Por Jorge Bahl
El año que llega a su fin ha estado atravesado por la incertidumbre política y la turbulencia económica en nuestro país.
En el ámbito político se ha vivido prácticamente todo el tiempo en campaña electoral: como consecuencia de ello, los gobernantes relegaron su responsabilidad con la gestión en función de sus intereses personales, generando así un clima de duda e inestabilidad.
En el ámbito económico, el proceso inflacionario ha sido un fenómeno brutal. Lo único permanente y previsible ha sido el cambio. La volatilidad de nuestra moneda ha significado naturalizar el estado de alerta constante. A pesar de este panorama desafiante, las organizaciones de la Economía Social y Solidaria han sobrellevado esta situación demostrado una adaptación ágil, logrando no solo mantener los servicios sino incluso ampliarlos.
El próximo año marca el inicio de un nuevo gobierno con una orientación significativamente diferente al actual. Por sus enunciados generales, en cuanto a los cambios que postulan, obliga a nuestras Instituciones, cooperativas y mutuales a estar más atentas y cohesionadas que nunca.
En el nuevo ciclo que vamos a transitar, la dirigencia tendrá la crucial tarea de fortalecer cada una de las instituciones a las que pertenece y contribuir al movimiento con valores fundamentales como la participación y la unidad.
Hacia el interior de nuestras organizaciones es imperativo estar bien cerca de los asociados, escucharlos, consultarlos e intentar dar respuesta a sus intereses y necesidades. En definitiva, acentuar los principios fundamentales de la ESS: equidad, fraternidad, solidaridad y democracia.
En cuanto al ámbito externo se plantea la necesidad de colaborar estrechamente con todas las organizaciones del campo popular. Cooperación, debate, creación de proyectos conjuntos, compartir e intercambiar servicios serán todas acciones esenciales y permanente para fortalecer el tejido de las empresas solidarias. Además se destaca la importancia de participar activamente para consolidar las organizaciones de segundo y tercer grado.
El futuro es promisorio si somos capaces de confiar en nuestras propias fuerzas, capitalizando las virtudes del sector, trabajando para mitigar las debilidades. El involucramiento de la dirigencia implica asumir una postura estratégica para enfrentar los desafíos venideros.
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El autor es miembro de la Comisión Directiva de AMEPORT, y de la Federación Argentina de Mutuales Ferroviarias y de Empleados Públicos Nacionales, Provinciales o Municipales (FAMUFER)
