(Revista Gente)
Con la voz en off de Ricardo Darin y enorme expectativa, acaba de estrenarse La silla vacía en el auditorio de la Asociación Mutual Israelita Argentina. Seguirá en cartel, de manera gratuita, en julio. Los detalles de una noche que quedará guardada por siempre en la memoria.
“Estoy profundamente conmovido. Quiero expresar mi gratitud inmensa a los familiares que, con coraje, siguen siendo nuestro norte en el momento de hacer memoria y reclamar justicia”, lanzó en medio de la emoción general Amos Linetzky, el presidente de Asociación Mutual Israelita Argentina.
Alrededor, congoja, bronca, nostalgia, tristeza, amor y una silla vacía entre tantas ocupadas para el estreno de la novedosa producción que la AMIA produjo en el marco de los 30 años del atentado terrorista y está dedicada a la memoria de las 85 víctimas fatales de la masacre.
“La titulamos La silla vacía porque una silla vacía es un símbolo crucial de aquel que ya no está”, explica Sol Levinton, a cargo de la dramaturgia y dirección. “En escena siempre hay una silla vacía, pero ni los actores ni el público pueden anticipar cuál va a ser. Porque la vida es así: impredecible, inesperada. No hay forma de pronosticar qué nos depara. No hay justificación para las personas que se convierten en víctimas, y nadie está exento de serlo”, expresa. “Pero, como decimos en la obra, una silla puede ser sólo una silla, y a veces puede ser mucho más.”
Y lo fue cuando cuatro actores que no son actores (Adrián Furman, Alejandra Terranova, Hugo Basiglio y Jennifer Dubín) se subieron al escenario para representar una parte de sus vidas: aquella que irrumpió brutalmente cuando la bomba que explotó en la AMIA, el 18 de julio de 1994, les arrebató a uno de sus seres queridos. En el caso de Furman, además fue uno de los sobrevivientes de aquella insensatez.
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