Esta nota periodística es producto del Convenio INAES – CGCyM, en busca de la visibilización de las entidades destacadas de la Economía Social y Solidaria de todo el territorio argentino.
El Centro de Actividades Educativas Camino (CAEC) es una asociación civil que tiene su sede en el barrio de Vicente López, provincia de Buenos Aires. La institución nació en el año 1990, y tiene personería jurídica desde el 2012. El creador y actual encargado de este gran proyecto es Marcelo Deluca, docente de toda la vida, maestro de fronteras, asistente en barrios comunitarios, y especializado en el área de discapacidad. Hace más de 30 años que Marcelo, que además cuenta con cuatro títulos en educación superior, se dedica a la actividad de “Interacción de estructuras sociales”, esto es, enfocado en chicos con diagnóstico de discapacidad mental y motora, y en centros de tercera edad con barrios vulnerables o carenciados.
Este intercambio de estructuras sociales fomenta una integración inclusiva única e incomparable. Los instrumentos para realizar esta interacción son: el juego, la recreación, el deporte, el arte (fundamentalmente pintura y música), la expresión motora y la cognitiva.
Las actividades del CAEC se desarrollan en el Club Obras Públicas de la citada localidad de Vicente López (zona norte de Gran Buenos Aires). Durante los últimos 15 años han sido muchos los chicos y chicas provenientes de zonas carenciadas que se conectaron con el CAEC. En el club hay montado un comedor para 40 personas, y son muchos los que llegan para almorzar y pasar una jornada de actividades.
Deluca dedica su trabajo a tiempo completo para esta acción solidaria y encomiable. El CAEC es ya de alcance nacional. A los chicos con discapacidad y a las personas de la tercera edad se suman al Centro otros niños y niñas de escuelas convencionales, generando un interesante espacio de adaptabilidad y fusión cultural. Por ejemplo, un chico de una villa logra sentirse cómodo en una estructura de otro chico con discapacidad. Y, a la vez, un chico de una escuela privada logra adaptarse con otro de una escuela municipal. De reciprocidades, interacciones y adaptación se trata, como puede verse, el proyecto CAEC, en tren de alcanzar beneficios sociales para todos los participantes.
Cabe destacar que hoy el Centro recibe a 137 chicos con discapacidad mental. Además, cuenta con las áreas de tercera edad, escuelas convencionales y empresas, quienes visitan la institución tres o cuatro veces por mes, participando de los talleres, las tareas recreativas y lúdicas.
Los demás integrantes del CAEC son:
Silvia Lorenzo, administración
Luca Deluca, administración
Joel Deluca, acompañante terapéutico
Maxi Tabares, acompañante terapéutico
Jonathan Vila, acompañante terapéutico
Juan Frias, profesor de educación física
Solange Ponce, terapeuta ocupacional
Aline Silva, huerta
Mariano Arce, huerta hidropónica
Nicolas Friza, vivero
Jorge Santos, profe de educación física
Ana Clara Bustos, profesora
Joaquin Mel, profesor
Macarena Villas, maestra jardinera
Ana Viera, psicóloga
Eduardo Giunta, sociólogo
Adriana Gayraud, psicopedagoga
Barbara Giles, terapeuta ocupacional
Detrás del Club, hacia el río, el CAEC tiene una hectárea por comodato a 20 años. Asimismo, posee una huerta bajo sistema hidropónico, un vivero de plantas nativas, y un apiario que los provee de unos treinta a treinta y cinco kilos de miel dos veces por año.
Conexión
Las personas con diagnóstico de discapacidad intelectual cognitiva o mental llegan a CAEC a través de diferentes recomendaciones, a saber, médicas, en el caso de neurólogo o psiquiatra, o bien, por medio de un psicólogo que ha hecho un prediagnóstico antes de una derivación. He aquí una diferencia importante que remarca Deluca: “no se trata de personas discapacitadas, sino de chicos que tienen un diagnóstico de discapacidad, lo que es bien distinto”.
El promedio de edad varía, porque llegan niños desde seis años hasta adultos de más de cuarenta.
También, por supuesto, suele desembarcar gente como consecuencia del famoso boca-a-boca, como en el caso típico donde una familia conoce a otra donde hay un integrante que ha pasado por el CAEC y lo recomienda.
Una vez que la persona se acercó al Centro, las autoridades la invitan a las primeras “Jornadas de interacción”, para que pueda observarse el grado de relación que tiene el recién llegado y, por consiguiente, conocerlo un poco más y trazar los planes a seguir, en función de sus potencialidades previamente evaluadas; por ej: detectar una potencial expresividad artística, una capacidad para el deporte, el baile o la fotografía, por citar algunos casos. Esas potencialidades son las que están detrás de su diagnóstico, ya que, conforme a la dinámica con la que trabaja el CAEC, una discapacidad lo que hace es tapar tantas otras capacidades, que son, precisamente, las que aquí se van a trabajar. Esto marca una diferencia importante, puesto que muchas veces lo que hace una familia, involuntariamente, es poner el foco en la discapacidad y no en su opuesto, como ser la recurrencia a un fonoaudiólogo en lugar de la realización de un deporte.
Es esta tarea positiva en la que se especializa el CAEC en aras de la interacción con otros y de la experiencia colectiva. Aparece allí la idea de los vínculos, que son la resultante del estímulo de una capacidad; en rigor, relacionarse con otro implica, en efecto, el desarrollo de alguna capacidad y de la manifestación en acto de su potencia. La inclusión produce integración, socialización en el sentido sustantivo del término y en toda su dimensión sociocultural. Son prácticas, formas de vida.
En la actualidad, CAEC dispone de más de treinta talleres diferentes, desde computación y lectura interpretativa hasta muralismo y mosaiquismo, pasando por handball, beisbol y todos los deportes tradicionales. Se aprovechan los mismos no solo para jugarlos y disfrutarlos, sino para comprender los reglamentos y discutirlos, una forma cívica de internalizar normas éticas para la vida en común y el orden justo. Así nació la democracia.
La socialización tiene además todo un recorrido por fuera del CAEC. En ese sentido, la institución trabaja sobre dos programas, que son: 1) “Botón rojo”; y 2) “CAEC recorre el país”.
Botón rojo consiste en la detección de una falencia en la sociedad. Por caso, los barrios socioeconómicamente carenciados, donde pueden detectarse la escasez o privación de abrigos o de alimentos, de útiles escolares para los alumnos, o aun, en potro plano, la imposibilidad de celebrar una Nochebuena. Es así que CAEC, junto a las familias necesitadas, inician una campaña solicitando donaciones de estos bienes que faltan. Los artículos llegan luego según el calendario. A saber, los útiles escolares con la campaña de febrero y marzo, tiempos previos al inicio de clases. Asimismo, la campaña de abrigos se hace en junio y la de Navidad en noviembre y diciembre. Y la de alimentos en algún lugar del año. Las campañas se hacen en capital, conurbano, pvcia. de Bs As, como se han hecho también en Entre Ríos, Córdoba, Santa Fe y La Pampa.
Por su parte, CAEC recorre el país es un programa que se lleva adelante a través de un micro armado en su interior para que los chicos y chicas puedan viajar, estilo casa rodante y experiencia trashumante. Se trata de que más o menos unos quince chicos, cada dos o tres meses, y en virtud de los fondos obtenidos, viajen hacia una provincia elegida, donde comienzan a comunicarse con escuelas rurales y del interior, y allí se establecen para interactuar y compartir actividades de recreación y deporte. A su vez, siembran una huerta bajo principios de sustentabilidad y cuidado del medioambiente, con plantines, fertilizantes y compost que llevan en los micros, para luego armar en las escuelas viveros de plantas nativas.
Con dicho plan, CAEC recorre más o menos cuatro o cinco escuelas en cada provincia que visita, lo que va dependiendo también de la disponibilidad de tiempo y las posibilidades que ofrece cada circunstancia. Son viajes de una semana aproximadamente, o menos también.
En Jujuy, por ejemplo, recorrieron once escuelas en doce días, en lo que fue una experiencia inolvidable, llegando hasta la frontera boliviana. Transitaron además las comunidades mapuches del sur del país y en total llevan ya más de sesenta escuelas en nueve provincias visitadas.
Para conocer bien el espíritu de CAEC vale la pena escuchar una anécdota que cuenta Deluca y que grafica de modo muy expresivo el sentido de esta institución y de sus acciones:
“Paloma es una chica que llegó con un diagnóstico de autismo y una discapacidad motora, por la que le cuesta mucho caminar; en rigor, cuando vino aquí, hace más de diez años, fue en silla de ruedas. Sumado a esto acarrea un problema de falta de verbalización. Se trata de un caso muy complejo. Ella vino a varios de los viajes. Uno de ellos, a Tucumán, a una escuela, en camino de tierra, donde dicta la materia de educación física Alberto, un profe de enorme vocación.
Alberto había juntado a 130 chicos de las 3 escuelas donde daba clases en la provincia. Ahí, el profe le dio la tarea a Paloma de que reuniera a todas las mujeres en una ronda, dándole además la mano a cada una de ellas. Entre tantas discapacidades, Paloma tiene una capacidad única y es la capacidad de sonreír y atraer como un imán.
El resto juntó la ronda de varones, para luego jugar con la interacción. Cuando empezó el juego Paloma empezó a correr y juntó a todas las chicas antes de que todos los varones se juntaran en la otra ronda; ella sola había hecho más que todos. Fue increíble. Sin necesidad de hablar ni de correr, Paloma logró algo a partir de su sonrisa y de su capacidad de seducción. Lloramos y nos reímos.”
Para mayor información:
Número de contacto: 15 6093 1798
Dirección: Juan Díaz de Solís 1851 (Vicente López, pcia de Bs As)
Redes: https://www.facebook.com/actividades.caec / https://www.instagram.com/caeconline/
Foto principal: Marcelo Deluca
