La evolución de la ciencia médica está especialmente relacionada con la evolución de las ideas sociales, políticas, morales y religiosas que comenzó a materializarse a partir de la Ilustración, a mediados del siglo XVIII. A partir de entonces, el niño se intercalará en la comunidad y se convertirá en el elemento preferido de la enseñanza racional, al reconocer su poderosa fuerza transformadora. En el cenit de la Ilustración, se ofrecen nuevos motivos de la asistencia al niño enfermo, a la vez que se enriquece la diada combinada de la pedagogía y el cuidado de su salud.[1]
Ricardo Gutiérrez nació en Arrecifes, provincia de Buenos Aires el 10 de noviembre de 1836, realizó sus estudios de nivel secundario en el Colegio Nacional Buenos Aires y a su término comenzó a estudiar Derecho, carrera que abandonó para inscribirse en la Escuela de Medicina, y que suspendió para alistarse en el ejército porteño participando en las batallas de Cepeda y Pavón. Se graduó como médico y fue voluntario, entre 1865 y 1871, del Ejército de la Triple Alianza, donde organizó los servicios sanitarios que atendía a los combatientes heridos.
Cuando se produjeron las epidemias de cólera en 1867, de fiebre amarilla en 1871 y nuevamente cólera en 1877, se destacó en la atención de los numerosos enfermos, especialmente de los niños, lo que lo motivo a realizar estudios en Francia y Alemania para perfeccionarse en las enfermedades pediátricas.
El anestesiólogo
Gutiérrez se recibió de médico en 1868 con una tesis sobre el uso de la anestesia en las parturientas titulada “Supresión de los dolores del parto por medio del cloroformo”, siendo elogiada nueve días después por la Revista Médico Quirúrgica que se editaba en Buenos Aires.[2]
Relata Adolfo Venturini que “Gutiérrez, en octubre de 1875, dos meses después de regresar de París y siendo director del primer Hospital de Niños de Buenos Aires, administró el cloroformo a una paciente para ser operada por el Dr. Ignacio Pirovano. En el escrito testimonial de la paciente no consta cuál fue la intervención quirúrgica realizada, y se supone que no hubo complicaciones debidas a la anestesia, ya que la paciente no escribió nada al respecto.
La tesis de este ilustre médico argentino, pese a la relevancia del tema, lamentablemente no tuvo una buena difusión en las últimas décadas del siglo XIX ni tampoco en las primeras del subsiguiente. Durante el transcurso del siglo pasado, Gutiérrez fue recordado y homenajeado como el creador de la pediatría en nuestro país y como uno de los más importantes poetas de su generación, olvidándose que fue uno de los pioneros en emplear un anestésico para suprimir los dolores del parto.”
El pediatra
Cuando el doctor Ricardo Gutiérrez regresó de la guerra de la Triple Alianza contra Paraguay, encaró su proyecto de que en la ciudad de Buenos Aires hubiera un hospital para niños. Para ello convenció a las autoridades de la Sociedad de Beneficencia para que construyeran un establecimiento específicamente dedicado a la atención integral de los niños, lo que logró, ya que el 30 de abril de 1875 se inauguró el primer hospital para niños llamado San Luis Gonzaga, del que Gutiérrez fue su director por espacio de 21 años, sin cobrar ningún tipo de honorario.
Ese establecimiento cambió dos veces de domicilio hasta construirse el definitivo en la calle Gallo 1330, inaugurado el 29 de diciembre de 1896, y que Gutiérrez no pudo dirigir porque murió tres meses antes, el 23 de septiembre, a la edad de 59 años.
En 1935 el diputado socialista Juan Antonio Solari, al cumplirse el centenario del nacimiento del médico, propuso que ese nuevo hospital llevara el nombre de su mentor, como hoy se lo conoce a partir de 1946.[3]
El poeta
Ricardo Gutiérrez, además de soldado, cloroformista y pediatra, fue un reconocido y prolífero poeta.
Siendo estudiante de medicina, publicó en 1860 su primer poema titulado “La fibra salvaje” con prólogo de Miguel Cané, y en 1869 “Lázaro”, fantasía romántica que evoca la pampa y el gaucho. Ambos poemas tuvieron una crítica favorable.
“La Victoria” y “El Misionero”. En esta poesía Gutiérrez se inspiró en la conducta de su compañero de carpa, el presbítero capellán Tomás O. Canavery, ascendido al grado de teniente coronel sobre el campo de batalla por el general Gelly y Obes.
“La Hermana de Caridad” inspirado una monja que sostenía entre sus manos la cabeza de un paciente negro moribundo en el Hospital General de Hombres de Buenos Aires.
En el año 1878 dio a conocer una recopilación de poesías: “El libro de las lágrimas”, y “El libro de los cantos”.
Al año siguiente, con la colaboración de sus hermanos, fundó el periódico “La Patria Argentina”, especialmente dedicado a la difusión cultural, en el que dio a conocer en forma de folletín la novela “Cristian”, exaltación de su romanticismo amoroso que no tuvo buena crítica. En 1891 abandonó las letras para dedicarse totalmente a la pediatría.[4]
[1] Cien años Sociedad Argentina de Pediatría por un niño sano, en un mundo mejor, pág. 24.
[2] Venturini, Adolfo Héctor: Dr. Ricardo Gutiérrez: pediatra, poeta y cloroformista; “Premio Historia de la Medicina 2009”, Facultad de Medicina, Universidad de Buenos; Volumen 68 · Nº 2 · Mayo · Agosto 2010
[3] Pignatelli, Adrián: Ricardo Gutiérrez, el primer pediatra del país que fue soldado y poeta y luchó por un hospital de niños; Infobae, 10 de noviembre de 2022.
[4] Venturini, Adolfo Héctor, op. Cit.