La incontinencia urinaria es la pérdida involuntaria de orina ocasional o permanente, y se trata de una afección frecuente. Puede variar desde un problema menor hasta algo que altera en gran medida la vida diaria
En nuestro país, afecta a 4 de cada 10 hombres y mujeres de más de 40 años. La magnitud de las pérdidas oscilan entre pequeñas hasta grandes cantidades, y entre las causas principales podemos citar la disminución de la capacidad de la vejiga y de la contráctil, a medida que se progresa en edad.
En general, la incontinencia no es un tema del que se hable abiertamente, y suele traer angustia física y emocional, trastornando la calidad de vida de las personas. La pérdida involuntaria de orina traduce una falta de control sobre la vejiga.
En ese sentido, existen tres grados: leve, cuando los escapes son ocasionales y en pequeñas cantidades; moderado, cuando ocurren con mayor frecuencia y en cantidades regulares; e intenso, cuando la pérdida ocurre todo el tiempo y en grandes cantidades.
A su vez, de acuerdo a la situación en que aparecen, se distinguen tres tipos: de esfuerzo, cuando los escapes son al reír, toser, estornudar o hacer ejercicio; de urgencia, cuando la necesidad es tan imperiosa que no permite llegar a tiempo al baño; y mixta, cuando se entremezclan las dos situaciones descriptas.
Esta situación tiene una prevalencia estimada entre el 25% y 45% de las personas, con un 60% de los casos asociados a una o más condiciones geriátricas, afectando más al sexo femenino a partir de los 65 años.
Cuando la incontinencia urinaria es frecuente, o está afectando la calidad de vida, es importante buscar asesoramiento médico, pues de lo contrario puede: restringir las actividades y limitar la vida social, repercutir negativamente en la calidad de vida, y aumentar el riesgo de caídas en los adultos mayores cuando van de prisa al baño.
Dentro de los estudios para esta afección, resulta importante realizar el llamado urodinámico. Este estudio consiste en la colocación de dos sondas, una en el recto a través del ano, y otra en la vejiga a través de la uretra. Durante el estudio se intenta provocar y reproducir los síntomas que padece el paciente, como escapes de orina, la urgencia miccional o la dificultad para orinar. Las sondas miden la presión en el interior de ambos órganos, y estudian cómo se comportan durante el llenado y el vaciado vesical. De esta forma, se averigua lo que ocurre en el tracto urinario inferior cuando el paciente presenta esos síntomas. Todo lo citado da una información muy detallada del funcionamiento de la vejiga, hecho que permitirá ofrecer el tratamiento más adecuado. Si bien el estudio urodinámico identifica muy bien alteraciones funcionales, no es capaz de detectar ningún tipo de alteración estructural, (cálculos,, tumores, etc.) ni infecciones urinarias.
En relación al tratamiento, existen diversas alternativas, pero es esencial como primera medida realizar cambios en el estilo de vida: la Asociación Europea de Urología detalla que es importante tratar de manera óptima las variaciones generales que presenten los pacientes, como disminuir el peso en quienes lo ameriten, suspender consumo de tabaco y reducir la ingesta de cafeína.
En cuanto a los tratamientos específicos, son de tres tipos: A) Terapia conservadora, con ejercicios específicos para mejorar el tono muscular de la vejiga. B) Terapia Farmacológica para la incontinencia de urgencia y de esfuerzo. C) Terapia quirúrgica (es un procedimiento mínimamente invasivo y de una eficacia, cercana al 90%).
La terapia conservadora o física consiste en el trabajo con ejercicios para fortalecer el piso pélvico, ya que el tratamiento de la musculatura mejora la estabilidad en la zona y genera la disminución de contracciones que incitan la orina involuntaria. La terapia farmacológica de la incontinencia se basa en medicamentos que bloquean receptores y que frenan las contracciones involuntarias del musculo de la vejiga; esto provoca una disminución de la presión intravesical y aumenta como consecuencia la capacidad de retener la orina. Finalmente, la cirugía consiste en la colocación de una malla sintética por debajo de la uretra. En cualquiera de los tratamientos empleados, realizar una rehabilitación posterior es esencial.
Como conclusión, si ocurre un escape de orina, no debemos sorprendernos ni caer en la frustración. Lo importante es tomar conciencia sobre la incontinencia urinaria, entender a nuestro cuerpo y buscar una solución adecuada.
Ilustración; Matías Roffe