En el año 2000, ya superada la angustia por lo que se suponía que el cambio de año iba a provocar en las computadoras, pasaban cosas. Gobernaba De la Rúa, con medidas que iban desde la reforma laboral hasta el ajuste fiscal, bajo la mirada atenta del Fondo Monetario Internacional. Y, particularmente, en agosto de ese año se decidió, por Decreto 721/2000, el cambio de denominación del Instituto Nacional de Acción Cooperativa y Mutual, al de Instituto Nacional de Asociativismo y Economía Social.
Entre los fundamentos se mencionaba el crecimiento del sector de la economía social, y se consideró que, para satisfacer sus necesidades emergentes, era necesario reformular la conformación y estructura del hasta entonces INACyM.
El carácter federal que se procuraba imprimirle al nuevo Instituto quedó plasmado en una nueva regionalización (ver infografía), al tiempo que se puso particular énfasis en la acción conjunta de los Organismos Provinciales integrantes del Consejo Federal Cooperativo y Mutual, a través de una Coordinación General del Consejo Federal y Regionales.
Dado que el Consejo Federal Cooperativo y Mutual estaría conformado por funcionarios de los gobiernos provinciales, se anticipaba el carácter verdaderamente federal de las políticas de estado sobre mutualismo y cooperativismo. Y a su vez, el Consejo Consultivo Honorario, conformado por entidades de segundo y tercer grado, permitiría canalizar los intereses de los sectores en forma amplia, perfeccionando las decisiones del Directorio del Organismo.
Además de la configuración del Directorio, se dispuso la creación de dicho Consejo Consultivo, presidido por el Presidente del Instituto, dos Consejeros en representación del Poder Ejecutivo Nacional, tres Consejeros en representación de las Asociaciones Mutuales, tres Consejeros en representación de las Cooperativas, un Consejero en representación de los profesionales especialistas en cooperativismo y un Consejero en representación de los profesionales especialistas en mutualismo.
Para estas dos últimas designaciones el Colegio de Graduados en Cooperativismo y Mutualismo nunca fue convocado, a pesar de sus casi cincuenta y tres años de existencia. Es evidente que para algunos funcionarios y dirigentes cooperativos y mutualistas prevalece la concepción de que la práctica y la experiencia son harto suficientes para conducir las organizaciones, minimizando la formación sistemática que se adquiere en una universidad o en un instituto superior terciario.
La Alianza Cooperativa Internacional viene postulando la cuestión de la gobernanza cooperativa (concepto aplicable también a mutuales), como un tema sensible que tiene que estar en la agenda de las organizaciones. Y el balance social, cooperativo y mutual, es una de las herramientas más idóneas para evitar desvíos que no solamente perjudican a la entidad en la que se producen, sino que afectan a la naturaleza de cooperativas y mutuales.
Empero, en la nueva gestión del INAES el CGCyM tuvo recientemente una designación en la Comisión Técnica Asesora de “Informe social”: nuestro actual vicepresidente, el Lic. Juan A. Pubill, como delegado suplente; en cuanto al término “Informe social”, es más adecuado que el de Balance Social, Cooperativo o Mutual, pero se utiliza en virtud de que así quedó registrado en el tiempo, a partir del primer libro publicado en Argentina por Ediciones CGCyM en 2007, “El Balance Social en las cooperativas – Evaluación sistemática del impacto social”, de Gerardo F. Martínez y Alberto L. Bialakowsky.
Actualmente, en la página del INAES se encuentra la siguiente referencia: “El Consejo Federal Cooperativo y Mutual (CFCM) del INAES, tendrá a su cargo la relación con las Mesas del Asociativismo y la Economía Social (Mesas). Dentro de sus funciones está la de elaborar los protocolos que faciliten la conformación homogénea de las Mesas, la asistencia para su constitución y ayudar a la Comunidad en el sostenimiento de los principios de representación y democracia. El CFCM actuará articulado con los respectivos Municipios y también con el Órgano Provincial integrado al Consejo Federal”.
Y respecto de las Mesas: “La actual conducción del INAES está profundamente convencida que es posible construir un modelo alternativo de sociedad orientado al bien común. Esta realidad sólo podrá ser construida a partir de prácticas de democracia social, participativa y humanista, la garantía absoluta de los derechos de las personas que, como contrapartida, deben asumir conscientemente sus obligaciones para con su prójimo y la sociedad.
En este contexto, el individuo sólo alcanzará felicidad plena si la comunidad a la que pertenece alcanza niveles de organización, armonía y consenso como para asegurar su realización. La construcción del bien común será el resultado de una acción colectiva.
Para avanzar en este camino es imprescindible la participación, debate, consenso e interacción de las organizaciones libres del pueblo.
La concepción que proponemos se aleja de las prácticas fracasadas del pasado que giraron alrededor del individualismo egoísta (liberal) o del colectivismo estatal en cualquiera de sus formas”.
El mejor homenaje que se le puede hacer a Mario Cafiero desde el INAES, es que los continuadores desarrollen este propósito, que era su sueño.
