La Cooperativa Escolar “Almafuerte” de Arroyo Dulce es parte de una trama social en la que alumnos planifican y ejecutan una serie de estrategias de gestión para el cuidado del medio ambiente y los espacio públicos compartidos.
Su presidenta, Nicole Diéguez (17 años), es exponente de una pedagogía vivencial, que pone en valor al lazo social como principal riqueza, y a los vínculos construidos con instituciones y personas -en función de objetivos compartidos-, como el principal activo para encarar cada proyecto de futuro.
“Nosotros recolectamos todo el plástico del pueblo, lo clasificamos, compactamos y luego lo vendemos. Con la plata recaudada compramos cosas necesarias para nuestra escuela”, explica Nicole Diéguez que ya se encuentra cerca de dejar su cargo, porque cursa sexto año, y antes de egresar de la escuela es necesario renovar las autoridades para garantizar la continuidad y el buen funcionamiento de esta importante estructura organizativa, pedagógica y de cuidado del medio ambiente a nivel local.

El cooperativismo escolar es un movimiento nacido en Francia en 1919, después de la primera guerra mundial, con la potente iniciativa del inspector de escuelas Bartolomé Profit. Una cooperativa escolar puede estar integrada por la comunidad educativa de primaria, de secundaria o de ambos. Los asociados son los alumnos que eligen a pares como autoridades, y sus tramas están tejidas con los procesos de aprendizaje. En la Argentina hay unas cuentas y son cooperativas como las de adultos, pero sin matrícula de Inaes ni por otra repartición del estado, sino que utilizan el CUIT de la cooperadora escolar para hacer sus actividades.
Acorde al primer principio del cooperativismo, su adhesión es libre y voluntaria, es decir que son los mismos alumnos quienes deciden conformarla, generación tras generación. “En Arroyo Dulce la gente colabora bastante y ayuda mucho”, valora Nicole.
“Es la única escuela secundaria del pueblo, y la gente que pasa por la cooperativa después se queda ayudando, desde afuera. Por ejemplo este año una chica que se recibió de diseñadora gráfica aportó un logo que estaban necesitando. Es un pueblo de menos de 2000 habitantes.
“En la escuela y en todo el pueblo hay cestos de reciclaje para juntar todas las botellas, traerlas al galpón que está en la escuela. Clasificarlas por color, compactarlas y venderlas son tareas que insumen tanto horas escolares como horas extra. Hicimos un montón de cosas con el material: hasta el techo de un anfiteatro.

En el pueblo se veía la cantidad de botellas, y ella se preguntaba qué hacer con tanto material. Por eso empezó a participar, ¿por eso llegó a presidenta? Le llamaba la atención, las ganas de saber, de saber que no sabía tanto como ahora.
“Estoy desde que llegué a la escuela, primero como vocal y fui ascendiendo en el cargo. Todos los alumnos de la escuela somos asociados”, detalla, y piensa en opciones para su futuro: profesora de educación física, azafata. Sueños tan radiantes como realizables.
Para generar más interés en el alumnado se hacen charlas de capacitación, talleres. “Ahora nuestras profesoras están en un encuentro provincial en Mar del Plata sobre Educación Ambiental Integral.





-Si pudieras volver a elegir, ¿serías parte de una cooperativa escolar?
-Si, yo creo que sí. Porque es una experiencia única, no es que sólo aprendés a gestionar, también te enseña sobre valores. A mi me pasó que tuve la suerte de ir a dos ENCACE, que son encuentros que hacemos una vez por año: uno se hizo en Misiones y el otro en Jujuy, y fue hermoso. No sólo conocí gente, sino que aprendí un montón, me capacité: vi las distintas problemáticas y cómo buscan la solución, los proyectos.
-¿Por ejemplo?
-Me encantó una cooperativa que hacía llaveros con bolsitas recicladas. Surgen un montón de ideas que uno no se imagina.
Si bien la cooperativa está dirigida por alumnas/os, los profesores estimulan la participación.
Y lo más importante es que son dispositivos pedagógicos muy innovadores, basados en el enfoque de aprender haciendo, trabajan con la currícula con el mismo equipo de docentes. Con datos reales de la propioa cooperativa, aprendieron a calcular estadísticas, en las clases formales, curriculares, de matemáticas. También a partir de la recuperación de residuos, en historia, estudiaron las fechas más importantes del cooperativismo. La materia Economía Social trabaja sobre la experiencia directa integrando los conocimientos.
Las autoridades se reúnen una vez por mes, los alumnos se postulan, el salón vota y ahí el que queda asume.