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La desigualdad en el mundo (Parte I)

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Mundo Mutual es un periódico mensual de alcance nacional sobre los acontecimientos más relevantes del sector mutualista argentino.

Por el Dr. Juan Carlos Vacarezza*

El libro de Branko Milanovic, titulado Desigualdad mundial. Un nuevo enfoque para la era de la globalización (2018), desnuda un problema que está inmerso en la totalidad de los países.

Hoy la desigualdad es un problema no solo interno de cada país, sino un problema mundial, que toma dimensión a través de la globalización y del comercio mundial.

Normalmente se piensa en la desigualdad de ingresos, dentro de los límites de cada país, pero esto ya no es un fenómeno nacional, sino que es de carácter mundial.

La posibilidad de obtener información sobre las posibilidades económicas de otros pueblos en las distintas partes del mundo hace que se utilicen ciertos métodos para renegociar los salarios o ingresos con nuestros Jefes de Estado.
Para estudiar este fenómeno a nivel mundial, puede establecerse una investigación profunda y con datos de cada país, y en el transcurso de un cuarto de siglo observarse que el mundo se modificó muchas veces y los cambios marcaron esa desigualdad.

La Revolución industrial llevó al crecimiento de Europa y Estados Unidos. Ese crecimiento operó sobre los ingresos de los pueblos y también en forma contraria, a través del comercio mundial, causó dependencia de la compra de importaciones de otros países, destruyendo sus propios espacios de producción.

Más recientemente, a partir de la profundización de la globalización y mediante las mejores condiciones laborales para las empresas, surge el crecimiento en los países asiáticos, teniendo un gran impacto en la reducción de la desigualdad mundial.

En el año 1988, con la caída del muro de Berlín, las economías se integraron al sistema económico mundial, lo cual permitió la mejor recolección de datos para mostrar la realidad con respecto a la desigualdad mundial.

La disponibilidad de datos sólo se tiene desde la última década. De todos modos, por la simple observación del fenómeno mundial de la globalización, podemos inferir que los últimos 25 años nos permiten advertir las modificaciones del mundo a través de la desigualdad mundial, reflejado en los cambios políticos y económicos, declives o resurgimientos.

Las ganancias de la globalización no se distribuyeron de modo equitativo. Por el contrario, hay grupos concentrados que se quedaron con la mayor parte de las ganancias en las últimas décadas. Las ganancias de los ingresos de clase media fueron mayores que las ganancias del 1% más rico del mundo.

El ingreso real en 20 años de alta globalización entre 1988 y 2008; la gran integración de China con 1.000 millones de habitantes; la economía con su nueva planificación de la Unión Soviética y Europa del Este; y la India con sus reformas de 1990 que se integra al mundo, modifican los parámetros.

Este período estuvo acompañado por una revolución en las comunicaciones, lo cual permitió a las empresas instalar fábricas en distintos países del mundo, y eso no sólo aventajó en sus costos mejorando la producción, sino que también abrió puestos de trabajo en distintos países, con mejoras la ocupación en países de gran oferta laboral. Se dio entonces esta doble coincidencia: mercados periféricos dispuestos a abrirse y países del centro que pueden contratar mano de obra en países periféricos in situ. Las ganancias se distribuyeron de manera desigual, por ello muchos no ganaron nada en absoluto. Nueve de cada diez personas pertenecen a economías de los países asiáticos emergentes, principalmente de China, India, Tailandia, Vietnam e Indonesia. No son los más ricos, porque los ricos están en una posición más alta de la distribución del ingreso mundial. Son las personas que están en medio de la distribución de su propio país. Por ejemplo, el ingreso per capita de los dos deciles de la parte media (quinto y sexto) en la China urbana y rural se multiplicó por 3 y por 2,2 respectivamente entre 1988 y 2008. Estos grupos fueron “los ganadores de la globalización”. En Vietnam y Tailandia donde la población no se divide en urbana y rural, los ingresos reales medios crecieron más del doble. En Indonesia los salarios urbanos se duplicaron, y los salarios rurales aumentaron 80%. A estos sectores los llamamos “la clase media emergente del mundo”, los cuales no pueden compararse con las clases medias de los países desarrollados, porque son más pobres aquellos y tienen una deficiencia también en su educación. El 1% más rico del mundo pertenece al 12% de los estadounidenses y el crecimiento de sus ingresos se hizo más lento o se detuvo debido a la crisis financiera. Esto obedece a dos razones: en principio, la clase más alta del mundo se concentró aún más, y por otra parte los ingresos medios y medianos siguieron creciendo a nivel mundial. Es más que llamativo que una de las personas más ricas de Argentina, el señor Paolo Rocca, con una fortuna de miles de millones de dólares y que forma parte del pequeñísimo grupo que se ha beneficiado de la inequidad y concentración de la riqueza, haya invitado a brindar una conferencia a un académico con una visión de izquierda como el serbio Branko Milanovic. Lo peculiar se entiende si se tiene en cuenta que el Boletín Techint se ha caracterizado en sus 60 años de vida por publicar muy buenos ensayos y con criterio pluralista. Guillermo Hang, el director ejecutivo de la revista sostuvo que “la creciente desigualdad constituye un peligro para el capitalismo democrático”.

Milanovic comenzó la conferencia mostrando que en los últimos años la desigualdad de ingresos entre las personas en el mundo entero no ha aumentado, sino que ha disminuido. La explicación es que el impresionante incremento en los ingresos de China y otros países de enorme población, como India e Indonesia, hizo emerger una gran clase media mundial. Él lo denomina “el rebalanceo del mundo”. Pero de inmediato aclaró un punto central: la desigualdad mundial ha caído pero la desigualdad en el interior de los países ha aumentado y mucho, tanto si se mide por ingresos como por patrimonio. “Lo políticamente clave es que las personas perciben la desigualdad en sus países”. La concentración del ingreso reforzará el poder político de los ricos, y eso hará que los cambios a favor de los pobres en política tributaria, en el financiamiento de la educación pública y en el gasto en infraestructura resulte menos probable. Además agregó: “Si los individuos se preocupan más acerca de su posición relativa en donde viven que lo que pasa en China o en el mundo entero, esa percepción acerca de la creciente desigualdad neutraliza las ventajas de la caída en la desigualdad global. Y eso cobra preponderancia política”. Propone que el acceso a la educación sea ‘significativamente igualitario’. Eso quiere decir que no debe haber escuelas para ricos y otras para pobres, sino que cualquiera pueda elegir donde estudiar, independientemente de su condición social. Aun cuando entre los 7.500 millones de habitantes de la Tierra hay menos diferencia que antes, Milanovic aportó datos que revelan que de todas maneras la desigualdad es obscena.

Juan Carlos Vacarezza es economista y profesor de la Universidad Nacional de Lomas de Zamora.

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