Como todos los años, desde que se instituyera por Decreto 22.946 del 25 de septiembre de 1945, el mutualismo argentino festeja su día, haciendo honor al fundamento establecido en la norma: “el mutualismo constituye en el país, actualmente, un esfuerzo ponderable de agremiación, alcanzando una magnitud y un relieve insospechado; que el desarrollo de la acción privada de dichas instituciones redunda en beneficio de la masa obrera del país, evitando en sí el pauperismo; que el punto de partida de los sistemas de seguro social lo construyeron las organizaciones mutualistas sobre los mismos principios fundamentales que dieron vida a éstas; que todo lo que el Estado haga por intermedio de sus organismos oficiales para difundir y estimular el mutualismo, significará un movimiento de profundo contenido social”.
Resulta interesante el uso del término “agremiación”, reservado en general para la asociación de personas que comparten una actividad laboral común como sinónimo de sindicato. Rastreando en la historia de la época, encontramos que se asociaba el mutualismo con el aspecto previsional, de allí la referencia a la “masa obrera del país”; y no puede negarse que en toda su historia el mutualismo ha sido, fundamentalmente, un sistema protector de necesidades futuras, al mismo tiempo que brindaba servicios para que sus miembros satisficieran sus necesidades en el presente.
La instauración del Día Nacional del Mutualismo tuvo connotaciones de reconocimiento a la importancia que el sector ponía de manifiesto, junto con un compromiso del Estado para difundirlo y estimularlo, tal como reza en el Decreto. No era ajena la consideración de que se trataba de una acción del ámbito privado, que al tener un carácter eminentemente social debía ser promovido y alentado por el propio Estado. Esta condición se preservó en la premisa según la cual las mutuales no tenían fines de lucro, generaban beneficios que en cierta medida contribuían a reemplazar o al menos complementar las obligaciones del Estado, expresado en términos de lo que fija la Constitución Nacional en relación a los habitantes de esta Nación.
Cuando el Estado proporcionó contribuciones al sector, lo hizo de acuerdo al rol que estas entidades desarrollaron siempre en la sociedad: trasladar los recursos al mejoramiento de los servicios brindados a sus asociados, en especial para los sectores que se procuraban mediante la acción recíproca un aumento en su calidad de vida. Se trata de un derecho inalienable de la comunidad en general que en absoluto puede ser cuestionado, porque está en la naturaleza de los seres humanos la aspiración a una vida digna, con sus necesidades satisfechas, no solo las básicas; en efecto, ese derecho se extiende al esparcimiento, como lo demuestran las mutuales con sus departamentos de turismo.
Hoy, como siempre, el festejo de su día implica la renovación del compromiso moral que el mutualismo tiene con sus integrantes, para seguir construyendo una sociedad mejor.
Al pueblo mutualista, ¡salud!
