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Los beneficios de la amistad sobre la salud a través del tiempo

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Dr. Mario F. Bruno
Dr. Mario F. Bruno
Presidente de la Sociedad Argentina de Periodismo Médico; Vicepresidente de la Sociedad Argentina de Cancerología; Presidente del Comité de Cuidados Paliativo de AMA (Asociación Médica Argentina); Presidente del Comité AntiTabaco de AMA Vicepresidente de UATA (Unión Antitabáquica Argentina); Director de los cursos anuales de 1) Periodismo Médico 2) Cancerología, 3) Cuidados Paliativos (AMA); Miembro Emérito de ASCO (American Society Clinical Oncology); Miembro Titular de ESMO (European Society Clinical Oncology); Director Médico de Medicron S.A. (Centro Oncológico)

Aprovechando que el pasado 20 de Julio se conmemoró nuevamente el día del amigo, veremos la relación entre la amistad y la salud.

La amistad actúa como un medicamento mágico que facilita una vida más larga y feliz y, además, una buena salud, por los momentos de diversión y de apoyo que brindan los amigos. La relación con amigos provoca una mejoría en el bienestar físico y psicológico.

La amistad actúa como un medicamento mágico que facilita una vida más larga y feliz

El concepto de amistad se va modificando en la medida que progresamos en la edad. La amistad entre los niños permite desarrollar la cooperación y la comunicación. Además, aprenden a relacionarse por fuera de la familia, encontrando empatías y resolviendo conflictos. Si estos lazos no se producen o se rompen se afectará el vínculo afectivo de esa persona provocándole un rechazo o aislamiento social muy doloroso y complicado de resolver.

Paralelamente al incremento de la edad, los niños van profundizando el vínculo. Entre los 5 y 7 años los niños consideran amigos a aquellos que son divertidos, agradables o les prestan sus juguetes. Eligen con quiénes estar, pero esa relación es transitoria. Ya, entre los 8 y 10 años, pueden entender la relación más en abstracto, como cuidar o atender a otra persona, y después de los 10, pueden verla como una relación que se mantendrá través del tiempo.

Si bien los niños perciben la importancia del afecto mutuo entre amigos, recién en la adolescencia toman conciencia de los valores esenciales como son la lealtad y la intimidad. Ana Paula Cordero, en su artículo “Cómo influye la amistad en la salud”, publicado en Intramed, nos dice, referente a esta etapa: “Sin dudas, la adolescencia supone el auge de la amistad. En esta etapa de crisis en la que el niño está mutando hacia el adulto es cuando más se busca a los pares para identificarse, conocer nuevos caminos y abrir juntos la puerta a un mundo repleto de expectativas y temores. De esta época suelen quedar los amigos íntimos que nos acompañarán el resto de nuestros días”.

El encuentro con amigos, disminuye el stress, y se manifiestan las alegrías, a través de la sonrisa y el relax

En la adultez, la amistad colabora en mantenerse sano. El encuentro con amigos disminuye el stress y se manifiestan las alegrías a través de la sonrisa y el relax.  

“La amistad es contención, comprensión, lealtad, libertad y sobre todo aceptación. Un amigo es alguien que te acepta tal como sos, frente a él se pierde la vergüenza, se comparten situaciones complejas, dolorosas, y te hace sentir querido, algo fundamental para mantenerse saludable”, dice el doctor en psicología social Horacio Serebrinsky, uno de los fundadores de la Escuela Sistémica Argentina.

El Dr. Marcelo Cetkovich – Director Líneas de investigaciones psicopatológicas (LIP) de la Fundación INECO, nos dice, respecto a la amistad en el adulto:

Un ambiente estimulante contribuye a nuestro desarrollo. Rodearnos de pares que reconocemos como amigos, es una de las formas de alimentar nuestro espíritu, de alentarlo. Cuando nos reunimos con amigos solemos utilizar ese momento para, entre otras cosas, recordar o hacer planes. El hecho de traer a colación viejos recuerdos implica poner en juego complejos circuitos cerebrales involucrados en la rememoración, lo que los fortalece. Sin embargo, sabemos que los recuerdos no son inmutables; cada vez que son traídos a la conciencia, se tornan inestables y se pueden modificar. Por eso lo que recordamos no es lo que pasó, si no lo que guardamos la última vez que lo recordamos. Hacer planes, que es la otra cosa que hacemos con amigos, implica establecer un objetivo y diseñar una serie de conductas y pasos complejos que nos llevaran a la obtención del mismo. Este es un ejercicio cognitivo formidable, que implica un gran ejercicio cerebral”.

En la tercera edad ocurren situaciones que alarman. El cuerpo produce cambios que reducen las repuestas. El jubilado modifica sus hábitos, pero fundamentalmente, al concurrir al trabajo, deja de verse diariamente con sus compañeros. Además, los hijos son adultos y los nietos están imbuidos en sus tareas propias. Entonces la soledad puede deprimir y angustiar. Y aquí nuevamente la amistad, puede ser la herramienta salvadora. Aprender nuevas actividades, participar en reuniones de distinta índole, permite hacer nuevos amigos, fortaleciendo los vínculos sociales. Estas nuevas actividades permiten, además del aspecto social, el estímulo del área cognitiva del cerebro y la plasticidad neuronal.

Cerramos este articulo con una investigación publicada en la revista Journal of Epidemiology and Community Health. Luego de estudiar a 1500 personas por diez años, científicos australianos llegaron a la conclusión de que la gente con un círculo amplio de amigos, reducen en un 22% el riesgo de fallecer.

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