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Una contaminación de lo más inesperada

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Dr. Mario F. Bruno
Dr. Mario F. Bruno
Presidente de la Sociedad Argentina de Periodismo Médico; Vicepresidente de la Sociedad Argentina de Cancerología; Presidente del Comité de Cuidados Paliativo de AMA (Asociación Médica Argentina); Presidente del Comité AntiTabaco de AMA Vicepresidente de UATA (Unión Antitabáquica Argentina); Director de los cursos anuales de 1) Periodismo Médico 2) Cancerología, 3) Cuidados Paliativos (AMA); Miembro Emérito de ASCO (American Society Clinical Oncology); Miembro Titular de ESMO (European Society Clinical Oncology); Director Médico de Medicron S.A. (Centro Oncológico)

por el Dr. Mario Bruno

Ilustración: Matías Roffé

 

Recientes informes del Centro de Investigaciones del Medio Ambiente (CIM), dependiente de la Facultad de Ciencias Exactas de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP), revelaron que, junto a una droga para la epilepsia, el Viagra (el nombre comercial más conocido del Sildenafil), es uno de los dos fármacos con más presencia en las aguas superficiales de Argentina, incluyendo ríos, arroyos y lagos, lo que podría tener consecuencias negativas sobre el ecosistema y la salud humana. Este fármaco se emplea para el tratamiento de la disfunción eréctil del hombre, y su consumo se ha incrementado en forma exponencial.

¿Cómo es posible la contaminación de nuestras aguas por este producto? Hay dos razones: la forma de “purificar el agua para consumo humano, y el incremento descomunal del consumo de Sildenafil. Respecto al primer punto, todos los países del mundo tratan sus efluentes (descarga en aguas de vertidos empleados en los procesos industriales, urbanos o agrícolas) en forma convencional, es decir que solamente tratan sólidos y bacterias, reduciendo los contenidos de carbono, fósforo y nitrógeno al valor que indique la normativa de cada país.

Sin embargo, gran parte de las sustancias disueltas continúan su recorrido a su destino final. Esto significa que la mayoría excretada en la orina humana (y otras) no son tratadas por las plantas de efluentes convencionales utilizadas en la actualidad. Gran parte de las sustancias disueltas continúan su trayecto. En diversos relevamientos se hallaron materiales como solventes industriales, edulcorantes, ibuprofeno, hormonas, anticonceptivos, metanfetaminas, cafeína, ansiolíticos, antidepresivos y hasta cocaína, éxtasis y toda clase de opiáceos. Estas sustancias aparecen en los ríos donde descartamos nuestros restos.

A todas estas sustancias, se le suma ahora el Sildenafil. El fármaco apareció en el mercado en 1998. En el 2017 se vendieron en nuestro país 4,37 millones de cajas. Los datos corresponden al mercado legal –unas 13.000 farmacias–, a lo que habría que sumar las “imitaciones” y el comercio ilegal. Los hombres con disfunción eréctil por lo general padecen algún bloqueo u obstrucción arterial, que impide la correcta llegada de sangre al pene, cuando debería producirse la vasodilatación que origina la erección.

El sildenafil tiene un efecto dilatador de los vasos arteriales que mejorara el flujo sanguíneo. No obstante, las estadísticas muestran que del 1,5 millones de argentinos que consumen Viagra, el 30% son menores de 21 años, lo que indica que su uso es “recreativo” y no terapéutico. Hoy existen en el mercado más de 50 marcas comerciales. En 2014, el consumo estimado fue de 35,2 millones de pastillas, que, en la mayoría de los casos, se vende sin receta en la farmacia.

El sildenafilo es metabolizado por las enzimas hepáticas y excretado tanto por el hígado como por los riñones. Esto explica que, a través de la materia fecal y de la orina, contamine los afluentes. Dichos restos se eliminan fundamentalmente por las heces y un 13 %, por orina.

La presencia de esta nueva sustancia como contaminante trae potencialmente dos efectos: uno sobre el ecosistema y otro sobre la salud humana. Respecto al primero, en estudios ecotoxicológicos realizados por el CONICET, en efluentes de aguas residuales en Argentina, se detectó que el Sildenafil contaminante emergente, produce un estrés oxidativo en las branquias y el hígado de peces, así como cambios metabólicos con daños histológicos en el hígado, y deterioros neurológicos. En virtud de la salud, sin bien todavía no hay estudios respecto a los daños colaterales, puede inferirse que el uso diario y prolongado (por la ingesta del agua contaminada), podría originar los mismos problemas que los producidos en aquellos que reciben el fármaco con carácter terapéutico. Los efectos secundarios más comunes son dolores de cabeza, náusea, sofocos, mareos, rubor facial, dispepsia adormecimiento de las extremidades, visión borrosa, erupción cutánea, palpitaciones, fotofobia y la llamada ceguera nocturna. Quizás el efecto colateral más severo pueda producirse tanto en hombres como en mujeres que por tener un cuadro obstructivo coronario reciben a diario un fármaco que contenga nitroglicerina. Cuando los fármacos son combinados, puede producirse una poderosa reacción, con caídas de presión arterial de 50, 60 u 80 puntos en 30 minutos. El efecto secundario más suave podría ser una sensación de mareo o un desmayo. Una caída de presión más severa podría originar una grave situación, porque puede producirse una insuficiencia renal o un derrame cerebral. Para prevenir esta alteración de la salud, debemos reclamar ante las autoridades sanitarias el perfeccionamiento en la eliminación de toda sustancia potencialmente tóxica, proveniente del agua que recibimos.

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