Director de los cursos anuales de 1) Periodismo Médico 2) Cancerología, 3) Cuidados Paliativos (AMA); Miembro Emérito de ASCO (American Society Clinical Oncology); Miembro Titular de ESMO (European Society Clinical Oncology); Director Médico de Medicron S.A. (Centro Oncológico)

Los números de la pandemia nos invaden. Amanecemos, transcurrimos el día y nos vamos a dormir, solo escuchando y leyendo números de enfermos y muertes diarias provocados por esta afección. Y eso, sumado al aislamiento, nos afecta profundamente y fue motivo de la nota que denominamos “Infodemia”, en ediciones previas de este mismo medio.

Desde el punto de vista psicológico, estas noticias provocan terror, y paralizan, haciendo imaginar un francotirador oculto, que apenas asomemos a la puerta de calle nos va a matar. Sin embargo, estos datos no son comparados con otras afecciones iguales y/o más graves instaladas crónicamente en nuestro país, y que matan en igual o en mayor proporción, pero de las que se habla muy esporádicamente sin provocar la sensación de peligro inminente y posibilidad real de fallecimiento, seguramente porque aprendimos a convivir con ellas.

Al día del cierre de esta nota, el 15  de Junio, la cantidad de infectados en Argentina alcanzaba a 31.577  y  las muertes por esta causa a  842. Veamos que ocurren en nuestro país con estos mismos índices pero referidos a otras patologías evitables, originadas por nuestra forma de vida, y muchas de ellas de transmisión de persona a persona.

En Argentina, 8.000.000 de personas son adictas al tabaco, que en la mitad de los casos comienza entre los 12 y 13 años. Esto provoca en nuestro país, según cifras oficiales, 45.000 muertes por año. Quizás lo más importante de destacar en este caso es que 6000 argentinos mueren por año por enfermedades relacionadas con el tabaquismo y nunca fumaron. Son aquellos que reciben el humo llamado de segunda mano, es decir que están al lado de los fumadores, o de tercera mano, es decir que comparten espacios cerrados donde se fumó, más allá de que no se fume en ese momento presencial. Debe tenerse en cuenta que las partículas originadas por la combustión del tabaco están en el ambiente por 14 días. Por lo tanto, quien entra en un ambiente cerrado donde se fumó unos días atrás, también está fumando. Cada cigarrillo representa 8 minutos menos de vida, tanto para quien lo fuma, como para el que lo recibe pasivamente. La cifra de muertos por tabaco por día es de 111, y no vemos fotos de féretros en los medios. El número de muertos por tabaquismo y que nunca fumaron son de 500 por mes.

Hace algunos años, cuando ocurrió la tragedia de Cromañon, donde fallecieron lamentablemente 250 personas, decíamos que cada mes ocurren dos Cromañones (500 por mes) de muertes inocentes, porque no eligieron fumar y nadie dice nada.

Otro tema que quiero abordar son los mal llamados “accidentes” de tránsito. Accidente según la OMS es “todo acontecimiento fortuito, generalmente desgraciado o dañino, independientemente de la voluntad humana, provocado por una fuerza exterior que actúa rápidamente y que se manifiesta por la aparición de lesiones orgánicas o trastornos mentales”. La realidad es que, en la mayor parte de los casos, no ocurren por fatalidad, sino por errores humanos o fallas mecánicas no previstas.

En Argentina se ostenta uno de los índices más altos de mortalidad por siniestros de tránsito. 19 personas mueren por día; hay 6.627 víctimas fatales por año (2019) y unos 120 mil heridos de distinto grado y miles de discapacitados. Tengamos en cuenta que 18 compatriota que salen diariamente de su casas nunca más regresan a la misma, pues esa es la cifra de los que mueren diariamente. Tampoco vemos que los medios alarmen con su información sobre este tema.

Un tercer tema a citar, también evitable, son las muertes por desnutrición de quienes padecen hambre. La desnutrición es, según Unicef, “estado patológico resultante de una dieta deficiente en uno o varios nutrientes esenciales o de una mala asimilación de los alimentos”. El informe estadístico del año  2013 elaborado por el Ministerio de Salud de la Nación, el último disponible, registró que ese año 891 personas perdieron la vida por esta causa, es decir, que fallecía en ese momento (ahora deben ser muchos más)  un argentino cada diez horas, víctimas de una pobreza estructural sin acceso al agua potable, a los alimentos, a la salud, a una vivienda, a un hábitat saludable y a actividades que les garanticen la subsistencia. De las 891 muertes por desnutrición, casi un 40% (347) refiere a personas de más de 85 años, y llega al 70% si se suman los casos de personas de más de 75 años.

Esporádicamente, los medios tocan este tema pero sin la continuidad ni intensidad como para que se tome conciencia. Existen muchos otros números “ocultos” de la salud argentina que, al no ser permanentemente difundidos por los medios, los dejamos de lado. Mortalidad infantil, eventos cardiovasculares etc., etc. Ruego que este aprendizaje, tomado en su justa medida, sirva para darle trascendencia a las enfermedades y muertes absurdas provocadas por nuestra falta de compromiso con la salud de nuestros conciudadanos y compañeros de ruta en este viaje común por la vida.

Ilustración: Matías Roffe

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