No cabe duda que cumpliendo esos requisitos, está asegurado el éxito de la gestión.

Sabemos que fuera del mutualismo, prácticamente no se lo conoce y se duda de su naturaleza y de sus bondades, lo cual le hace mucho daño y a la vez, por la desconfianza que se crea, impide que más personas se beneficien con sus servicios.

Esto se agrava notablemente si tomamos en cuenta que dentro del sector, dirigentes y funcionarios, entre otros, utilizan términos que no responden a la debida descripción de lo que es la mutualidad, y por lo tanto no contribuyen a definir con precisión de qué se trata.

Si entre nosotros no nos expresamos adecuadamente, mal podemos pretender que quienes no conocen lo que es una mutual, tengan en claro su naturaleza, y se continúe generalizando la confusión que es más habitual, de que una mutual es una obra social. A esto se agrega un componente que debiera ser sumamente cuidado, como es el caso de la realización de donaciones a personas que necesitan ayuda y que no pertenecen al sector, y que obviamente se les da una señal mediante la que pueden confundir a una mutual con una entidad de beneficencia.

La solidaridad opera transversalmente en toda la actividad de una mutual, desde el momento en que se abona una cuota mensual para sostener los servicios que son utilizados por todos los que los necesitan, y si eventualmente, el asociado aportante no los utiliza, está contribuyendo solidariamente para que los demás puedan utilizarlos. Esto es muy diferente al caso del comercio en general, en el que se abona una suma de dinero para recibir de inmediato algo a cambio.

Todo esto es en lo concerniente a las actividades.

Pero volviendo al lenguaje que se utiliza con frecuencia en el sector y que hasta lo mencionan muchos oradores en actos públicos, es muy común escuchar que denominan como “empresas privadas” a las empresas lucrativas, cuando una mutual también es privada. O el caso de nombrar a los asociados con el término “afiliado”, que habitualmente es utilizado para aquellas personas que tienen la obligación de estar vinculados y/o protegidos por una obra social o a otro tipo de organización, cuando en las mutuales, la asociación es absolutamente voluntaria.

En cuanto a la utilización del término “socio”, si bien la Real Academia Española lo considera un sinónimo de “asociado”, estimamos que este último concepto es más adecuado debido al carácter de adhesión que tienen las personas vinculadas a una mutual, algo que es muy diferente, por ejemplo, al caso del socio de las empresas lucrativas y también el de las cooperativas, en las que el “socio” es propietario del capital que ha aportado y sobre el que tiene el derecho de solicitar que le sea restituido, lo cual es muy diferente a la cuota que abona el asociado a una mutual, que desde el momento que lo hace, pasa a ser de propiedad de la entidad. Es cierto que tanto en la Ley 20.321 como en otras normas legales se utilizan ambos términos indistintamente y hasta en sus mismos textos, pero eso no es suficiente para considerarlo lo más adecuado, y menos aún, cuando la utilización de un modo u otro, induce a errores.

En el caso de las mutuales escolares, es bastante habitual que realicen actividades para recaudar fondos que luego son destinados a personas con necesidades básicas aunque no pertenezcan a la mutual. Sin duda que estos gestos son muy loables, sin embargo, tratándose la mutual escolar de un recurso pedagógico mediante el que los alumnos aprenden conceptos abstractos, y también a desempeñar los diferentes roles que forman parte de la organización, como es el caso del Consejo Directivo; la Junta Fiscalizadora; participación en las asambleas; participar en las elecciones tanto como elector o para ser elegido para desempeñar un cargo, etc., es de suma importancia que los alumnos no confundan la naturaleza de este tipo de instituciones.

Cuando hablamos de fortalecer al sistema, debemos entender que más allá de la solidez económica, que por supuesto es importante, pues sin recursos no pueden prestarse los servicios, también tenemos que considerar que el fortalecimiento debe acompañarse con la transparencia en todos los aspectos, que incluye a que no haya dudas respecto de su naturaleza.

Una adecuada y correcta utilización de los vocablos para denominar a cada uno de los aspectos que hacen a la actividad de nuestras mutuales, también contribuirá a su fortalecimiento, porque de ese modo se estarán dando mensajes indubitables y acertados a los propios asociados y la población en general.

Por todo eso, sería muy halagüeño que los dirigentes adopten la decisión de unificar criterios para que todo lo que se transmita contenga una significación indubitable.

El “Día Nacional del Mutualismo” que está dedicado a honrar a este noble sistema, puede ser el punto de partida para que se promueva en el sector la utilización adecuada del lenguaje, en la convicción de que a través del mismo se forman las ideas, y éstas deben responder a la realidad de la esencia del mutualismo.