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Francia: el Familistère de Guise, una utopía realizada

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Mathilde Blanchon
Mathilde Blanchon
Estudiante francesa de economía y ciencias políticas. Corresponsal de Mundo Mutual y Economía Solidaria en Francia

Ubicado en el noreste de Francia, el Familistère de Guise atrae cada año a numerosos visitantes de todo el mundo. Una utopía hecha realidad, los edificios residenciales siguen siendo testigos materiales de una parte importante de la historia social y económica del siglo XIX

El proyecto de un hombre:

El Familistère de Guise es indisociable del nombre de Jean Batiste André Godin, industrial exitoso y defensor convencido de las teorías del utópico Charles Fournier. Hijo de una familia obrera, Godin aprendió de su padre el trabajo de los metales, y fundó en 1840 su propio taller de fabricación de calentador de hierro fundido, el cual patentó. El éxito fue tan grande que la producción se volvió industrial a partir de 1846. La tienda mudó en Guise y empleó hasta 1500 obreros. Mientras que Godin amontonó una gran fortuna, no olvidó la difícil realidad de su vida anterior. Durante un viaje alrededor de Francia, a sus 17 años había constatado las terribles condiciones de vida a las cuales los obreros eran condenados: pauperismo, mendicidad, falta de vivienda y viviendas precarias, desempleo y salarios bajos, alcoholismo, familias en riesgo. Godin quería utilizar su dinero para buscar soluciones a esta “pregunta social”. Así, después de haber leído escrupulosamente a Owen, Proudhon, Cabet y Saint-Simon, fue convencido por las propuestas de Charles Fournier, y sobre todo la idea de Phalanstère.

En 1854, invirtió un tercero de su riqueza en un proyecto de implementación de una colonia phalensteriana en Texas. La experiencia fue un fracaso, pero hizo que Godin se decidiera a empezar su propio proyecto. Adaptó las teorías de Fournier a su propia visión del trabajo para crear una alternativa al “liberalismo furioso”. Así, Godin diseñó el concepto de familistère: “un asentamiento donde varias familias o individuos viven juntos en una comunidad y encuentran en las tiendas cooperativas lo que necesitan”.

En 1858, hizo la luz. El lugar fue, y todavía es, bastante extraordinario; juntaba en un mismo espacio a una cooperativa de producción, cooperativas de consumo, un sistema de protección social, y, además, de viviendas y servicios colectivos. De hecho, esta experiencia fue utilizada por los defensores de la cooperación integral como un ejemplo a seguir.  

Los espacios colectivos como forma de emancipación:

En 1874, en La richesse au service du peuple, Godin escribió: “Como no podíamos hacer un palacio de la cabaña de paja o de la habitación de cada familia obrera, queríamos poner la casa del trabajador en un palacio; el Familistère no es en realidad otra cosa, es el palacio del trabajo, el palacio social del futuro”.

Para Godin, la estructura colectiva del Familistère permitía a los obreros acceder a los “equivalentes de la riqueza” es decir tres grupos principales de necesidades básicas: lugares salubres, higiene, y subsistencia.  Así, el Familistère reagrupaba una multiplicidad de instituciones comunes para proveer a los obreros “lo que los ricos retiran de la domesticidad”.

Al centro del Familistère, el ”Palacio social” reunió las viviendas de todos los trabajadores de la fábrica, independientemente de su clase socio profesional. Su arquitectura, parecida al palacio de Versailles, entregó un confort extraordinario. Al contrario de las viviendas obreras clásicas que amontonaban las personas en pequeños espacios, el “palacio social” era aireado, luminoso y amplio. Los pisos se organizan alrededor de un patio acristalado para al mismo tiempo facilitar la ventilación y el acceso a la luz y crear lugares de sociabilidad. Godin desarrolló aún más su visión higienista con la creación de una lavandería, unos baños y una piscina alimentadas por las aguas calientes de la fábrica.

A la izquierda del Palacio Social, los “economats”, edificios donde se ubicaban las cooperativas de consumo, permitieron a las familias del Familistère comprar todo lo necesario para subsistir y vestirse a precio insuperables.  Funcionaban siguiendo los principios elaborados por los pioneros de Rochedale: las rebajas se concedían a los compradores en proporción a sus gastos en forma de crédito de compra para redistribuir los beneficios resultantes.

Godin también implementó un sistema de protección social mutualista para que los trabajadores pudieran afrontar los riesgos de la vida con mayor serenidad: las bajas por enfermedad estaban respaldadas por una pensión y se establecía un sistema de jubilación.

Sin embargo, aunque la creatividad de Godin y su compromiso al proyecto permitió construir las bases de una vida mas libre para los obreros, fueron también al origen de un cierto autoritarismo: con el Familistère, Godin intentó imponer su propio modelo cultural higienista. Así, sus detractores consideraban que los obreros nunca fueron tan supervisados y controlados que en el Familistère. Zola,  por ejemplo, lo describió como una “casa de cristal” en la que todo el mundo estaría perpetuamente espiado. Para Jessica dos Santos, esta acusación representa un verdadero malentendido de las intenciones de Godin.

La voluntad de devolver a los trabajadores el poder sobre su existencia

Opuestamente a lo que Engels sugiere en su obra La cuestión del alojamiento, el Familistère no puede ser considerado como una forma de paternalismo patronal. De hecho, el proyecto de Godin fue sistemáticamente unido a una voluntad declarada de “elevar al trabajador” y de impulsar un movimiento de reforma global. De hecho, Godin consideraba que las medidas empleadas en su Familistère solo habían sido útiles para dar una respuesta rápida al los daños del capitalismo, pero no consistían un ideal de sociedad. Además, no sólo se trataba de una mejora del nivel de vida de los obreros, sino sobre todo de un derecho a participar en la gestión de las instituciones del Familistère. Esta influencia cooperativista es particularmente evidente en la importancia que Godin otorga a la educación de los niños y de los adultos. Al centro del complejo utópico se puede encontrar una escuela mixta, un teatro y una biblioteca. Godin las utilizaba, entre otras cosas, para enseñar a sus empleados los “beneficios de la cooperación”.

El funcionamiento del Familistère se basó sobre la palabra clave “responsabilización”. Las familias administraban las viviendas, la limpieza y la policía dentro del edificio. Un consejo elegido tenía la responsabilidad de gestionar las cuestiones del monto del alquiler, de las atribuciones de vivienda o de multas. Esta práctica de la democracia en el seno de la comunidad era esencial y era para Godin “la única manera de hacer que los trabajadores sean verdaderamente dueños de su destino, y no meros receptores de beneficios generosamente concedidos por sus jefes”.

La fábrica, parte integrante del proyecto utópico:

Fourier imaginaba la posibilidad para cada obrero de revoletear entre diferentes actividades y así poder entregarse a la ociosidad. En este sentido, Godin no fue fourierista para nada: para el, el trabajo debía de estar al centro de la vida y el salario tenía que depender del mérito de cada uno. Así, el Familistère no se limitó solamente a los edificios de viviendas, sino que el proyecto se extendió a la fábrica de manera a llevar a cabo una reforma aún más importante: la reforma de la empresa.

En 1880, el industrial decidió cambiar el estatuto de su fabrica para transformarla en una cooperativa de producción: la sociedad del Familistère. Los beneficios fueron utilizados para financiar diversas obras sociales como las escuelas y las mutuales, y el resto siendo redistribuido a los obreros proporcionalmente al trabajo prestado durante el año en forma de capital. Además, Godin se inspiró de las teorías de Fourier para recompensar el trabajo, el capital y el talento a su justo valor. Su intento para retribuir los obreros según su mérito fue hecho en la forma de una jerarquía dentro de la asociación: a la cumbre se ubicaban los “asociados”, quienes participaban a la asamblea general (tenian como mínimo 5 ano de presencia en la fábrica), luego los “participantes” y los “societarios”, y por fin los “auxiliares” (temporales). Cada nivel se atravesaba demostrando su mérito, y cada avance logrado daba derecho a una mayor parte de los beneficios, una mejor protección social y una mejor jubilación.

Jessica Dos Santos resume “toda la obra de Godin parece estar dirigida a la educación en la responsabilidad: el objetivo es dar a luz a un nuevo trabajador que no necesite, por falta de cultura o educación, delegar decisiones y responsabilidades en los inversores, un trabajador que sea consciente del bien común y se niegue a abusar de los beneficios que la comunidad le aporta, un trabajador, por último, que sea capaz de asegurar la continuidad de la obra de Godin después de su muerte.”

El Familistère sin Godin :

Godin no asistió a su principal fracaso:  el proyecto no logró extenderse después de su muerte en 1888. Aunque la sociedad del Familistère siguió funcionando por 80 años, sus principios fundadores fueron rápidamente edulcorados. Por un lado, los dirigentes sucesivos se alejaron del pensamiento de Godin, su manera de manejar la empresa fue más parecida a una forma de paternalismo que al proyecto emancipador inicial. Por otro lado, la falta de nuevas viviendas redujo las capacidades de alojamiento, así la decisión fue tomada de preferir los hijos de las familias familstérianas. Como el estatuto mas alto de “asociado” solo se podía obtener viviendo en el Familistère, los familisterianas se transformaron en una especie de aristocracia, utilizando más su energía para proteger sus privilegios que para hacer vivir la utopía. Por fin, en mayo 1968, después de dificultades económicas, la fábrica y los edificios del Familistère fueron vendidos de forma separada. La Asociación del Familistère fue disuelta, marcando el fin de una epopeya social ambiciosa.

 Hoy, algunas personas siguen viviendo en el ala derecha del Familistère, los edificios son clasificados “monumento histórico” y el ala izquierda alberga un museo. Desde 2006, el sindicato mixto del Familistère se encarga de valorizar este patrimonio industrial con espectáculo, exposición, paseo por el jardín y un restaurante. El proyecto utopía aspira incluso a crear un complejo turístico completo sobre el tema de las “utopías” con la creación de un hotel. El hotel será multi-estandares, es decir que en el mismo espacio habrá habitaciones para todos los presupuestos, y el estudiante podrá cruzar el camino del jefe de empresa, como al tiempo de Jean Batiste André Godin.

Fuentes :

Dos Santos, Jessica. « De la coopération intégrale à la réforme de l’entreprise : l’intéressement salarial au prisme du Familistère de Guise », L’Homme & la Société, vol. 195-196, no. 1-2, 2015, pp. 73-86.

Dos Santos, J. (2014). Le Familistère de Guise : un paternalisme de gauche ? Revue internationale de

Dos Santos, Jessica. « Le Familistère de Guise : habitat collectif et autonomie ouvrière », Revue du Nord, vol. 374, no. 1, 2008, pp. 63-76.

Martin, Gilles. « Le Travail de l’utopie. Godin et le Familistère de Guise. Michel Lallement, Paris, Éditions Les Belles Lettres, coll. « L’histoire de profil », 2009, 512 pages ISBN : 2-25-1900011-8 », Idées économiques et sociales, vol. 156, no. 2, 2009, pp. 75-75.

Sitio del familistère : https://www.familistere.com/fr/decouvrir/regenerer-le-familistere-le-programme-utopia/le-programme-utopia

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