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Cómo se mueren las organizaciones

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Felipe Rodolfo Arella
Felipe Rodolfo Arella
Lic. en Cooperativismo y Mutualismo (UMSA). Magíster en Animación Sociocultural (Universidad de Sevilla). Ex-Presidente del CGCyM. Periodista, docente e investigador especializado en Economía Social y Solidaria, Género y Desarrollo Local.

Numerosas organizaciones mueren año tras año y solamente queda en ellas un número de expediente en alguno de los organismos en que estuvo registrada hasta que éste realiza, de vez en cuando, un reempadronamiento y la da de baja.

¿Cuáles son las causas de su desaparición? Son varias y todas están vinculadas, exclusivamente, con lo que han hecho sus dirigentes. Veamos algunas situaciones.

Los asociados no participan

Cuando conversamos con los directivos y preguntamos sobre el nivel de participación de los asociados escuchamos una reiterada respuesta: los asociados solamente vienen si pueden sacar algún provecho de la entidad.

¿Por qué se asocia alguien a una mutual, club, cooperativa o a una empresa comercial si no es para obtener un beneficio o servicio? ¿Piensan los directivos que lo hacen para satisfacer sus sentimientos altruistas? Si alguien quiere desarrollar la beneficencia participará en entidades especialmente creadas para ayudar al prójimo anónimo necesitado al que no se le exige estar asociado a la organización.

La falta de participación de los asociados ocurre porque son tratados como clientes consumidores de los bienes y servicios que son el objeto fundacional del ente. Al participar, los asociados toman conocimiento de lo que ocurre en la dirección y administración y puede estar interesado en aportar sus conocimientos para solucionar problemas o incorporar nuevos servicios acordes con los tiempos actuales.

Los jóvenes tienen que aprender a ser dirigentes

Las conducciones de entidades son muy celosas de las mismas y procuran preservarlas de gente advenediza y sobre todo de los jóvenes. Consideran que los jóvenes tienen que hacer escuela para poder ocupar un cargo en los consejos directivos. Es una buena medida siempre que el período de aprendizaje no dure muchos años porque cualquiera se cansa, se aburre y se desilusiona y se aleja de la entidad porque nadie de los viejos directivos deja su cargo para que se incorpore alguien nuevo.

La organización estará bien cuidada pero sus reacciones ante los cambios de la época serán lentos o no se producirán nunca porque los directivos y gerentes se tornan rutinarios y no ven que hoy las necesidades que tienen los asociados no son las mismas de los fundadores de entidad.

Por ello, la no incorporación de jóvenes a los consejos directivos va en contra de la vida de la organización ya que la misma requiere innovaciones frecuentes para atender la demanda de sus asociados.

No reformar el estatuto

El estatuto determina dos cuestiones fundamentales para que un ente pueda constituirse: las condiciones que deben reunir las personas que desean formar parte del mismo y el objeto social que se persigue para satisfacer la demanda de sus asociados.

Ocurre con frecuencia entre las mutuales que con el paso del tiempo la calidad de asociado requerida no pude cumplirse porque ya no hay personas que la detente.

Un ejemplo: la mutual constituida por los empleados de la empresa XZ no podrá sobrevivir cuando esa empresa deje de funcionar por distintas razones. Perdurará hasta que se mueran los últimos asociados, con lo cual se perderá en el sector mutualista una entidad por causas naturales y por falta de determinación de sus directivos de modificar el estatuto. Una reforma estatutaria realizada oportunamente puede establecer que podrán ser socios activos los ex empleados de la empresa XZ, sus familiares directos y otros trabajadores de empresas proveedoras y clientes de la misma, con lo cual se asegurará la continuidad. También se aprovechará la ocasión para cambiar el objeto social incorporando servicios que satisfagan las necesidades actuales de los nuevos asociados.

Mantener servicios no necesarios en la actualidad

Clubes que, dentro de sus posibilidades, no incorporan los nuevos deportes olímpicos como karate, surf, skateboarding, escalada deportiva o baloncesto 3×3 y mantienen la práctica de otros que dejaron de ser olímpicos como la pelota vasca, tirar o trepar la cuerda o balonmano sobre pasto, están destinados a quedarse son socios urbanos.

Mutuales que solamente mantienen el servicio de panteón o cooperativas de trabajo que continúan produciendo con antiguos diseños, perderán asociados y clientes deseosos de otros servicios o productos más atractivos.

Se puede mantener una tradición siempre que no resulte costosa al colectivo, pero se debe estar atento para saber qué está pasando en la sociedad si es que se quiere que la institución perdure lozana.

Ilustración: Matías Roffe

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