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Economía Solidaria es un medio de prensa especializado en el sector cooperativo y mutual argentino que reúne las noticias más relevantes del campo asociativo, en favor de su fortalecimiento, integración y visibilidad. Propiedad del Colegio de Graduados en Cooperativismo y Mutualismo (CGCyM)

Por Alejandro Galay y Jorge Núñez

Tras la muerte de Alberto Salom, AMEPORT (Mutual del Personal del Estado Nacional, Provincial, Municipal y Afines) sigue adelante haciéndole honor a la pujanza espiritual de su histórico líder. Ricardo Lorenzo, abogado, presidente actual y legendario dirigente de la primera hora, encabeza a sus 83 años una de las mutuales más importantes del país. Aquí cuenta un poco de su rica historia.

¿Cómo se inicia usted en el mutualismo, y cuándo entra en consonancia con AMEPORT?

– La mutual se funda en 1973. Nuestras inquietudes venían de un tiempo antes, cuando estábamos trabajando en la administración general de puertos. Era un tiempo, cuándo no, de sufrimiento para los trabajadores. Y nosotros veíamos que no teníamos cómo ayudarnos. Había muchos empleados, administrativos y los llamados “de fuerza” en la actividad portuaria propiamente dicha. Y también hay que recordar a los trabajadores del ferrocarril, ya que fue un medio de transporte muy importante para el puerto, y viceversa. Eran tiempos de escasez.

Y así se encontraron

– Nos encontramos junto con otros compañeros, donde estaba Alberto Salom, y con los que teníamos inquietudes políticas y actuábamos gremialmente. El punto es que había algunos muchachos que empezaban a prestar plata por izquierda, a modo de usura, cosas que empiezan livianas y después terminan pesadas. Nuestra intención entonces fue acabar con esa práctica usuraria habitual, y para ello encontramos la modalidad de la entidad asociativa.

¿Se había desmadrado el asunto?

– Había gente que no podía devolver la plata; había amenazas. Falta de compañerismo, cuatro vivos que se dedicaban a dar ese tipo de préstamos. Empezó a correr el rumor acerca de una mutual de Rosario, célebre, llamada El Banquito que nos sirvió como modelo de referencia. Y otra gallega, de La Boca, Hijos de Zas, de la cual también nos interesamos y que yo además conocía por mi abuelo.

¿Algo especial para recordar de ese origen?

– La anécdota más recordada es que nuestra primera caja fuerte fue una caja de zapatos… sin los zapatos. Literalmente. Así arrancamos con AMEPORT.

¿Usted había tenido una tradición familiar vinculada al puerto?

– Sí. Yo vengo de una familia portuaria; éramos de Pompeya, casas de madera y chapa e inmigración fundamentalmente española. Mi papá era peón. Me llevaba de chico a ver los barcos. A mí me había llamado la atención la gran capacidad de laburo que había allí. Era otro puerto, muy distinto a este. Nada que ver con lo que es ahora. Aquel era un escenario desértico y brumoso, como separado de la ciudad.

¿A qué otra persona recuerda de esa primera época?

– Al contador Caimi. Era uno de los que entendía bien de la materia. Muchos no sabíamos nada de bancos, por ejemplo. Fue así que comenzamos con los préstamos.

¿Y cómo fue ese comienzo efectivo?

– Con una actividad muy intensa. Entró mucha gente. Nos fuimos extendiendo con las propuestas. Le dimos continuidad al club Olivos, que era conocido como el club del Ministerio de Obras Públicas. Más grandecito, yo ya iba a bailar a ese club. Vivía en Pompeya e ir hasta allá era toda una aventura, como ir ahora a California (risas).

También zona del río

– No sé por qué, pero nadie sabe bien exactamente en qué momento quedamos a cargo de ese club. Hoy día lo seguimos teniendo y concurre una gran cantidad de personas, tiene muchas actividades deportivas y de ocio para la familia. No somos dueños sino usuarios, es una suerte de concesión del Estado. La explotamos para los socios. Lo ocupamos bien, digamos.

¿A qué atribuye el éxito de la mutual después de más de cincuenta años en el camino?

– A los valores morales. No hemos tenido nunca una denuncia de nadie. Cuando hay reclamos administrativos, se atienden con rapidez y los resolvemos en general a favor del socio. En caso de duda, se le da la razón al que está en la situación más endeble. Es un viejo principio del derecho.

Desde el nacimiento hasta el presente, lo de AMEPORT ha sido un auténtico progreso.

– Sí, en todo sentido. Por ejemplo, esta sede no tiene nada que ver con lo que era cuando llegamos. La hemos remodelado por completo. Antes estábamos a tres cuadras de la misma calle Hipólito Yrigoyen.

Y está el servicio de hospedaje

– Tenemos 40 habitaciones que funcionan como un apart hotel para los asociados que vienen, principalmente, del interior. Las fuimos comprando de a poco en el famoso edificio Acara, en pleno centro, sobre la calle Lima.

En este trayecto, ha sido esencial el liderazgo

– Ciento por ciento de acuerdo. Por eso recalco siempre la figura irrepetible de Alberto, un discutidor invencible. Tuvimos una relación de suma fidelidad y compañerismo.

¿Cuántos asociados tiene AMEPORT?

– Casi treinta mil

¿Proyectos para el año en curso?

– Es una situación demasiado árida, inestable. Más que proyectos, lo que hay son muchos deseos.

Más info: https://www.ameport.org.ar/page/default

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