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¿Hacia dónde va la economía mundial?

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Esmeralda Torre
Esmeralda Torre
Licenciada en Economía por la Universidad de San Andrés (UdeSA), y MS Strategic Design & Management - The New School Parsons (Nueva York).

El 2021 será un año de recuperación, pero el crecimiento llegará recién, con suerte y viento de cola, en el 2022. China podría tomar otra vez la pole position. En EEUU asoma un Biden típicamente demócrata: más institucionalidad política y menos proteccionismo comercial. Europa, con la devastación del turismo, dependerá del ritmo de vacunación y control del contagio. Sudamérica es un gran signo de interrogación.

Coronavirus, caos y… ¿cambio?

La actividad económica mundial está intentando recuperarse del colapso ocasionado por el inesperado COVID-19 (Coronavirus). La magnitud del hecho parece desconcertar la evolución de las perspectivas fundamentales, dado que todos los países, incluidos los que parecen haber dejado atrás los picos de infección, deben aún garantizar que los sistemas sanitarios cuenten con recursos adecuados, y así permitir que las economías comiencen a funcionar con normalidad, contando con el respaldo necesario.

Si bien existe un grado de incertidumbre inusitadamente elevado en torno a las proyecciones económicas, las previsiones indican cuán esencial es una cooperación multilateral sólida en múltiples ámbitos para materializar el repunte que se espera. Es probable, además, que se conserven ciertas prioridades inmediatas como contener la propagación del virus, proporcionar alivio a las poblaciones vulnerables y superar los desafíos relacionados con el proceso de vacunación. Y estas condiciones parecen indicar que el nivel de desaceleración final del PIB mundial, que comenzó en 2020, es incierto, y su rescate podría mantenerse amarrado debajo de las tendencias previas a la pandemia. Mucho se especula sobre el futuro, pero, ¿cuál será la dirección de la economía mundial para suscitar la recuperación?

Cabe repetir que el Coronavirus ha afectado a las naciones en distinta forma y proporción, dado que cada país posee recursos naturales distintos o, en otras palabras, commodities, y por ende, esto deriva en una distinta producción e industria. A tal evento, el mercado mundial ha recibido el impacto de las consecuencias sin despejar la duda acerca de cuál es el camino en el que se tiene que navegar, evitando cualquier tipo de daño irreversible, como podrían ser una constante caída en la inversión, el aumento del desempleo y la saturación del sistema sanitario.

El panorama parece revelar consecuencias fortuitas, por un lado, en sectores bajos y economías en desarrollo, y, por el otro, en la cadena de valor de grandes industrias como la indumentaria y la alimenticia. En otras palabras, el Coronavirus es un fenómeno que podría ser catalogado como black swan, un evento inesperado que impacta por igual en los extremos económicos: el sector de las grandes corporaciones (que se vio obligado a frenar la producción, construcción, industria y redefinir servicios), y en el sector más bajo: indigentes de todo el mundo y economías emergentes, perjudicadas, a su vez, por la propia escasez de recursos, con falta de infraestructura y procesos para sobrellevar el cierre de emergencia. Esto ha expuesto la fragilidad de las economías de varios estados y su necesidad de generar un sistema acorde a la globalización en materia ambiental, con adecuada integración al resto.

Finalmente, es el turno del sector económico medio y de pequeñas y medianas empresas, tanto de economías en desarrollo como desarrolladas, que se ven afectadas y atrapadas entre la falta de liquidez y un borroso panorama que dificulta sus estimaciones. Además, la confianza en las herramientas de pronóstico estándar parece fallar en la predicción de desarrollo del Covid-19, lo que potencialmente aumenta la vulnerabilidad de la economía mundial al propagar el riesgo y ofrecer una seguridad, en rigor, falsa.

Los primeros serán los primeros

Las recientes elecciones presidenciales en Estados Unidos han pasado a la historia por una victoria del Partido Demócrata, que propone girar el timón y navegar en “aguas limpias”. Es decir, la nueva administración tiene el objetivo de adentrarse aún más en terrenos sustentables, para enfrentar la emergencia climática y permitir que Estados Unidos logre una economía de energía limpia al 100% y emisiones netas cero para 2050. Esta medida se verá necesariamente acompañada por la construcción de una estructura más fuerte y con más resiliencia, que permitiría reconstruir edificios, agua, transporte, y todo lo que pueda soportar los impactos del cambio climático. Por ejemplo, si la transición de energía convencional a energía renovable está acompañada de una fuerte inversión e investigación, innovación  y desarrollo, se logrará no solo la creación de millones de puestos de trabajo en torno a una energía limpia, sino también su corolario: generará nuevos circuitos y estructuras de negocios que perdurarán en el tiempo sin un costo a pagar a futuro. Esto implica una transformación de una economía lineal a otra circular, y para que dicha transición ocurra debe concluir positivamente la negociación con el Partido Republicano, que pide conservar industrias como la petrolera y varias multinacionales con modelos de negocios poco sustentables.

Según un reciente informe de la ONU, la temperatura global continúa aumentando a tasa actual y ya supera los 1.5 C. Esto amenaza no solo a los sistemas ecológicos, sino al comportamiento humano y a su estilo de vida. Los efectos del calentamiento global han empeorado la salud humana y los medios de subsistencia como alimentos y agua; ergo, menos crecimiento económico. Es necesario para EE. UU lograr un acuerdo y, como efecto dominó, una economía mundial próspera con eje en la protección de los recursos naturales del planeta tierra.

China, ese oscuro objeto de deseo

Para alcanzar la integración global, es condición necesaria la participación segura de China, que lograría convertirse en un aliado estratégico de Biden, aunque dicha alianza podría no ser efectiva a corto plazo, dado que, por un lado, las últimas elecciones en el país del norte reflejan que aproximadamente la mitad de la población eligió dar mayor responsabilidad a los mercados que al Estado, y, por el otro, las recientes declaraciones del flamante presidente en la Conferencia de Seguridad de Múnich, muestran un distanciamiento de Xi Jinping​, con la invocación a otros lideres a rechazar los abusos y la coerción del gobierno asiático, cuales socavan los cimientos del sistema económico internacional. Esta declaración revela cuán fundamental es la colaboración de China para nuestras vidas, nuestra sociedad y ecosistema, que tanto han cambiado en los últimos años, y esto tal vez sea solo la punta del iceberg.   

(Photo by Paul J. RICHARDS / AFP)

El viejo continente: en busca del renacimiento perdido

 En el caso de Europa, pueden subrayarse los casos de países como Francia, España e Italia, que han entrado hace poco en una nueva ola de crisis de Covid, lo que ha obligado a las empresas a agotar aún más sus reservas de efectivo  y capital y obtener nueva financiación. Ello podría significar insolvencia de las compañías y las posibles implicaciones del sobreendeudamiento, si los procedimientos no son los correctos y si la demanda no acompaña. En el caso de Alemania, a pesar de que se estima un endeudamiento de casi 80% de su PBI, la rapidez de reacción, la solidez de sus finanzas y su política de “deuda cero” parecen fundamentales para superar la crisis. También se añade el factor de que la población y las empresas germanas están aprendiendo a convivir con el virus, a trabajar, a producir y consumir acorde a este.

Por otro lado, la frágil relación comercial entre el Reino Unido y la Unión Europea post Brexit se vio todavía más afectada con la pandemia, ya que las regulaciones y las medidas están pendientes del desarrollo de la plaga y la aplicación de la vacuna. Los comercios europeos que tenían relaciones comerciales con Gran Bretaña, como el sector alimenticio, afrontan la posibilidad de abrirse paso a nuevos mercados. El sector turístico está en vilo acerca de la próxima temporada,  en modo impasse, por lo que repercute en reconocidas marcas, servicios financieros, y medianos y/o pequeños productores. A su vez, el hecho de que el Euronext Amsterdam haya superado al mercado de intercambio financiero del Reino Unido, podría significar un manejo de mayor data por parte de la Unión Europea, lo que implicaría una incrementada participación económica mundial como también un nuevo eje financiero.

Con las vacunas en marcha, los ejecutivos de todo el mundo piensan la forma de sobrellevar los próximos meses críticos. Parece fundamental establecer perspectivas y conocimientos reales sobre cómo gestionar y liderar una dirección que parece volcarse a una contundente digitalización de las operaciones, hecho que implica una transformación del uso de datos y derechos sobre estos. La tecnología ocupa un rol primordial sobre el camino hacia la verdadera transformación de la economía mundial en su conjunto.

El mundo político está a la espera de la evolución sanitaria, aunque reside en la cultura de los individuos y sus comunidades ser capaces de anhelar la colaboración y la coordinación entre países y mercados internos por un bienestar común en pos de una economía global que genere riqueza real y comparta la prosperidad.

(Photo by PHILIPPE WOJAZER / POOL / AFP)

Sur, y demás

En América Latina el desafío es múltiple. Los denominados países emergentes tendrán, al menos en principio, salidas dispares y con altibajos, puesto que dependen desigualmente de su capacidad para generar consensos gubernativos, instituciones perdurables y equilibrios macro que permitan atraer la inversión, impulsar las exportaciones y potenciar el consumo. La estabilidad política como el precio de las materias primas explican una parte de su horizonte comercial, pero no todo. Cada terruño varía según su disponibilidad de recursos fiscales y la capacidad de fuego monetario de las bancas centrales. La inflación, cuando es alta, recordemos, se come al crecimiento.

Capítulo aparte merecerían el caso de África, India, Japón, el modelo ruso, los países árabes e Israel, como la particularidad de Singapur y las Repúblicas Bálticas. A fin de cuentas, y pese a todo, la región escandinava, más Canadá, Australia y Nueva Zelanda, seguirán siendo las naciones con mayor nivel y calidad material de vida y desarrollo humano. Asimismo, un párrafo propio requeriría el fenómeno Bitcoin… Quedará todo para otra oportunidad.

Para cerrar, y a modo de consoladora ironía, vale acordarse de aquella frase que encontró Dante en el frontispicio de la puerta de entrada al Infierno: Lasciate ogni speranza, voi ch’entrate (“Abandonad toda esperanza, quienes aquí entráis”).

Siempre es mejor tener expectativas razonables que desmesuradas.

En cualquier caso, ya nada volverá a ser como antes.

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