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Cómo tratar las secuelas de la cuarentena

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Dr. Mario F. Bruno
Dr. Mario F. Bruno
Presidente de la Sociedad Argentina de Periodismo Médico; Vicepresidente de la Sociedad Argentina de Cancerología; Presidente del Comité de Cuidados Paliativo de AMA (Asociación Médica Argentina); Presidente del Comité AntiTabaco de AMA Vicepresidente de UATA (Unión Antitabáquica Argentina); Director de los cursos anuales de 1) Periodismo Médico 2) Cancerología, 3) Cuidados Paliativos (AMA); Miembro Emérito de ASCO (American Society Clinical Oncology); Miembro Titular de ESMO (European Society Clinical Oncology); Director Médico de Medicron S.A. (Centro Oncológico)

El concepto de cuarentena se refiere a la separación y restricción del movimiento de personas que potencialmente han estado expuestas a una enfermedad contagiosa. Este aislamiento reduce el riesgo de que infecten a otros. El concepto se empleó por primera vez en Venecia, Italia, en 1127, con respecto a la lepra y se utilizó frecuentemente como elemento de respuesta frente a la Peste Negra.

En Buenos Aires, en 1871, se aplicó la cuarentena a los barcos provenientes de Brasil, con motivo de la epidemia de la fiebre amarilla. En el momento actual, se empleó con un carácter diferente, ya que no se limitó a los posibles contagiados, sino que se aplicó masivamente a la población general con carácter preventivo. Además, su duración se prolongó en el tiempo, mucho más de lo medicamente aconsejable, desde el punto de vista de las secuelas psicológicas. Un estudio evidenció que aquellos que estuvieron en cuarentena por más de 10 días mostraron síntomas de estrés postraumático en un modo significativamente más alto que aquellos que estuvieron menos. Y aquí, el 30 de Agosto, cumplimos 163 días.

Además, a los efectos propios de la dilatada cuarentena, se agregan: el miedo a la posible infección, todavía latente; la frustración y el aburrimiento mantenido a lo largo del tiempo; la angustia por una posible pérdida laboral, con las secuelas económicas que ello implica; y la incertidumbre respecto a la duración de la infección y del aislamiento. Este último resulta traumático por la  separación con los seres queridos sanos, enfermos, o en estado de fina de vida; y por la pérdida de libertad, cualidad inherente al ser humano.

Las principales manifestaciones son propias del stress postraumático: agotamiento, ansiedad, estrés, irritabilidad, insomnio, poca concentración e indecisión, deterioro del desempeño laboral, ira y bajo estado de ánimo. Debe tenerse en cuenta en aquellos infectados que la experiencia será muy diferente según haya tenido síntomas leves y permanecido aislada en su domicilio, a otra asintomática y sin conciencia de enfermedad, o en alguien que haya requerido una hospitalización, pasando por momentos críticos o con riesgo vital y que además se hubieran recibido técnicas invasivas de por sí muy agresivas como una respiración con ventilación mecánica.

A todo esto, hay que sumarle los aspectos de la propia personalidad y de la forma de ser de cada uno. Los trastornos psicológicos más habituales pasan por: ansiedad, estado de ánimo bajo, miedo, pesadillas, alteraciones de la memoria, efectos sobre la atención, velocidad del procesamiento mental y función ejecutiva. Para tratar de obtener una recuperación lo más rápida posible resulta esencial darse cuenta de la necesidad de ayuda especializada, y concretar la consulta en el menor tiempo posible. La demora o la negatividad a concurrir al especialista solo cronificará la dolencia, que no se retirará espontáneamente. Para mitigar la sensación de miedo y angustia, y también conocer qué tipo de síntomas podrían aparecer más adelante, resultará vital realizar la consulta psicológica, que permitirá recibir una explicación clara sobre la causa de los mismos, y las recomendaciones de las acciones para paliarlos o manejarlos de la mejor forma. También proporcionará el tratamiento y aquellas pautas de rehabilitación que deberá seguir la persona para mejorar su condición física y mental. Asimismo, ofrecerá información precisa y útil, al tiempo que ayudará a desarrollar recursos psíquicos sobre cómo interpretar lo que sucede y qué hacer con ello. La intervención psicológica es fundamental porque evita cronificar miedos, ayuda a superar los traumas y a retomar gradualmente la vida y la actividad. También resulta crucial contar con el apoyo de las familias, cónyuges y allegados. Resulta muy valiosa la participación de amigos. Todos ellos deben de tener un lugar. Después de una experiencia como la del Covid y el aislamiento, más allá de lo individual, todas las familias pueden experimentar dificultades psicológicas y es importante detectar esta angustia para ayudarles con ella. En ocasiones, mantienen ideas preconcebidas sobre cómo se dará el proceso de recuperación o manejan expectativas inadecuadas sobre la enfermedad y esto hace que se retrase o se pierda la posibilidad de la rehabilitación. El equipo de salud brindará espacios de comunicación para abordar estos aspectos, permitiendo despejar las dudas e inquietudes, de lo que no se comprende o preocupa en los tiempos adecuados.

Todo lo expresado es un pilar fundamental en el esperanzado proceso de la recuperación con una base sólida, sobre la que podrán ofrecer a su ser querido el sostén, el entendimiento afectuoso y la ayuda que tanto necesitan.

Luego de una experiencia como la presente, en relación al Covid y al aislamiento, muchas familias pueden experimentar dificultades. Ejemplo de ello sería el haber padecido de ansiedad previamente o bien haber sufrido alguna otra enfermedad grave que despierte recuerdos dolorosos o el pánico a la muerte, o bien padecer de demencia o cualquier otro tipo de deterioro cognitivo que entorpezca la comprensión de lo sucedido, etc.

Como vemos, la cuarentena es una experiencia tremendamente desagradable con consecuencias dramáticas que, en los casos más graves, inducirían incluso a ideas autolíticas. A su vez, más allá de la cuarentena se ha encontrado que en algunas personas esas consecuencias psicológicas negativas duran meses e incluso años.

Es sencillo imaginar porque a la experiencia de la enfermedad se suman estresores intrahospitalarios, además de otros ambientales que agravan el impacto emocional de la situación.

Imaginen estar muy enfermo y encontrarse aislado sin la compañía amorosa y tranquilizadora de sus seres queridos o ser testigos en primera línea de otras muertes, o mismamente sufrir la honda impresión de contemplar a otras personas inmóviles, cual fardos inertes, enchufados a respiradores.

“El impacto psicológico de la cuarentena y cómo reducirlo”, asegura el título de una revisión de artículos científicos publicada hace unos días en la revista médica británica ‘The Lancet’. “La mayoría de los estudios revisados -subraya el texto- informaron de efectos psicológicos negativos.

El metaanálisis enumera los principales factores de estrés durante el periodo de cuarentena:

 Estresores durante la cuarentena:

1. Duración

2. Miedo a la infección

3. Frustración y aburrimiento

4. Suministros inadecuados

5. Información inadecuada

Estresores postcuarentena:

1. Finanzas

2. Estigma

Cerramos con una frase del escritor Paul Groussac: “Por centenares sucumbían los enfermos, sin médico en su dolencia, sin sacerdote en su agonía, sin plegaria en su féretro”.

Ilustración: Matías Roffe

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